POV Pavel Romanov
La sangre salpica en mi cuerpo, el cuchillo filoso en mi mano corta la carne con tanta facilidad, que no debo de ejercer tanta presión para que la piel del hombre que grita frente a mí, se abra.
Estoy jodidamente cabreado, y cuando eso pasa, no soy benevolente.
Mi misericordia arropa cuando me retribuyen con fidelidad, pero si me traicionan, no soy para nada amigable.
La mano ensangrentada desprendo de un tirón y se la echo a mis perros. Tienen hambre, no dudan en matarse entre ellos para morder un pedazo.
—¿Hablarás? —pregunto mirándolo a los ojos—. Puedo pasar horas y horas cortando cada extremidad de tu cuerpo, hasta que lo hagas.
—Yo solo hice lo que me pidieron… yo no sabía… ¡Por favor, te diré nombres, pero no me mates!
—Te escucho —le digo con calma
