Alan y Aisha - II

1598 Words
Teresa había estado intentando sonsacarle a Aisha que pensaba de Alan durante toda la semana, lo único que le pudo estirar es que lo encontraba guapo, Aisha se guardó para ella lo que realmente pensaba de aquel chico, pero eso le hizo pensar a Teresa que le había impresionado, era la primera vez que no hablaban abiertamente de un chico, Aisha parecía tener un don especial para calar a la gente, le hacía una radiografía de lo que intuía sobre alguien y difícilmente se equivocaba, que no quisiera profundizar en Alan era una señal para Teresa que estaba interesada en él. Aisha había pasado la semana estudiando y con algunos exámenes, había quedado un par de días con Teresa para tomar un café y hablado con ella casi cada día por teléfono, le llegó a molestar un poco la insistencia de su amiga preguntándole que le había parecido el chico que le presentaron la semana anterior, y le molestaba porque sabía que en su interior algo pasó cuando estuvo a su lado, nunca le confesaría a su amiga que aquella semana estando sola en casa estudiando pensó en él, en sus ojos con aquella mirada limpia, que se imaginó el cuerpo musculoso que debía tener y que se excitó moviendo sus manos por su cuerpo acariciándose, siempre había pensado en las caras de los chicos y en las pollas que podía ver en algunas páginas porno para tocarse, pero aquella vez no necesitó abrir ninguna página, pensaba en él, en sus ojos, en su cara, aquellos labios que le besaron las mejillas y parecía que a la vez se las acariciaba, en la mano que le apoyó en el hombro al despedirse, aquel breve contacto, aquella manera de apretar su piel suavemente la convenció de que debía ser un chico cariñoso, una mano se le fue introduciendo entre la ropa para acariciarse las tetas jugando con sus pezones poniéndolos duros, abrió un poco los labios dejando que el aire entrara y saliera de su boca mientras se bajaba un poco el pantalón de chándal rozándose con sus dedos las bragas, se amasaba una teta y la otra mano fue buscando la goma de la braga para irse introduciendo, sintió el paso de sus dedos por encima de los pelitos llegando al inicio de la rajita, cerró los ojos sentada en la silla de estudio de su habitación estirando las piernas, se compuso en su mente una imagen de Alan, su cara y pelo eran los que recordaba, el cuerpo se lo imaginó fuerte, anchos hombros con pectorales voluminosos y abdominales marcando la tableta, cintura estrecha y piernas musculadas, la polla la veía ni demasiado grande como salían en las películas porno ni demasiado pequeña, dos huevos de acorde al tamaño del pene que no le colgaban mucho, ella los cogía con una mano amasándolos viendo su polla totalmente erecta apuntando para arriba, una polla que al agarrarla tenía el grosor suficiente para que su mano no la pudieran rodear con un tacto duro y potente como todo su cuerpo, un largo gemido le hizo darse cuenta que tenía sus dedos frotándose el clítoris y el coño todo mojado de flujo, se estaba mojando como nunca antes lo hizo al hacerse una paja, volvió a su imaginación, él la agarraba suavemente, con cariño, y la estiraba en una cama, ella abría las piernas todo lo que podía para acoger en medio aquel cuerpazo, aquella polla que se acercaba a su agujero con intención de entrar y darle placer, mucho placer mientras sus manos le acariciaban la cara y los pechos, Aisha se levantó de la silla dejándose caer en la cama, sus dedos seguían presionándole y moviéndose por el clítoris, con la otra mano se bajó los pantalones y las bragas a los tobillos sacando una pierna para poder abrirlas bien, las flexionó y adoptó la postura que se estaba imaginando, dos dedos se acercaron al agujero del coño pasando por encima comprobando lo mojada que llegaba a estar, se los introdujo un poco y acabó metiéndoselos hasta el fondo dando un grito de gusto a la vez que aquel chico de su cabeza se dejaba caer encima de ella metiéndole la polla todo lo profundamente que pudo en su coño, sus dedos entraban y salían a la vez que los otros aceleraban sus movimientos en el clítoris, ella se veía agarrando con sus manos el culo de Alan, apretando sus fuertes glúteos atrayéndolos hacía ella para que la penetrara con fuerza, estaba tan mojada que el sonido de sus dedos entrando y saliendo del coño resonaba por toda la habitación, después de tres fuertes gritos seguidos se corrió, gemía con el cuerpo tenso pensando en Alan que le sacaba la polla del chichi haciéndose una paja tirándole toda la leche encima de su barriga, lo vivió tan real que cuando se sacó los dedos de la v****a se pasó la mano por la barriga como si se le hubieran corrido realmente encima. Abrió los ojos dándose cuenta al extremo que había llegado pensando en el amigo de Teresa. Lo único que le llegó a confesar a Teresa después de que le insistiera mucho y se pusiera muy pesada es que le parecía guapo, no quiso darle más detalles. Teresa le insistió durante toda la semana que lo llamara, pero ella era demasiado clásica o tímida para ser la primera en dar el paso. Alan salió del bar con sus amigos, se separaron y fue a buscar el coche para irse a su casa, era media tarde mientras caminaba sacando el móvil del bolsillo, buscó entre los contactos por la letra “S”, encontró el nombre de Aisha y dudó si presionar con el dedo o no, se paró al lado de un árbol, respiró profundamente y apretó el dedo colocando el teléfono en su oreja, la llamo aunque solo sea para que mi amigo y su novia no me den más la vara con eso pensó. Aisha aquel viernes después de acabar el último examen al medio día se había ido a casa, tenía ganas de darse un baño y relajarse de la semana, cuando acabó se puso el chándal para estar cómoda en casa y esperó a su madre que volviera de trabajar en la empresa de la familia de su padre para comer juntas, al acabar recogieron y ordenaron juntas la cocina estirándose en la cama para hacer una merecida siesta. Estaba en el mejor de los momentos de sus sueños cuando sonó el teléfono, pensó que Teresa siempre tenía la facilidad de llamarla en los peores momentos que podía hacerlo, miró sin demasiado interés la pantalla del móvil que había dejado en la mesita y pegó un salto que se sentó de golpe en la cama cogiéndolo mirando la pantalla con la boca abierta, era Alan, la enganchó totalmente por sorpresa, se puso muy nerviosa sin saber qué hacer, contestaba, le colgaba, dejaba pasar la llamada sin hacerle caso, se tocó el pelo arreglándoselo, se miró la ropa que llevaba puesta y cayó en que era una llamaba por teléfono y que no la vería, pensó en lo idiota que había parecido preocupándose del pelo y de la ropa. Alan esperaba paciente que fueran sonando los avisos de llamada apoyado con una mano en el árbol como si estuviera sujetándolo para que no se cayera, se dio cuenta de la postura extraña que tenía y disimulando apoyó el culo en el tronco. — ¿Alan? El separó de golpe el culo del árbol poniéndose recto, al pasar varios tonos de llamada sin respuesta ya se había hecho a la idea que no le iban a contestar. —¡Ostia!, perdona, perdona, pensaba que no me lo ibas a coger y me ha pillado por sorpresa, ¿cómo estás Aisha? A ella se le escapaba una sonrisilla al comprobar que él estaba tan nervioso o más que ella. — Estoy bien ¿y tú? —Bien, bien, muy bien. Se quedaron los dos en silencio. Pasaba el tiempo y ninguno de los dos decía nada, Aisha pensó en romperlo. — ¿Y entonces? Alan reaccionó rápido. —No sé, ¿Por qué me has llamado? Aisha al escucharlo no pudo aguantarse la risa descojonándose, Alan la oía reír sin saber porqué motivo. —¿Qué te hace tanta gracia? Aisha seguía riendo sin poder parar. — Que has sido tú el que has llamado hombre. Alan junto su risa con la de Aisha por no llorar, que ridículo acababa de hacer la primera vez que la llamaba, mientras reían Alan pensó en que decirle. —Que despiste perdona, he salido de un examen y todavía no tengo la cabeza en el sitio, estaba pensando que si no tienes ningún compromiso hoy, pues si te apetecería, no sé, quedar para tomar algo o cenar y hablar un rato para seguir riéndonos en directo. Aisha se dio cuenta que la excusa del examen había sido forzada, pero le encantó la forma de hablar de Alan, totalmente improvisado, natural, de buena fe. — Estaría bien. —Sii, ¿de verdad? Luego le salió un ruidito de la boca de haberse dado cuenta que había contestado demasiado rápido y que demostró sorpresa e ilusión. A Aisha no se le escapó el detalle, y se reía en silencio estirada en su cama. Quedaron en un punto para encontrarse a una hora y después ya decidirían que hacían, cuando colgó Aisha estiró los brazos como si hubiera ganado una carrera y soltó un sonoro “Si” de su boca.
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