Por otra parte, el rey Cirdán se encontraba en el salón de los dioses, él había ido a ese lugar para ver la enorme estatua de la diosa Eliane. Él se acercó a ella y lo que hizo fue ponerse frente a la enorme escultura de mármol pulido en donde mostraba la figura perfectamente tallada de una hermosa elfa. Había otros dioses ahí en ese frío lugar enorme, pero él solo deseaba ver a la diosa que mas le importaba en ese momento. Frente a la estatua, Cirdán comenzó a decir: —Se que esa humana tiene tu bendición, la salvaste de un destino mortal. No sé cómo, ni cuando, tampoco por qué, pero ella es tu protegida. En el pasado has bendecido a otros, las leyendas de los libros antiguos no son mitos, entonces ¿por qué siento que te apartaste de ella solo para no bendecirme a mí? —pregunta Cirdán con