No sabía con exactitud la razón, pero en el momento que Liara observó a ese elfo sintió una ola de molestia que ella no supo controlar, especialmente cuando él dijo que Cirdán había provocado ese incendio. Aunque Liara comprendía que ella no conocía lo suficiente al rey elfo para defenderlo con los ojos cerrados, una parte de ella quiso hacerlo, por eso la joven dio un paso hacia adelante, alzó su mentón en dirección a ese elfo y sin titubear le dijo: —¿Por qué le hablas en ese tono al rey? Además no es de tu incumbencia donde mi esposo me lleve, es asunto de nosotros y nadie debería entrometerse ¡Métase en sus asuntos, larguirucho pálido y feo! —declara Liara sujetándole la mano al rey Cirdán —Vámonos, ya no tenemos nada más que hacer aquí —declara la joven arrastrando al rey que alzó a