Ni siquiera entendía cómo era que podía estar vivo después de eso. — Eso es para que entiendas que no quiero que tengas que ver nada con la gente de aquí o tendremos que irnos. — Si. — ¿Entendiste? — Si señor —hablé en un hilo de voz y tragué saliva. De un solo movimiento me levantó y me dejó recostado en mi cama. — Tienes que dormir para mañana. Y salió. Como si lo que hizo no hubiera sido nada del otro mundo. Como si no estuviera acabando con la vida de su propio hijo con sus manos. El siguiente día no pude levantarme de la cama y mi padre volvió a golpearme por eso. Pero ya no sentía nada. Al parecer tenía más roto el corazón que los huesos de mi cuerpo. Y eso lo asustó. Porque no salía ningún tipo de sonido de mi boca. Solo respiraba mientras él desquitaba toda