A simple vista, el rey elfo se puede dar cuenta que esa docena de hadas exudan un aura de habilidad en el combate superior a los forajidos de la bodega. Al comprender eso, Cirdán se concentra y traza un plan en su mente. Están en un terreno abierto, lo cual supone una ventaja para las hadas. Sin embargo, sabe que puede utilizar su voz para inmovilizarlos y acabar rápidamente con la ventaja y resistencia de sus enemigos. En el proceso, dejará a uno con vida para que les indique el camino hacia la ciudad capital y luego se encargará de él, matándolo por supuesto. Con una nueva claridad en su mente, Cirdán no pierde tiempo y, con sus ojos resplandeciendo en un tono aguamarina, advierte a los hadas utilizando su voz, ordenándoles que no se muevan. —Ninguno de ustedes mueva ni siquiera un mús