VALENTIN IVANOV. Me senté en frente suyo como hace tiempo no lo hacía, la observé tan linda como siempre, con ese toque sensual que la envuelve pero sin dejar la elegancia a un lado. Se veía mucho mejor que antes, llevaba un vestido corto y ajustado por encima de su rodilla, era de un color azul tan profundo como el mar caribe. Sus tacones a juego me dieron a entender lo mucho que demoro en escogerlos y hacer que combinaran a la perfección con su vestuario. Llevaba accesorios de la misma tonalidad de sus zapatos, su cabello bien recogido y arreglado, sus uñas bien pintadas y ni hablar de su maquillaje sutil pero glamuroso. Esta mujer era todo un espectáculo, recordaba que su cabello era más oscuro, quizá lo había teñido. —Hola, Val.—saludó sonriente, dándole un sorbo a su copa de vino.