Primer recuerdo.

1004 Words
—Amalia, no cansada despierta, llegaremos tarde a clase —dijo una joven voz femenina. Amalia despertó de forma abrupta, y agitada, lo único que recordaba es que iba directo hacia un camión. Al observar la escena, la se dió cuenta que se encontraba en su antigua habitación, cuando aun estaba en la facultad de leyes. —¿Qué está pasando? —preguntó Amalia en voz alta, preguntandose a si misma. —Pasa que llegaremos tarde si no te levantas, no se para que te pones a beber si luego no puedes soportar la resaca. Una chica de cabello rubio entro a la habitación. —¡Tú! —Señaló Amalia a la chica—. ¿Qué haces en mi habitación? —¿Tú habitación? ¿Qué te sucede a ti? No es solo tu habitación, también es mia, de Chloe y de Amber, ¿Qué te pasa? Amalia buscó su teléfono, empezó a sospechar qué algo no estaba bien. Lo encontró en su mesa de al lado, aun era su teléfono viejo, tenía la pantalla quebrada y decía la fecha 19 de abril del 2020, estaba viviendo cuatro años atrás. —Sabes, parece que estas de mal humor, mejor me iré sin ti, no se que te sucede. ¿Como había sido posible volver a esta fecha? ¿Por qué precisamente tenía que ser esta fecha? Amalia se levantó de la cama, pero su cuerpo le dolió fuertemente, como si hubiera impactado contra algo. Al salir de la habitación, fue directo a su salón, al llegar chocó contra un hombre. —Disculpe, no me percaté, pido mil disculpas. —Fijate por donde caminas, inutil —dijo el hombre. Amalia se molestó que el hombre la haya llamado así. —¿Como me has llamado? —reclamó Amalia. —Inútil —dijo el hombre quien se giró a verla. Era Santiago Torres. Ver ese rostro fue como una pesadilla para Amalia. —Tu eres un sinvergüenza, mandaste los documentos de divorcios con tu asistente en medio de nuestro aniversario. Santiago la quedó viendo. —¿Yo casado contigo? No me hagas reir, primero muerto antes que aceptar eso. Amalia empezó a recordar la primera vez que había visto a Santiago en su otra vida, justamente ella se había quedado dormida y llegaba tarde a clases, chocando contra Santiago, quien era el maestro de esa materia. —¡Santiago era mi profesor! ¿Como me he enamorado de mi profesor? No, debo de evitarlo a toda costa. Amalia entró al salón, estuvo atenta a la clase que Santiago brindó, era una clase especial. Al finalizar la clase todos los alumnos empezaron a salir, muchos saludaban con respeto a Santiago. Cuando fue el turno de Amalia no lo saludo. —Señorita Muñoz, quisiera verla mañana en mi despacho, tenemos una vacante disponible. —No estoy interesada —dijo Amalia. —Amalia, ¿que te pasa? La firma del señor Torres es una de las más. Importante en el país, trabajar ahí te abrirá muchas puertas —dijo Rose. Amalia recordaba que había aceptado la oferta de Santiago, pero poco después él empezó a cortejarla. Luego ayudó a su amiga Rose a entrar a la fiesta —He dicho que no, si tu deseas puedes ir en mi lugar, pero la verdad es que no me interesa. —Señor Torres, disculpe a mi amiga, no ha tenido un buen día, hoy me ha confundido con otra persona, quizás solo deba de pensarlo un poco. —Si mañana no se presenta tenga por seguro que no tendrá oportunidad en otra firma. Al decir esto Amalia sabia a lo que Ronald hacía referencia. —¿Quiere acabar con mi carrera solo porque no quiero trabajar con usted? —le reclamo Amalia. Santiago levantó sus cosas y salió del salón. —Amalia, ¿Qué sucede contigo? Primero me corres de mi propia habitación y ahora rechazas la oferta de Santiago, dime ¿tienes algún suggar que te respalde? —No soy como tú que se vende por dinero. Amalia se alejó rápidamente del salón, Rose estaba sorprendida por la afirmación de su amiga. Amalia empezó a revisar su celular, buscando algún contacto qué pudiera ayudarle, pero ninguno era de gran utilidad. Cuando Amalia estaba a punto de salir del recinto, el rector la detuvo. —Señorita Amalia, alto ahí por favor. Amalia se detuvo en el sitio y luego se giró. —¿Sucede algo, señor Manuel? —Me he dado cuenta que acaba de rechazar la oferta del señor Torres, además de que lo ha golpeado. —Señor Manuel, creo que el señor Torres no tiene los pantalones puestos ya que no sabe aceptar un rechazo, adema, soy una mujer de 105 libras, ¿qué podría hacer contra un hombre de 180 libras. —Señorita Amalia, se lo diré de esta manera, si quiere llegar a ser la mejor estudiante de la facultad, entonces deberá de aceptar la propuesta, de lo contrario, si decide no ayudarle, entonces entenderé que ya no deseas ser fiscal o seguir estudiando leyes. —Si esta facultad se rehusa a brindarme la educación por la cual estoy pagando, entonces buscaré otra que así lo desee. —¿Me estas desafiando? ¿Qué crees que pensaran las demás facultades cuando vean que dejaste de estudiar aquí? Será el fin de tu carrera, Amalia, no se que paso contigo, eres una mujer diferente a ayer. El rector se fue molesto con Amalia, ella fue directo al parqueo, buscando su Ferrari, pero luego recordó que en ese tiempo usaba un lada que compró de segunda. Cuando subió al auto, arrancó el auto sin saber a donde, cuando llegó a un semáforo en rojo ella simplemente cerró sus ojos, deseando que nada de esto estuviera pasando. Varios autos atrás de ella empezaron a pitar, ya que el semaforo había cambiado a verde, pero Amalia simplemente permanecía con los ojos cerrados. Uno de los conductores se acercó a ella. —Señorita, ¿se encuentra bien? Señorita, por favor responda.
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