Después de hacer esa promesa, Liara se sintió complacida porque finalmente tenía la oportunidad de ayudar al rey elfo. Había llegado a comprender que la única forma de desbloquear su poder oculto, otorgado por una enigmática y desconocida diosa, era a través de un acercamiento sincero con el rey Cirdán. Aunque Liara sabía que no terminaría amándolo, ni él a ella, estaba decidida a apoyarlo en la obtención de su objetivo, para que finalmente cumpliera su promesa y la liberara. Si bien a Liara no le agradaba el mundo de los elfos, porque los consideraba unos seres fríos, poco amorosos y carentes de empatía. Desde que llegó al imponente palacio, Liara pudo darse cuenta de que los elfos eran como delicadas vasijas vacías, lo cual no le agradaba. Extrañaba la calidez humana, la camaradería, la