Cirdán cabalgó con Liara lejos de la ciudad real amurallada de Arvender. Al rey elfo no le sorprendió en lo más mínimo que nadie los siguiese porque lo más seguro es que Aramis les dio la información a todos, por lo tanto no había razón para que los siguieran si él mismo se estaba condenando, yendo sin apoyo y por cuenta propia a una zona infestada de sus grotescos enemigos. Y ahora, el rey y su humana se encontraban en uno de los muchos bosques que rodeaban la ciudad amurallada. Así pues, como no había razón para ir ajetreados, el pelinegro cabalgaba a paso tranquilo en su caballo acompañado por Liara que se encontraba delante de él viendo el camino que recorrían, sintiéndose preocupada por lo que les deparaba el destino. —Estás muy callada, humana. —¿Y cómo quieres que esté? Asesinó a