Treinta minutos más tarde
Las elfas llevaron a Liara a lo largo de ese monstruoso castillo, la joven sentía que sus pies no podían caminar un paso más, pero Liara se mantenía en silencio con su molestia, ella sabía que nadie la ayudaría así que siguió caminando hasta que finalmente llegaron a un enorme salón, con altos ventanales. Para ese momento ya era de noche, por lo tanto el lugar estaba iluminado con velas en los enormes candelabros con forma de araña que colgaban de los altísimos techos que le hacían preguntarse a Liara ¿Cómo lograron encender esas velas? Como siempre, nada tenía sentido cuando se trataba de esos irreales seres de apariencia elegante.
El enorme salón estaba repleto de elfos, en la izquierda y a la derecha, todos la veían con atención, la escudriñaban con la mirada
