Un aire muy frío y dulce

2010 Words
Dominic no quería experimentar un rechazo por parte de Nyra, preferiría esperarla por cien años más si era lo que ella necesitaba, pero definitivamente no estaría dispuesto a aprovecharse de ella y arruinarlo todo. —Mi Luna…— llamó Dominic con un tono suave aunque profundo al oído de Nyra. Ella volteó a verlo confundida. Sus mejillas tenían un suave color carmín, sus labios lucían hinchados y rojizos, sus ojos estaban ligeramente dilatados y su cabello un tanto desordenado. Dominic tuvo que alzar la cabeza y respirar profundo aunque la sala estaba llena del aroma de Nyra. Podría perder la cabeza ahí mismo con tan hermosa diosa en sus brazos. —No podemos... fue mi culpa, lo siento—. Nyra arrugó el entrecejo ligeramente confundida, decepcionada, pero sobre todo molesta. Lo que sentía era instintivo, la necesidad de entregarse a él y el rechazo comenzaba a evocar su conciencia y su buen juicio. Dominic apretó los labios cuando ella comenzó a removerse de su regazo para alejarse de él, pero él no lo permitía. —Suélteme— pidió ella con frustración, sus ojos dilatados ahora se veían llorosos. Él acarició suavemente su cabello y besó su marca logrando que la joven pudiese tranquilizarse en sus brazos aunque el sentimiento de incomodidad se revolvía en su estómago. Estaba avergonzada. —Sé que me lo agradecerás cuando estés en tus cinco sentidos, Nyra— murmuró, solamente para que Nyra lo escuchase. Dominic acercó uno de los platos con abundante comida para Nyra. —Adelante, come lo que gustes— aunque estaba dudosa por su propio orgullo, también estaba hambrienta, así que no se demoró demasiado en llevarse un bocado a la boca para saborearlo gustosamente. Pasaron algunos minutos y cuando finalmente la joven princesa se sintió mejor, ya estaba sentada en su propia silla muy pegada a Dominic, disfrutando de un maravilloso postre con deliciosas frutas que Nyra jamás había probado y otras que conocía muy bien. —Parece que te gusta mucho— sonrió él sin quitarle la vista de encima. Nyra dejó de masticar y recordó sus modales con un ligero rubor en sus mejillas. —Lo siento. —¿De qué te disculpas?— preguntó Dominic consternado. —Lo dije porque estoy memorizando lo que más te gusta. Así podré complacerte mejor— finalizó con una sonrisa ladina y una mirada con fugaz picardía. Nyra cada vez se sentía más avergonzada. Hacía un par de minutos que había regresado en sí misma y para su terrible suerte, no podía negar la atracción que sentía con cada mirada que le propiciaba e igualmente, tenía muchos problemas asimilando sus propios sentimientos y emociones de decepción cuando Dominic se detuvo en los picos más altos de tensión que tenían. Se suponía que había recapacitado después de aquella bochornosa situación, ¿entonces por qué se sentía aún tan deseosa? —¿Las parejas destinadas sienten una profunda atracción entre sí?— se atrevió a preguntar. Dominic levantó la vista del filete que estaba cortando. —Sí, naturalmente. Sienten muchísimas cosas más; excitación, conexión, confianza, anhelo, amor… Nyra se quedó quieta por un momento pensando, sin embargo, la alerta de un guardia del palacio la trajo de vuelta al momento. —¡Su Majestad, es una emergencia!—Dominic se levantó inmediatamente al escuchar eso autorizando el paso de sus súbditos. Sus ojos ahora tenían un brillo amenazante, habían perdido su dulzura anterior, pero aún así, Nyra se sentía a salvo. Aerodan entró velozmente seguido por otras personas que Nyra desconocía. —Es el vórtice, Su Majestad. Un galeón de la superficie está solicitando acceso. Nuestra vigilancia los tiene retenidos arriba—anunció. —¿Cómo encontraron el vórtice?— cuestionó Dominic. —Aún no lo sabemos, creemos que posiblemente se trate de un espía que reveló nuestra ubicación, o en el peor de los casos, un traidor— intervino un hombre de tez clara y cabellera rubia con una estructura física parecida al resto de guerreros, sin embargo, su distintivo radicaba en su vestimenta blanquecina que le daba un aspecto enigmático e importante. —Háganlos pasar, enciérrenlos y obtengan toda la información necesaria— ordenó Dominic, pero tan pronto como lo hizo, los ojos del rubio se desviaron hacia Nyra, tomándola por sorpresa. Sus ojos tenían extraños símbolos que ella no podía interpretar y que por supuesto, jamás habría creído posibles de ver. —Su Majestad, ellos vienen por Su Alteza, Luna y Princesa de Arkania, Nyra. Es una mujer quien declaró ser pariente directa por lazos paternales de Su Alteza— Nyra se levantó de inmediato, sus ojos se abrieron con conmoción. No tenía ni la más pálida idea de cómo aquel hombre sin haberlo visto antes podía saber todo eso sobre ella, pero eso era lo que menos importaba. Habían venido por ella. Dominic observó a su Luna meditando la mejor decisión. Si encerraba a sus familiares, sería muy cruel con su Luna, considerando lo que ya había sucedido anteriormente que aún no sabía a detalle. Algo en lo que estaba profundamente intrigado. Respiró con frustración. Los ojos de sus súbditos esperando una respuesta y los ojos de su Luna esperanzados presionaban su pecho.—Déjenlos pasar, pero los mantendrán muy bien vigilados—permitió Dominic, ganándose una leve sonrisa de Nyra. Nyra tenía parientes del lado de su padre. Aunque por el lado de su madre no conocía a nadie, con su padre era distinto. Eran familiares lejanos que solamente veían en celebraciones muy específicas. En general, no sabía mucho de ellos y su padre jamás ahondaba demasiado en su procedencia, pero en ese momento de la vida de Nyra, cualquier cercanía con sus lazos familiares era un reconfortante abrazo al corazón, una posible unión, un posible retorno a casa. No pasó mucho tiempo cuando Nyra se encontraba caminando velozmente por los pasillos en las direcciones que le eran indicadas por la escolta que la seguía de cerca sin perderse ninguno de sus movimientos, y por supuesto, con Dominic a su lado. No podía permitir que su Luna se encontrase con impostores o traidores que pudiesen herirla. Le habían permitido visitar a aquellos impredecibles invitados, pero solamente siendo escoltada por diez hombres adicionales al mismísimo Emperador que había autorizado la orden. A la entrada del palacio, unos amplios carruajes del palacio se acercaban, tal como ella fue traída al palacio. Dewey se unió a ellos sin demora. Al ver a Nyra, intentó acercarse a ella como era natural, pero la escolta lo detuvo. Había olvidado que en este momento, Nyra ya era tratada como un m*****o de la realeza, y pronto, si ella lo permitía, se convertiría en la Emperatriz de aquel vasto imperio. Dominic lo observó de reojo con recelo y Dewey no tuvo más opción que resignarse a permanecer a esa distancia mientras Nyra estaba completamente enfocada en las personas que bajarían del carruaje, tanto que incluso había hecho caso omiso a su alrededor. Especialmente al escalofriante aspecto que tenían los escuadrones de la guardia real del palacio juntos y en guardia contra una amenaza. Con su corazón apunto de abandonar su pecho, Nyra veía cómo los rostros bien conocidos de sus familiares eran despejados de esas capuchas impuestas en sus cabezas. No pudo evitar que sus piernas corrieran hacia ellos. Dominic la atrapó abrazándola por detrás antes de que se alejara demasiado. Al tener sus rostros descubiertos, inmediatamente se arrodillaron ante el Emperador. Estaban cubiertos de temor al ver el prominente tamaño de las tropas, pero sobre todo, del Emperador. Nyra se percató de lo nerviosos que estaban, tanto que incluso parecían haber olvidado la razón por la que estaban ahí. En cuanto sus ojos encontraron a Nyra, ella les sonrió con una inalcanzable emoción y por ese instante, ellos parecieron recuperar la compostura. Dominic se aseguró que en el momento no hubiese nada peligroso que atentara contra su luna, solo entonces permitió que ella corriera hacia ellos. —¡Tía Amelia!— chilló Nyra yendo a los brazos recién extendidos de su tía. —Mi pequeña niña— dijo ella con una pizca de ternura estrechando a la joven entre sus brazos. —Haz pasado cosas tan difíciles, lo siento tanto— continuó. —¿Cómo supiste que estaba aquí?— la mujer la miró con un ligero atisbo de duda que Nyra percibió inmediatamente. —No sé si lo sepas, querida, pero vienes de una manada de lobos. Nosotros sabemos muy bien cuando nuestra familia perece, por eso estamos aquí. Te hemos estado buscando arduamente después de que supimos que estabas desaparecida y no en las malévolas garras de ese bastardo— dijo con un tono lastimero. Nyra observó detrás de su tía y pudo ver a su tío Richardson y a sus primos que muy rara vez veía. —Dewey me contó un par de cosas sobre los lobos— sonrió la joven entendiendo las palabras de su tía, sin embargo, Aerodan intervino súbitamente. —Mientes— Nyra se giró hacia él, pero la mirada de Aerodan no estaba clavada en ella, sino en la mujer que aún posaba sus manos en los hombros de Nyra. —¿Q…Qué?— tembló la mujer en respuesta. —¿Cómo podría mentir sobre algo tan delicado?— rió con nerviosismo. La sonrisa de Nyra comenzó a desvanecerse, algo estaba mal. —Yo mismo soy un lobo y jamás he percibido algo como eso por conexiones familiares. Está claro que con una pareja destinada funciona, pero si así fuera, yo ya habría descubierto el paradero de mi propia familia— dijo Aerodan sin una pizca de duda. Dominic lanzó una mirada pesada y cargada de duda hacia aquella indeseada familia. —¿Se atreven a engañarme?— rugió Dominic acercándose hacia ellas, arrebatando a Nyra por uno de sus brazos y alejándola de ellos. La mujer se veía más que nerviosa y buscaba la mirada de Nyra desesperada. —Si ni siquiera has conocido a tu familia, no podrías saber lo que es formar un lazo— arremetió la mujer en un acto de valor mientras Nyra escuchaba perpleja el confrontamiento sin saber qué hacer ni a quién apoyar. Por un lado estaba su familia que muy rara vez había convivido con ella en el pasado, y por otro lado, estaba un hombre que parecía poder darlo todo por ella, pero era apenas un conocido. Su propia familia no podría estar mintiendo, pero Aerodan tampoco parecía ser alguien que bromeara con un tono tan serio, además de que había demostrado lealtad a ella y podía asegurar que más que deberle lealtad a ella, le tenía un profundo respeto a su Emperador. Aerodan chasqueó la lengua mostrando sus colmillos conforme su ceño se fruncía. Dominic intervino levantando la mano para calmar a Aerodan y después se dirigió a Nyra. —¿Confías en esta mujer?— le preguntó aguardando por una respuesta que estaba tardando en salir de los labios de Nyra. No estaba plenamente segura, algo estaba mal. No sabía con certeza qué. Sentía el filo de una espina incrustándose suavemente en su pecho, pero cómo podría traicionar a su familia delante de ella cuando habían venido en su rescate. —Yo… sí confío en ella— respondió finalmente indecisa, insegura, nerviosa. Dominic percibió las emociones de su Luna. —De acuerdo, por ahora mantendremos esto así, pero ustedes hablarán en privado conmigo al anochecer, aún no he dado mi visto bueno y el de mi Luna está nublado, ha pasado por suficiente— sentenció Dominic. Nyra se sentía como una auténtica traidora con su propia familia, pero, ¿por qué ese sentimiento de intranquilidad cuando veía a sus familiares crecía? —¿Cómo dijo? ¿Usted… dijo… Luna?— tartamudeó la mujer dejando espacios en su interrogante, como si no pudiese caber en su asombro. —Sí, ella es mi Luna y muy pronto será la Emperatriz de este Imperio— añadió Dominic manteniendo a una sorprendida Nyra entre sus brazos y a sus familiares con sus mandíbulas casi por los suelos de la sorpresa.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD