Alan y Aisha - III

1602 Words
Alan se metió el teléfono en el bolsillo de su pantalón, miró para los lados confirmando que nadie lo veía y levantó una pierna cerrando un puño celebrándolo. Alan estuvo pensando mucho mientras se duchaba y arreglaba con un tejano nuevo y un polo ancho que no le marcaba demasiado la musculatura, no le gustaba que la gente pudiera pensar que estaba fuerte para vacilar y por eso se compraba camisetas y ropa alguna talla más grande de la que le correspondería. Pensó que se tenía de haber preocupado de comprarse más ropa para una situación como aquella, en el armario solo tenía tejanos y un traje para ir a algunos actos que con los vaqueros no quedaba bien, el traje no se lo iba a poner, se veía ridículo con él hasta cuando no tenía más remedio que ponérselo. Aisha tuvo un problema muy grande, no encontraba en su armario nada que la convenciera para ponerse ese día, se duchó tres horas antes de la cita, se plantó con el albornoz y la mascarilla en el pelo mirándose el armario con las puertas abiertas, amontonaba la ropa encima de la cama descartándola, separaba la pieza que medio la convencía encima de una silla, se volvió a meter en la ducha para quitarse la mascarilla del pelo, se lo secó y peinó como pensaba que mejor le quedaba, dejándolo caer por los lados de sus hombros, se lo retocó mil veces para dejarlo perfecto. Cuando salió de nuevo a la habitación para escoger la ropa miró la hora y “solo” quedaban dos horas para el encuentro al que llegaría en diez minutos, se estresó poniéndose nerviosa, buscó en el cajón de la ropa interior y se puso la combinación de braguitas y sujetador más nuevas y sexis que tenía, no pensaba en acostarse con Alan en la primera cita pero saber que iba guapa por dentro le daba confianza. El problema gordo lo tenía con la ropa, volvió a seleccionar sobre el montón que no había descartado. No quería ir demasiado arreglada dando la impresión que era una pija repelente, pero tampoco tan mal vestida que diera una imagen de chica dejada y sin gusto, la ropa en la habitación volaba de un lado para otro, ella soplaba y resoplaba. Una vez vestida y calzada con unos zapatos de tacón que la hacían más alta y le estilizaban la figura se miraba delante del espejo observando los detalles, pensó que llegaba a ser retrasada para darle tantas vueltas a la cabeza con la puta ropa para acabar poniéndose un tejano que le quedaba muy bien marcándole un culito bonito, y una camisa con un par de botones abiertos para dejar ver el inicio del canalillo de las tetas sin parecer vulgar pero que él no pensara que era una monja de clausura. Alan llegó antes de la hora al lugar convenido, esperó dando algunas vueltas algo nervioso pensando en los temas que se había preparado por si la conversación no fluía entre ellos. Aisha caminó los diez minutos que la separaban del lugar escogido por ella calculando llegar un poco tarde para verse con Alan, le daba vergüenza ser ella la primera en llegar y tener que esperarlo a él, tenía pensado que si él no había llegado esconderse para salir después simulando que llegaba en ese momento, ya que él muy educadamente le dejó escoger el lugar para encontrarse decidió hacerlo cerca de su casa, era la ventaja de vivir en el centro de la ciudad. Alan miraba una calle peatonal llena de gente transitando intentando verla llegar. Aisha se fue acercando y lo vio de espaldas mirando una calle, se alegró de que él también fuera en tejanos, depende como se hubiera vestido se daba media vuelta llamándolo por teléfono para decirle que llegaría un poco tarde y se abría ido corriendo a su casa para cambiarse, ella no iba a hacer el ridículo en la primera cita. El estaba concentrado mirando cabezas que se movían por la calle y escuchó en su espalda. — Hola. Se giró de golpe viéndola, no pudo evitar darle un vistazo general, sabía que era guapa y tenía muy buen tipo, pero verla con tacones, los tejanos ajustados y aquella camisa tan bonita dejando ver un poquito el inicio de las tetas le superó, intentó disimular dándole dos besos. —¿Qué tal Aisha? Cuando se giró y la miró Aisha se dio cuenta que la estaba repasando con la vista, posó para que viera bien su tipo y su ropa, sonrió al notar que le había gustado lo que veía. Le dio dos besos. Lo que no pensó Aisha es que lo que le había gustado a Alan no era la ropa precisamente, le había gustado todo lo que había debajo de ella. Iniciaron un paseo hablando de la semana de exámenes de cada uno, llegaron a la puerta de un local muy bonito y decidieron entrar a tomar algo, las conversaciones se sucedieron de manera natural y los dos se encontraron muy a gusto. Alan le pidió a Aisha para ir a cenar y esta le contestó que mejor otro día. Alan con solo aquella larga conversación estaba loco por ella, pensó que tal vez se había precipitado, o a lo peor ella no quería una relación seria y por eso no le aceptaba la invitación. Aisha le había dicho que no para que aquel chico que tanto le gustaba no pensara que era una chica demasiado fácil, cuanto más tiempo pasaba con él más ganas tenía de comerle aquellos bonitos labios, le pareció tan majo de carácter y amable que pensó que algún fallo había de tener, no podía ser tan perfecto como ella lo veía. Lo que sí aceptó Aisha fue que la acompañara a su casa, dieron un paseo caminando lentamente como si ninguno de los dos quisiera que aquella tarde se acabara. Llegaron a la puerta de su casa y se pararon en el portal uno frente al otro, cuando se miraron a los ojos Aisha estaba arrepentida de haberle dicho que no a la cena. Alan le pidió gentilmente para acompañarla a su casa, ella aceptó con una sonrisa y a él le pareció una buena señal, cuando se encontró con ella frente a frente delante de su casa para despedirse tenía ganas de estrecharla entre sus brazos, no estaba seguro de que ella quisiera volver a salir con él, así que se lanzó a ponerle sus manos en la cintura mirándole a los ojos para darle dos besos de despedida. Aisha notó las manos de Alan como se posaban sobre su cintura, un calorcillo agradable le recorrió todo el cuerpo y le dieron unas ganas tremendas de abrazarlo que tuvo que reprimir, puso sus brazos sobre los de Alan tocándole con sus manos por encima de la ropa unos bíceps abultados y fuertes, le hizo volver a su cabeza aquella imagen creada por ella desnudo cuando se masturbó pensando en él, le subieron los colores a la cara de vergüenza solo de pensarlo. Alan vio que Aisha se sonrojaba y pensó que tal vez se había pasado al tocarle tan pronto la cintura, la besó en la mejilla. Aisha se daba cuenta que él avanzaba la cabeza para besarla, le ofreció la mejilla y cuando contactó sus labios con su cara los aguantó sin separarlos oliendo su piel, cambiaron la cabeza de lado y volvió a repetirlo aguantándolos un poco más de tiempo cerrando los ojos. Alan no se esperaba aquellos besos tan largos y pensó que ella estaba más interesada en él de lo que creía, apretó sus manos un poco más sobre su cintura mirándole otra vez los ojos. —¿Podré verte mañana? Aisha notó que las manos de Alan le agarraban con más fuerza, sintió seguridad al verse casi rodeada por las grandes manos de él agarrándose un poco mas fuerte a sus brazos. — ¿En una cena? —Si no te importa me gustaría estar algo más de tiempo contigo que una simple cena. A ella le encantó el comentario de que quisiera pasar más tiempo juntos, le sonrió. — Te llamo mañana vale. —Vale. Esperaré con ganas volver a hablar contigo. Aisha giró la cabeza de lado a lado, no se podía creer que fuera tan galante, había momentos que parecía un caballero de la edad media, ella de adolescente soñaba con su príncipe montado a caballo, siempre pensó que era tonta por tener esos sueños pero parecía que lo había encontrado en aquel chico. El vio como cerraba la puerta del portal y desaparecía, caminó a buscar su coche ilusionado por la cita del día siguiente, físicamente le había gustado mucho el día que se la presentaron pero en esa salida solos se había enamorado de ella, le pareció educada, simpática, amable, dulce, inteligente…, no se le acababan los adjetivos y ninguno malo, estaba enamorado hasta las trancas. Ella cerró la puerta esperando detrás a oír los pasos de él alejarse, se puso las manos en la cara intentando analizar que había pasado aquella tarde, no se podía creer que un chico en tan pocas horas le pudiera afectar tanto, cerraba los ojos pensando en él, le pasaban como en una película varias imágenes de aquella tarde de él riendo y mirándole a los ojos, pensó que guapo era y como se, se, se, se había enamorado de él coño, estaba completamente enamorada, aquello debía ser lo más parecido a un flechazo que conocía, un certero flechazo de Cupido que le había atravesado el corazón.
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