Abrí las cornisas de mi habitación para constatar el clima y tal como lo sospechaba, el cielo seguía nublado, después de ducharme y secarme el cabello me vestí con lo primero que encontré, una blusa negra, pantalón con bastas tubo y botas de cuero del mismo color y para terminar, una gabardina ceñida al cuerpo con capucha en color palo de rosa. Al menos así ya no parece que vaya a un velorio, creo. Al salir de mi habitación el olor a café recién preparado termina por despertarme, y cuando entro a la cocina, un deslumbrante Tomas me extiende una taza de café humeante. _ Buenos días. Me dice tan alegre que me cuesta creer que el estado en el que lo recogí la tarde anterior. _ ¿Solo café? Preguntó con tono burlón. ¿Dónde el chef de hace un año? _ Hoy está dormido, solo soy y