Minutos después, cuando llegaron a la casa hogar, Liara quedó impresionada. El lugar era un caos. Aunque los niños habían recogido todo lo que los elfos habían tirado y roto aquel día, el piso de madera estaba lleno de lodo seco por todas partes, se notaba que no se quitaban los zapatos al entrar. Los muebles estaban desordenados y Liara dudaba en asomarse a la cocina y las habitaciones, pues imaginaba que la situación allí era aún peor. —¡Es como si hubiera ocurrido un desastre natural aquí! ¡Max, por qué no pusiste orden en la casa! ¡Dijiste que te encargarías de eso! —exclamó Liara, incapaz de creer que sus niños hubieran vivido en un auténtico chiquero durante todos esos días. —Hice lo que pude, la limpieza no era nuestra prioridad, Liara. El alimento sí... en fin, ven, Liara, quiero