A Liara la llevaron a una habitación tan lujosa que no parecía real. El aposento era exageradamente grande, ella podía calcular que tan solo esa habitación era tres veces mas grande que la casa hogar, el techo tenía tantos metros de alto que la muchacha ni siquiera se atrevía a medirlo con su mente, sin embargo la cantidad de muebles y adornos eran tan escasos como la calidez y el sentido de “hogar” que se podía respirar en ese lugar, era como si hubiese entrado en una gigantesca jaula fría pero majestuosa, así se sentía Liara. —Bien —dice aquella elfa que la había llevado hasta ahí —esta es la habitación del rey. Cuando se casen he de suponer que aquí permanecerás... —¿Está es la habitación del rey elfo? —Eso fue lo que dije, humana... —responde la elfa con un tono fastidiado. Liara d