Alan estaba tan sorprendido de la confesión de Leo que se quedó sin palabras, tenía ganas de levantarse y partirle la cara a ostias al hijo de puta, le miró a los ojos cabreado, Leo lo miró con tristeza, se levantó y se fue, Alan pensó que nunca más los volvería a ver.
Leo no le explicó que Marga le presentó a unos tíos a Aisha con los que follaba cuando le daba la gana, la misma estrategia que intentaron con él y tampoco funcionó, Aisha nunca quiso hablar de sus encuentros, uno de los amantes le explicaba a Marga alguna cosa pero no todo y los otros dos no soltaban prenda, eran más discretos de lo que ellos pensaban. Ya había sufrido bastante Alan como para contarle algo que tampoco tenía tanta importancia. Con Marga habían llegado a la conclusión de que con ellos no podrían y lo mejor era olvidarse, ya que los habían decepcionado y puteado durante tanto tiempo no querían hacerles más daño, Leo se puso serio con Marga y le hizo ver que habían sido unos miserables, que Aisha y Alan siempre fueron buenas personas y amigos con ellos, que gracias a él estaban juntos y como se lo habían pagado, se habían dejado ir por sus instintos sin pensar en los demás aprovechándose de las horas bajas que sufrían. Leo cuando Aisha antes de echarlos de su casa le dijo que Alan confiaba en él fue como despertarlo, se dio cuenta de la barbaridad que estaban haciendo con ellos. Estaba arrepentido y no quería hacerles más daño.
Alan y Aisha, cada uno por un lado habían tenido un disgusto con sus amigos, tenían claro que los habían manipulado, habían estado durante años esperando la ocasión para liarse con ellos, les escondieron que eran una pareja liberal y abierta para no asustarlos, para que no pensaran en la posibilidad que con ellos querían hacer lo mismo que vete a saber tú lo que hacían por ahí, cuando pasó lo de Giselle con Leo estaban preocupados por su problema y lo confesaron, una vez unidos de nuevo cuando Alan se sacrificó por Leo, lo volvieron a esconder con la escusa de haberse reconciliado y que ya no lo harían más, en realidad nunca dejaron de serlo y siempre persiguieron lo mismo con ellos. También reconocían que los dos eran muy inocentes, su relación fue desde el principio tan limpia y les fue todo tan rodado que pensaban que todo el mundo era como ellos cuando la realidad era muy diferente. Habían aprendido una lección.
Muy poco tiempo después Alan estaba almorzando cuando le sonó el móvil, lo sacó del bolsillo mirando quien le llamaba, era su amigo de la infancia, el novio de Teresa, Tomás. Le dijo que lo habían subido de categoría en el trabajo y que volvía con Teresa y su hijo a vivir en la ciudad de nuevo, hablaron un rato y se emplazaron a verse en persona cuando estuvieran instalados. Al mismo tiempo Aisha hablaba con Teresa quedando con ella para verse después de tanto tiempo.
Su amigo y Teresa sabían que estaban separados, aunque fueron perdiendo el contacto al estar lejos tantos años, algunas llamadas se iban haciendo...
* * *
Alan se reunió con su amigo en la casa que habían alquilado en la ciudad, se abrazaron y saludaron efusivamente. En la de Aisha se vieron con Teresa, después de saludarse les cayó una lagrimita de la emoción y la alegría de volver a estar juntas. No llevaban hablando con ellos mucho rato separados de varios kilómetros de distancia cuando salió la conversación de su separación, lo pasaron muy mal cuando pasó, los habían visto enamorarse, como se querían, lo bien que siempre les había ido, lo felices que eran con sus hijos, y estar tan lejos y no poder apoyarlos y ayudarlos les hizo sufrir. Aisha se sinceró con Teresa, le intentó explicar lo más claramente posible lo que le pasaba, que no lo entendía ni ella, que lo odiaba, no lo quería tener cerca, no verlo para nada, pero que no había manera de quitárselo de la cabeza.
— ¿Y no sabes por qué te pasa eso?
— Te juro que no lo entiendo, lo he intentado todo y no hay manera de olvidarme, que no me haga daño pensando en él.
Teresa la miraba con una sonrisilla, Aisha esperaba que le dijera algo, el silencio se alargaba y Aisha se ponía nerviosa.
— ¿Qué?, dime algo coño.
— Aisha cariño, te conozco bien y yo sí que sé lo que te pasa. Sigues enamorada de él, pero muy enamorada, como siempre lo has estado.
— Si hombre. — dijo Aisha sorprendida
— ¿Has pensado alguna vez en pedirle el divorcio?
— Noo.
Teresa la seguía mirando con la sonrisilla levantando y bajando la cabeza.
— Que me ha hecho mucho daño Teresa, que me traicionó, no confío en él, no quiero saber nada de él.
— ¿Por qué piensas que te traicionó?, ¿Por tener un lío con otra tía, fue eso?
— No creo que fuera eso.
A Teresa se le abrieron los ojos como platos, se puso hasta nerviosa…
— A ver, a ver niña, ¿Cómo que no sabes si tuvo un lio o no?
— No creo que tuviera relaciones con ella, o al menos hasta ese momento. El siempre había sido muy atento conmigo, solo existía yo para él y él para mí. Cambió Teresa, cambió, ya no era el mismo, sexualmente empezaba a cambiar.
— Coño Aisha, si no me lo explicas mejor te juro que no te entiendo.
Aisha le miró la cara y se lanzó.
— Primero me dijo que no le importaría que otra tía me comiera el…eso , lo consiguió, me dejé llevar aceptando que la puta aquella metiera su lengua en mí…eso, con él al lado besándome y tocándome…
— Lo disfrutasteis los dos así.
— No, yo no lo disfruté, me di asco a mí misma. Ves, eso él antes no me lo hubiera pedido nunca.
— ¿Con esa experiencia no te lo pasaste bien?, ¿te dejó fría?
— Bueno, fría, fría, tampoco, me corrí.
Escondió la cabeza avergonzada.
— Y otro día no le hubiera importado que un tío me hubiera follado delante de él, se estaba comportando como un vicioso, ya te lo he dicho, estaba cambiando.
Teresa estaba alucinando con lo que le estaba contando su amiga.
— A ver si me he enterado. Tú estabas acostumbrada a que Alan estuviera contigo al cien por cien sexualmente y en todo, ¿es así?
— Sí.
— ¿Y el gran problema fue que él intento sexualmente contigo hacer alguna cosa más de las que habíais hecho hasta ese momento, y que te confesó que le gustaría verte con otra mujer, y después se lo hubiera pasado bien viéndote con otro tío?, lo de la mujer entiendo que tú se lo concediste, ¿y lo del tío?
AISHA (asustada): No, claro que no, ¿cómo puedes pensar que yo follaría delante de él queriéndolo como lo quería?, ¿estás loca o qué?
— ¿Pero es qué tú no conoces a los hombres?
— A Alan perfectamente.
— Ni a Alan ni a ninguno nena, no tienes ni idea de cómo son.
Aisha la miró extrañada.
— Si yo te dijera lo que me ha llegado a pedir Tomás, si por él fuera estaríamos viviendo en una comuna follando todos con todos. Los tíos son así, tienen fantasías muy bestias tía. Pero la mayoría no se atreven a hacerlas nunca, si en su casa están bien servidos es muy raro que se vayan por ahí a buscar aventuras, algún caso hay que sí, no te lo voy a negar. Pero lo que me estás explicando de Alan no lo veo tan raro, yo creo que fue sincero contigo dejándose ir con sus fantasías; sinceramente, lo que creo es que tú perdiste la seguridad en ti misma y lo pagó él.
Aisha empezaba a llorar en silencio.
Teresa se acercó en el sofá a Aisha pasándole un brazo por los hombros.
— ¿Duele, te hace daño?
Aisha no podía para de llorar con la mano en la frente bajando y subiendo la cabeza.
— ¿Y no te has parado a pensar porque te ocurre con todo el tiempo que ha pasado?
Aisha la miraba con los ojos llorosos.
— Porque soy idiota.
— Es mucho más sencillo.
— Que no coño, no puedo estar enamorada, ¿cómo lo voy a estar joder?
— ¿Has podido abrirle tú corazón a otra persona?, ¿has tenido alguna relación con alguien?, ¿te has enamorado de otro hombre?
— Mi corazón se cerró cuando me hizo lo que me hizo, no quiero volver a abrirlo.
— Venga Aisha, eres una persona sensible con un corazón enorme, tú corazón no está cerrado.
— ¿A no?, ¿entonces como está?
— Enamorado tonta, está lleno de amor por el hombre que siempre lo ha ocupado, no puedes dárselo a otro porque lo tiene él. Mira, puedes aceptarlo o no, pero girarle la cara a la realidad no te va a ayudar.
Aisha miraba a su amiga llorando con más intensidad, Teresa la abrazó y ella apoyó su cara en su hombro para desahogarse con un llanto.
— ¿Y sabes lo peor de todo?
— ¿Que cariño?
— Que fui yo la que lo echó de casa, sin meditarlo, sin pensarlo dos veces, en caliente, tenía que haber esperado, calmarme y analizar la situación antes de hacerlo, pero no lo hice y sé que la cagué, sé que toda la culpa no es suya, yo tampoco estuve a la altura, no luché por él, no me interesé como estaba, al revés, de celos le dije de separarnos definitivamente, me cerré y quise olvidarlo como fuera, salimos un día y no quise hacerlo más porqué pensé que me haría daño. Desde el principio me quise proteger de él, si supieras las tonterías que he llegado a hacer para olvidarlo, para negármelo a mí misma, soy muy débil Teresa, la gente cree que siempre tengo las ideas muy claras y no es verdad, mi inseguridad me hizo dudar de él cuando nunca lo había hecho, ahora no le puedo tener confianza, ya es tarde para nosotros.
Un rato antes Alan y Tomás se tomaban una cerveza en un pequeño jardín que tenían en su casa.
— Sabiendo como os queríais no entiendo que os pudo pasar para acabar separados.
— Fue culpa mía, me dejé llevar por una tía y acabó fatal.
— ¿Pero seguro que no hay ninguna posibilidad de que volváis?
— Esta muy dolida conmigo, le hice mucho daño y no creo que me lo perdone jamás.
— ¿Y cómo lo llevas?
Alan se quedó en silencio, era su amigo de toda la vida y no tenía que ocultar o disimular sus sentimientos, lo miró que se le humedecían los ojos y se le rompía la voz.
— El sentimiento de culpa me ha estado matando siempre, ahora lo llevo mejor, pero estoy en la nevera, frio, no puedo enamorarme de nadie. Sabes, salí un tiempo con una chica, guapa, simpática, cariñosa, pero no pude darle lo que ella quería, no me pude enamorar.
Tomás le daba un sorbo a la cerveza mirándole los ojos llorosos.
— ¿No has podido acercarte a ella?