Cirdán asintió suavemente comprendiendo el anhelo de Liara. No había necesidad de especular sobre el futuro en medio de su actual situación. Cerró los ojos brevemente, respirando hondo para encontrar la calma en su interior. Era natural que el rey elfo experimentara ese sentimiento de ansiedad cada vez que se dirigía a la batalla y, aunque estaba seguro de su victoria gracias a Liara, no podía eliminar completamente esa leve inquietud. —Tienes toda la razón, Liara. Por ahora, concentrémonos en sobrevivir y llegar sanos y salvos a la ciudad capital de Lumirelia —susurró Cirdán, fijando su mirada en los ojos de Liara, viéndola con una mezcla de cariño y detalle. Liara sonrió, agradecida por la comprensión de Cirdán. En ese momento de su vida, sentía como si hubiera conocido al rey desde ha