Mientras el rey aseaba su cuerpo en su tina, de vez en cuando veía de reojos como Liara estaba sentada de espaldas en una de las sillas de la mesa que él usaba para comer. La muchacha había buscado una toalla y ahora tenía su cuerpo enrollado con la tela, eso le hizo ver a Cirdán que por lo visto la humana sabía amoldarse bien, porque ella misma se encargó de buscar lo que necesitaba sin que él se lo dijera. Sin embargo, había un solo inconveniente... «Solo debo tener esa toalla para secarme, no tengo nada que sobre en mi aposento» piensa el rey Cirdán asumiendo que esa sería la única toalla que tenía en su enorme alcoba real. Lo que mencionó Aramis cuando habló con Liara era cierto, el palacio real de los elfos no contaba con demasiada servidumbre, tenían los justos y necesarios, pero l