Ahora que tenían un lugar al cual ir, el rey elfo y Liara comenzaron a caminar rumbo a ese sitió que Cirdán deseaba mostrarle a la humana. Como era de esperarse, durante la mayor parte del camino iban en silencio, pero en esta ocasión la rubia lo aceptó porque sentía que era la primera vez desde que venía conociendo a su “esposo”, que él tomaba la iniciativa en algo, así que eso tenía a Liara muy contenta. Los dos caminaron y caminaron al punto que cuando salieron del palacio, Liara se sorprendió porque todavía continuaban caminando.
La muchacha podía asegurar que las tierras del palacio real abarcaban la mitad de la ciudad capital, porque alrededor del palacio estaba rodeado por muchos jardines y bosques, algo que no le sorprendía demasiado en vista de que a los elfos les gustaba mucho
