—¡Uno, dos tres! ¡Giro! ¡Vamos Malika! —me insta Aleskei a la distancia—. ¡Espalda recta, Malika! Sigo en lo mío, sintiendo cómo la gota de sudor baja por mi espalda, acatando las directrices y correcciones de mi maestro. Siento la adrenalina al cien, mi cuerpo reacciona a sus demandas, pero mi mente está en otro lado. «En él» —Pie en punta, Malika —se queja. —Lo hice. —No, no lo hiciste. Y por favor, dame un digno relevé. Sé que puedes hacerlo mejor. —Lo haré perfecto —jadeo conteniendo el aliento. —¡Magnífico! ¡Así se hace, cisne blanco! —mi sangre caliente corre por todo mi cuerpo, inyectando en mí la adrenalina—. ¡Vamos cisne n***o, muéstrame tu furia y oscuridad! Giro una y otra vez hasta salir de escena y hacerme a un lado, dejando de bailar, buscando el aliento, con mi man