Los días siguieron pasaron y no hubo más incidentes, Dessiré hacia el mayor esfuerzo por no encontrarse en ningún momento con su jefe.
La joven auxiliar venía con unas carpetas, pues llevaba rato organizando el archivo. Vestía un pantalón con pinzas, que no favorecía su cuerpo y una holgada blusa blanca, y caminaba con lentitud hacia su oficina.
- Dessiré, - Mirna nerviosa- Marta acabó de llamar que Kiara está hospitalizada -Mirna, salía a buscarla a la oficina del archivo prácticamente chocaron cuándo se encontraron en la puerta- vete, yo me encargo de tu permiso- veía como la joven pálida tomaba su bolso de manera nerviosa- por favor me llamas.
-¡Gracias, Mirna! - corrió por todo el pasillo y no se percató de que José Manuel la observaba con el ceño fruncido.
Tomó un taxi y sin perder tiempo llego hasta la clínica donde le informaron que se encontraba su hija hospitalizada. Los nervios la destrozaban por dentro. Si algo que ella más amaba en la vida era a su hija y siempre tenía el temor de que algo malo le pasara y llegar a perderla.
Llegó a recepción y jadeando pidió información.
- Señora, el médico la está valorando- dijo la recepcionista- espere en la sala- con la mano le indicó el lugar.
- Pero, por favor, dígame algo - decía la madre la cual era un manojo de nervios.
- Lo siento- revisó unos papeles – espere al médico que la está atendiendo. Él le dará la información que usted requiere- dijo la mujer fríamente.
Ella se giró y sintió que todo su ser se incendiaba de furia al ver al hombre sentado en la sala de espera, camino con paso firme.
-¿Qué haces aquí?- le recriminó.
La sonrisa fingida de Agustín la molestó aún más.
- Vine a ver a la mocosa- dijo en medio de una sonrisa de suficiencia.
-¡Te he dicho que no te quiero cerca de nosotras!- ella empuñó las manos a sus costados para contener las mil palabras que apuraban por salir de su boca- ¡Lárgate de aquí!
Se giró y salió a tratar de tranquilizarse un poco. Respiraba entre cortado, la furia la dominaba en esos momentos y los nervios de lo que le pasaba a su hija la convirtió en una bomba de tiempo.
Él rápidamente se levantó y la siguió a las afuera de la clínica.
-¿Crees que puedes deshacerte de mí?- la tomó del brazo y la zarandeaba- no estás ni tibia, mi amor- las palabras las arrastró con enojo.
- ¡Suéltame! ¡Me haces daño!- ella luchaba por soltarse. Él la aferraba fuerte y maltrataba la blanda y frágil carnes de Dessiré.
Él tomó su cabeza y la trajo hacia él y trato de besarla a la fuerza.
- ¡Eres mía! Y no podrás huir- la sujetaba para inmovilizarla y acercaba su boca a la de ella.
-¡Suéltame desgraciado! - se negaba a dejarse doblegar por el canalla poniendo toda sus fuerzas para resistir-¡Qué me sueltes! - gritó.
-¡No escuchaste!-la voz cargada de furia de José Manuel dejó perpleja a Dessiré. Nunca espero verlo ahí.
El hombre aun sujetaba a la mujer solo se limitó a girar su cabeza y ver a la cara al otro hombre que lo increpaba. Frunció el ceño sorprendido. Él sabía que la joven no tenía a nadie que la defendiera.
-Y.... ¿Quién eres?- el hombre no soltaba el brazo aún de la mujer, y su cólera se encendió más- ¿A caso eres el padre perfecto de la mocosa? ¿El hombre por el cual ella no quiere acceder a mis deseos?
José Manuel cuadro sus hombros y apretó los puños y dio dos pasos más para acercarse a la pareja. Él respiraba una actitud de pelea y para el otro no pasó desapercibida. Esto lo enfureció.
-No lo voy a repetir- dio otro paso a la pareja- suelta a mi mujer,- los ojos negros brillaban de manera enigmática-.... y sí, yo soy el padre de su hija- tomó el brazo de Dessiré y la trajo hacia él con suavidad -¿Algún problema, con eso?
La cara de Agustín se contrajo de la rabia que emergía dentro de él, y sin querer perder volvió a tomar el brazo de Dessiré.
- ¡Ella es mi mujer!- le grito solo para molestarlo. No quería perder. No iba a perder delante del hombre que no permitía a Dessiré a costase con él. Él la deseaba de manera insana.
-¡Dessiré!- José Manuel experimentó un cúmulo de diferentes emociones que lo confundían totalmente, y el más arraigado sentimiento, era la protección y la posesividad- Es el momento de terminar con este asunto. Ahora y aquí- no apartaba la mirada del hombre - escoge él o yo.
La mirada de la joven se fijó en José Manuel y sin pensarlo se soltó del agarre de Agustín y se colocó junto, a su jefe.
Este sonríe a Agustín, todo su ser se regocija y no sabe por qué. Inmediatamente pasa su brazo por los hombros de Dessiré
- ¿Te quedó claro?- le dijo a Agustín.
El hombre que no quería ni sabía perder exploto con furia.
- Ella es una perra- grito -y ojalá se muera esa mocosa bastarda.
José Manuel sin mediar palabra alguna le asentó un golpe en la cara que lo dejo sentado
- Con mi mujer y con mi hija no te vuelvas a meter- se agachó y tomándole de la camisa lo levantó-ahora no te ves muy valiente- lo soltó al verlo sangrar por la boca y quedarse mudo -ah, ya entiendo sólo eres valiente con las mujeres.
El hombre se levantó, escupió la sangre que se amontonaba en su boca y los miro con furia. Luego se marchó gruñendo y murmurando en voz baja.
Sin decir más los dos ingresan a recepción.
- Gracias, señor- dice muy nerviosa- aunque no debió meterse, ese hombre es vengativo.
José Manuel simplemente la miro y luego suspiro.
-¿Vives con él?- quería saber todo lo pertinente a esa mujer.
- No, sólo éramos novios, pero todo terminó mal- le miró y le sonrió.
Él se perdió en la negrura de sus ojos, sintiendo una nueva mezcla de confusión y de deseo.
-Señora- un galeno llamó a la madre- la niña está evolucionando muy bien a los medicamentos- los miraba- ella debe quedarse está noche en observación. La gastroenteritis la deshidrató, por eso debe quedarse.
-Pero..... ¿Gastroenteritis?- ella nerviosa lo miraba y escucha atenta la información del médico y ya más informada pensativa expresa - no tengo suficiente dinero, ¿Me la puedo llevar?
-Lo siento, pero no podemos arriesgar la saluda de la niña - el galeno se marchó dejándola abrumada con la preocupación.
José Manuel con las manos en los bolsillos, se limitaba a escuchar, y preocupado se acercó a la recepción y ella lo seguía.
- Necesitamos arreglar los gastos- le dijo él a la joven de la recepción.
La mujer lo miro y sonriendo lo atendió.
- Tienen que llenar el formulario - él lo tomo y sacó una pluma y comenzó a llenar.
- Nombre- miró a Dessiré.
Ella lo miraba y no comprendía que estaba haciendo él.
-Nombre - le volvió a preguntar, arqueó la ceja al ver que ella no responde por estar confundida.
-Kiara Lucía Montoya - lo vio anotar.
-Kiara Lucía Manosalva Montoya- decía mientras escribía sonrió- ¡Qué casualidad, mi madre se llamaba así!- la volvió a mirar - tipo de sangre- levantó una ceja al ver su expresión perpleja.
- 0 negativo - ya entendió lo que él pretendía hacer.
- Igual al mío - sonrió orgulloso - alergias.
-A la penicilina - bajo la mirada.
-Otra coincidencia - reía - mi hija sí que se parece a mí.- dijo de manera jocosa pero no vio la expresión aprehensiva de Dessiré.
Ella tragó saliva sintiéndose mal por lo que estaba haciendo, engañando, era algo que últimamente estaba haciendo.
Pasaron las horas y llegó la noche y el médico le dio la última valoración, cada vez la niña estaba mejor, estaba más hidratada y pronto se la podía entregar, pero esa noche se quedaba en observación.
- Muchas gracias, señor Manosalva - ella quería que él se fuera.
- No es nada- guardó el teléfono porque había estado hablando las dos últimas horas-¿A qué hora te vas?
- Más tarde, gracias- no sabía cómo decirle que se fuera-yo... creo que.... es mejor que....
Conociendo la intención de ella la desarmó.
-No me voy- la cortó - vamos, te llevo a tu apartamento y descansas un poco y mañana temprano venimos a recoger a nuestra hija- sonrió al verla colorada.
-¡No es gracioso! - le dijo molesta al ver su rostro risueño.
- ¡Señora Manosalva!- la llamaba la recepcionista.
-Te llaman- se burló otra vez de ella al verla confundida y avergonzada.
Dessiré tomó los recibos de la cuenta y eran valores muy altos. Abrió los ojos de sorpresa, y tragó el nudo que se le hizo en la garganta.
- Dame eso, "señora Manosalva"- le quitó las facturas -¡Vamos!
Él la guio hasta el parqueadero y le abrió la puerta de su auto.
- Por favor sube- le indicó.
- Gracias, señor Manosalva - con las manos decía no -no hace falta, yo tomó un taxi...
Él sonrió.
-¿Señor Manosalva?, ahora que eres mi mujer,- miraba las mejillas rojas- ¿No es mucho formalismo? Hasta hija tenemos. - esta frente a ella cuando se burló. A él le gusta ver cómo ella se sonroja y se pone nerviosa cuando él está cerca, si eso le gusta y mucho y lo disfruta.
- Le agradezco mucho, yo....- se interrumpe cuando él se le acerca mucho más y luego abre la puerta del auto.
- Sube que voy a llevarte a tu casa- lo dijo de tal forma que no le permitió a ella rebatir.
Él condujo en silencio todo el camino. Ella vio que su mano estaba herida.
-Oh, Dios se lastimó - con ternura ella acarició la herida. Él sintió un hormigueo por toda la mano y poco a poco se le extendió por el cuerpo, confundiéndolo nuevamente.- cuando lleguemos lo curo- ella le sonrió.
-Lo que tú quieras - esos ojos lo inquietaba en gran manera, su cercanía, su aroma, todo en ella a él lo confundía.