—Liara, estás cabeceando mucho. Debes ir a dormir —sugirió Cirdán en plena madrugada. Detuvo el carruaje y abrió el compartimento trasero para que ella pudiera acostarse y descansar. —No, aguantaré un poco más, Cirdán. No quiero dejarte solo durante el resto de la noche —respondió Liara, luchando contra el sueño que le pesaba en los ojos. —No te preocupes, ve a dormir —dijo Cirdán, revelando una leve sonrisa al observar la expresión adormilada de Liara. Con los ojos entrecerrados por el cansancio, Liara reflexionó y comprendió que seguir cabeceando a su lado solo sería una molestia para el moreno. Por lo tanto, aceptó su petición asintiendo con la cabeza. —Está bien, me iré a dormir —anunció la chica. Se quitó la capa y se la puso a Cirdán sobre los hombros, ajustando además la capucha