Del otro lado de la puerta, Elowen comenzó a escuchar los gritos de su hijo. Le pareció tan extraño que ella decidió entrar pero en el instante que puso su mano sobre la perilla de la puerta se dio cuenta de que estaba dada a llave, fue entonces que la mujer comenzó a golpear la puerta, exclamando: —¡Leandros que estás haciendo no hagas sufrir a mi hijo! —grita Elowen con desesperación porque de un momento a otro los gritos del niño se hicieron mas desgarradores, tanto que hasta ella misma pudo sentirlos. El dolor de Elowen fue tanto que la mujer quedó muda y poco a poco se fue desvaneciendo, quedando en el suelo por tan solo oír los gritos de dolor de Cirdán del otro lado de esa puerta. Y entonces, dentro de la habitación el anciano algo traumado por lo que hizo veía como le había arran