No pasó mucho tiempo cuando el príncipe Elessar y su hijo el príncipe Nariel se acercaron a donde se encontraba el rey Cirdán acompañado por Liara quien, al ver a esos altos y elegantes elfos cara a cara no pudo evitar quedar impresionada, parecían de otro mundo por lo hermosos que eran, tenían como un brillo diferente al resto. Entonces, cuando los ojos de aquellos elfos se posaron en la muchacha estaban llenos de prejuicio y desagrado en contra de ella. Era imposible no sentir incomodidad por la manera tan despectiva en que ese par de elfos la miraban por encima de sus hombros con altivez, al grado que Liara se encogió de hombros. Sin embargo, a pesar de todo, Liara no pudo quitarles la vista de encima, ella paseaba su atención entre Cirdán, y esos dos elfos y lo único que pensaba, era