Alan hacía tanto tiempo que no besaba a nadie, bueno, hubo el de Marga pero ese no contaba, que lo estaba disfrutando como un adolescente, sentía que le volvían a dar cariño después de tanto tiempo sintiéndose rechazado, se volvió a tirar a los labios de Cristina, ella se los aceptó abriendo los suyos pasándole los brazos rodeándole el cuello, él la levantó apretando su cuerpecito al suyo sintiendo sus tetas contra su pecho y ella lo abrazaba más fuerte, aquel abrazo le sentaba muy bien, hacía mucho que lo necesitaba y Cristina se dio cuenta, la manera que aquel hombre la recogía en medio de sus brazos denotaba falta de cariño, como la besaba que era un hombre dulce y el bulto que le estaba saliendo en el pantalón que no tendría una polla muy pequeña. Se separaron un momento.
— Lo siento, me he dejado llevar, digamos que mi vida sentimental hace mucho tiempo que está un poco desordenada.
Cristina se giró para besarlo de nuevo, separó un momento los labios.
— Te gustaría que yo intentara ordenártela un poco.
Alan le miró a los ojos y la volvió a besar con pasión, le puso una mano en una pierna y se la fue acariciando mientras le comía la boca. Cristina pensó que era un tío muy pasional y no pudo evitar imaginarse cómo debía follar, con aquel cuerpo desnudo, con aquella fuerza, se le estaban mojando las braguitas por culpa de sus pensamientos y de las caricias de Alan en la pierna que aquellas alturas le debió de subir la faldita y alguien le debía de estar viendo las bragas, no le importaba, lo más importante era disfrutar de los besos de aquel hombre fogoso.
— Perdona, puede que esté más lanzado de la cuenta, si supieses el tiempo que hace que no abrazo ni me abraza una mujer alucinarías.
Cristina vio a un hombre sincero, le asaltaba la duda de lo que le debió de pasar a Alan para que un tío como él estuviera tan falto de cariño. Ella estaba dispuesta a dárselo, se lo estaba poniendo a huevo y no lo iba a desaprovechar. Acercó su boca a su oído y le susurro.
— ¿Cuándo acabemos las copas, me llevarás a tú casa?
Alan no dudo ni un momento.
— Te llevo ahora mismo si quieres.
Ella lo volvió a besar entregándose y se levantó. Dejaron las copas casi sin probarlas y se fueran a aprovechar el tiempo en cosas más interesantes.
Cerró la puerta de su apartamento detrás de ellos y Cristina le pasó los brazos por el cuello besándolo de nuevo. Alan dudó, pensó en el tiempo que hacía que no estaba con una mujer, le apareció la imagen de Aisha, lo que pasó con Giselle era diferente, a ella la usaba, hacía con ella lo que quería cuando quería, no estaba enamorado de ella y cuando se la follaba lo hacía con rabia por lo que le había hecho a su familia, su última referencia no le servía para comportarse igual con Cristina.
Ella le estaba subiendo el jersey para quitárselo, él levantó los brazos y se lo quitaron, le miró los ojos, le pasó las manos por debajo de las piernas y la levantó en brazos suavemente. Cristina pensó en la fuerza que tenía aquel hombre, la había levantado con toda tranquilidad y la estaba paseando por su casa seguramente llevándola a la habitación, dejó el bolso encima de la mesa al pasar por el lado y se abrazó a Alan sonriéndole. La depositó en su cama lentamente, le quitó los zapatos, se quitó los suyos y le atacó la boca comiéndosela como si no hubiera mañana, mientras la besaba una mano le fue recorriendo el muslo de la rodilla hasta meterse por debajo de la faldita parándose.
Cristina notaba que él estaba algo tenso, era consciente de que debía de llevar mucho tiempo sin “acción” e intentó tranquilizarlo, cuando notó que había parado la mano justo antes de llegar a su coño y le tocaba la parte interna del muslo le acarició la cara.
— No te pares que lo estás haciendo muy bien, me tienes muy caliente.
Consiguió darle seguridad y confianza, Alan la besó comiéndole los labios y acabó de subir su mano acariciándole el chocho por encima de las bragas, Cristina gimió flojito cerca de su oído, sabía cómo poner cachondo a un hombre, le quitó la camiseta y se quedó absorta mirándole el cuerpo, le fue pasando la mano por el pecho y los abdominales mientras él le quitaba la chaqueta y le desabrochaba los botones de la camisa, Cristina seguía pasándole la mano por los brazos y hombros tocándole todos los músculos, se estaba imaginando debajo de aquel cuerpo follando, se estaba mojando las braguitas pensando que las debía de tener empapadas, empezó a jadear y gemir, Alan le estaba comiendo las tetas, le había desabrochado el sujetador y se las estaba comiendo sin ella darse cuenta de lo concentrada que estaba en aquel cuerpo, le recorría con la lengua sus pechos por los lados y se paraba en el pezón, se le pusieron duros y salidos, le puso una mano encima de la cabeza acariciándole el pelo, como la estaba poniendo aquel tío, él levantó la cabeza y la volvió a besar.
— Si hay algo que no te guste dímelo por favor.
Cristina le hizo un gesto confirmándoselo y le bajó la cabeza para que él siguiera con lo suyo, le pasó suavemente la lengua por encima de los pezones y siguió bajando por la barriga, le subió la falda y le besó el pubis por encima de las bragas, se dio cuenta que lo tenía rasurado, le gustó, le dio otro beso en medio del coño descubriendo que las tenía mojadas y sobre todo volvió a sentir aquel olor después de tanto tiempo, un olor a chocho que le puso la polla tiesa tan apretada dentro del pantalón que le dolía. Le deslizó las bragas por sus piernas para quitárselas y le pasó la lengua por los labios mayores, Cristina abría las piernas y dejaba que él le hiciera lo que quisiera, Alan se preocupaba pensando que tal vez no se lo haría bien, la referencia que tenía era de Aisha y a Cristina no tenía porque gustarle lo mismo, le fue lamiendo muy suavemente por el centro del coño subiéndole desde el agujero de la v****a, notaba que ella le apretaba la cabeza y el lamía más fuerte en aquel punto haciéndole gemir, seguía subiendo y le volvía a apretar con las manos, descubrieron un canal de comunicación entre los dos para darle placer, cuando llegó al clítoris ya lo dejó solo, el placer la estaba matando, subió sus manos a la cabeza para poder controlarse, se lo succionó y el grito de gusto de Cristina fue tremendo, se incorporó levantándole la cabeza a Alan.
— Desnúdate y fóllame por favor que no puedo más.
El se quitó la ropa que le quedaba en la parte inferior del cuerpo y ella aprovechó para acabar de desnudarse, Alan apoyó las manos en la cama y subió las rodillas caminando a cuatro patas, Cristina abrió las piernas para que aquel pedazo de hombre se colocara en medio y él se estiró suavemente aguantándose con una mano en la cama para no dejarle caer encima todo el peso, se besaron con dulzura, ella le pasó la mano por los pectorales acariciándolos, él cerraba los ojos sintiéndolo, la bajó notando los abultados abdominales y le acarició el pubis depilado agarrándole la polla, Alan abrió los ojos sabiendo que estaba a punto de penetrar a una mujer por placer, Cristina le acarició la cara con la otra mano para tranquilizarlo y se acercó la polla a la v****a rozándose el agujero mojado para lubricar la punta, Alan apretó un poco y le introdujo el glande suavemente, ella cerró los ojos gimiendo y él se la siguió metiendo despacio hasta el fondo, entraba ajustada y aquel contacto lo estaba volviendo loco gimiendo fuerte, pensó en relajarse un poco o se iba a correr en nada.
Cristina lo besó mirándole a los ojos y Alan se empezó a mover dentro de ella, con suavidad, sintiéndolo y haciéndoselo sentir a ella, los gemidos se unían, las caderas se movían siguiendo el ritmo. Cristina pensaba como podía ser que un tío tan tierno y cariñoso como aquel pudiera estar en el mercado sin que cualquier otra le hubiera echado el lazo antes. El movió sus caderas en círculos y ella despertó de sus pensamientos con un grito de gusto, Alan llevaba el ritmo y ella se movía debajo de él agarrándole el culo. Cuando Cristina empezó a dar gritos porque se corría Alan no aguantó más tirándole el primer lechazo dentro del coño, se movían y corrían con pasión, acabaron los dos abrazados recuperándose.
— Lo siento si no he estado muy fino, seguramente me falta práctica.
Cristina se lo miraba con cariño, la había hecho disfrutar, con él moviéndose encima que es lo más difícil para un hombre, saber el ritmo y la cadencia adecuada para llevar a su amante al orgasmo, y encima se disculpaba, lo besó con ternura.
— Has estado genial, era la primera vez, tampoco vamos a exigirnos más de la cuenta.
Alan la miraba con los ojos cansados, o relajados.
— ¿Te quedarás a dormir conmigo por favor?
Cristina entendió que le estaba pidiendo compañía y que le diera cariño, le agarró la cabeza y le puso la cara en su cuello, él le dio un beso y la rodeo con uno de sus brazos juntando su cuerpo al suyo, antes de quedarse dormida se seguía preguntando, que le debió de pasar a un hombre como aquel, atento, educado, cariñoso y que tan bien le había hecho llegar a un orgasmo para estar como un gatito abandonado buscando a alguien que le diera un abrazo.