Las cosas no estaban saliendo como Cirdán esperaba. En medio de la oscuridad de esas calles desoladas, se encontraba escondiéndose de unos hombres hadas que los perseguían como fieras rapaces siendo Liara y él las presas. Para empeorar la situación, una lluvia fría comenzó a caer sin previo aviso. Al ver eso, el moreno se quitó su capa y se la colocó a Liara, cubriéndola por completo sabiendo que esa prenda la protegería de la lluvia. Sabía lo frágiles que eran los humanos y no estaba seguro de si el agua de lluvia podría enfermar a Liara, a pesar de que ella era mitad elfo. Su humanidad era evidente al observarla. —¿Por qué esas hadas nos persiguen, Cirdán? No lo entiendo... También, ¿por qué todos los negocios están cerrados? ¿No trabajan durante la noche? —preguntó Liara, confundida.