Por el contrario, había decidido que comenzarían a cerrar con candado mi puerta, para que no saliera a nada en la noche. — ¿Al baño? —Pregunté desde dentro de mi cuarto. — ¡A nada! — Papá, ¿y si me da hambre? — No es asunto de nosotros —bramó Carla—. Haces cosas muy retorcidas. — Sólo trabajo —susurré y me dirigí a mi cama. Era una persona trabajadora. Nunca hacía nada que no tenía que hacer y siempre cumplía con mis deberes fuese la hora que fuese. Al parecer, ahora tenía que estar encerrado para que ellos no se asustaran. Yo solamente amaba verlos en la noche mientras imaginaba diferentes maneras de acabar con ellos. Pero no era un peligro andante. Porque no quería hacerle eso a todas las personas que pasaban frente mío. Solo a él. Y últimamente a ella. Esa noche