Mientras tanto en el salón sagrado de los dioses, Liara se encontraba con ese chiquillo, todavía no se acostumbraba a estar en su presencia, porque el pequeño hablaba como todo un joven hecho y derecho con un menudo cuerpecito y voz típica de un niño de no más de nueve años. Comprender eso le resultaba incómodo a la rubia. Ella había estado rodeada de infantes prácticamente toda su vida, y nunca había conocido a un niño como el pequeño elfo, pero pese a todo aunque estaba acostumbrándose poco a poco a su sabiduría, él había sido el más conversador con ella desde que había llegado al palacio. El niño elfo llamado Aric no le importaba demasiado que su compañía inesperada fuera una humana un tanto imperfecta, porque justo como el rey se lo pidió en ese instante él le estaba leyendo el libro