En la mañana siguiente, el brillo de esos gigantescos ventanales despertó a Liara, las gruesas cortinas de terciopelo se encontraban de par en par y en el lado donde estaba durmiendo hacía que todo el resplandor le golpeara en su cara. La joven cubrió su rostro con una de sus manos pero al cabo de unos segundos ella entreabrió sus ojos, viendo que ese lado donde estaba ahora, se suponía que debía estar el rey Elfo, pero la cama se encontraba vacía. —Estaba a punto de despertarte —dice una voz que se escuchó como un eco en esa enorme habitación. Liara se volteó en dirección a la voz indiscutible del rey Elfo sentándose en la cama viendo que él estaba comiendo en aquella mesa que, ahora se encontraba comida diferente a la que ella dejó anoche. —¿Cuánto tiempo estuve dormida? —pregunta L