Lío en la Cabeza

1218 Words
Alan el viernes por la mañana no podía concentrarse, estaba tan nervioso con la cena de aquella noche que no podía ponerse ni a leer ningún documento. Se fue del despacho al medio día, intentó comer algo pero no tenía hambre, se fue a su apartamento y empezó a mirar por los armarios lo que se iba a poner esa noche, lo tuvo claro, lo que se ponía siempre si no tenía que trabajar, un tejano roto y una camiseta con un jersey por encima lo más grande que encontrara, así disimularía la barriguita que le había salido por su mala vida. Se afeitó, se duchó, se perfumó con el olor que sabía que le gustaba a Aisha, se miró en el espejo ya vestido, respiró profundamente y salió con las dos botellas de vino y unas flores que había comprado para aquella noche. Aisha había vaciado medio armario buscando ropa que ponerse, no quería ir demasiado atrevida, pero tampoco echa una mojigata, quería que Alan viera lo que se estaba perdiendo por su culpa, en el fondo le salía un deseo de venganza todavía. Se duchó, se perfumó sabiendo que era el preferido de Alan y se miró en el espejo con un vestido bonito, se acordó de aquella primera cita con él, como le costó encontrar la ropa para ponerse, se sonrió a ella misma mirándose en el espejo, recordó lo bonito que fue cuando se conocieron. Respiró profundamente y salió para casa de sus amigos. Cuando Alan aparcó el coche en la calle de Marga y Leo vio el de Aisha, se dirigió al ascensor sabiendo que ella ya estaba allí, los nervios se lo comían. Aisha hablaba con Marga mientras Leo acababa de poner la mesa y sonó el timbre de la puerta, se puso tensa cambiando la cara, Marga le apretó el brazo para que la mirara y tranquilizarla. Abrió la puerta Leo, Alan lo saludó y le dio las dos botellas de vino, levantó la vista rápidamente buscando a Aisha, la vio en medio del salón, estaba guapísima, tal como la recordaba, era una preciosidad y empezó a notar una presión en el pecho de la tensión. Aisha esperó que Leo abriera la puerta con incertidumbre, la habían avisado de que ya no era el Alan de siempre, que había cambiado físicamente, cuando lo vio lo primero que pensó es que no había cambiado tanto, estaba un poco más rellenito y no se le veía tan fuerte, se había imaginado que estaría peor, se dio cuenta que los dos se estaban mirando. Alan entró y saludó a Marga que estaba más adelantada que Aisha, le dio una rosa roja y Marga le dio un beso en la cara sonriéndole. — Estoy contenta de verte. — Yo también Marga, y muy nervioso. — Tranquilo, para ella tampoco es fácil. Alan la miró con cariño respirando profundo, se acercó caminando despacio a Aisha que no se había movido del sitio, Leo y Marga disimuladamente se metieron en la cocina dejándolos solos. Alan estiró la mano con la rosa, Aisha le miró a los ojos y se la cogió. — Muchas gracias, tan caballero como siempre. — ¿Cómo estás Aisha?, no sé qué hacer, si darte la mano, dos besos, o nada. — De momento creo que será mejor que no nos demos nada. — Ya ves, he cambiado un poco, estoy mucho más feo, tú sin embargo sigues tan…, bueno, que estás guapa como siempre. Aisha bajaba la mirada, conocía a Alan cuando estaba nervioso y siempre se había reído mucho de aquella situación, aquella noche no estaba para reírse. — Perdona, ya sé que cuando me pongo nervioso no doy pie con bola, me conoces demasiado. Fueron a buscar a la cocina a sus amigos y ayudaron a sacar la cena a la mesa, se sentaron como lo hacían siempre, ellas a un lado y ellos delante, salieron varias conversaciones y anécdotas del pasado que les hizo pasar el rato, después de la cena tomaron una copa, se sentaron juntos en un sofá y sus amigos les dejaron que hablaran entre ellos separándose un poco. Hablaron de los niños, era lo más fácil en aquellos momentos, cuando se acabó la copa Aisha se levantó diciendo que ya era tarde y se iba, Alan se levantó con ella ofreciéndose a acompañarla al coche. Marga y Leo estaban convencidos que habían conseguido poner una primera piedra para intentar unirlos, se prepararon otra copa y brindaron por ello mirándose a los ojos con complicidad. Aisha y Alan bajaron juntos caminando por la calle sin saber que decir, se pararon al lado del coche de ella. A Alan le empezó a coger la tos, síntoma de que quería decirle algo a Aisha y estaba nervioso, ella lo sabía. — Tú crees, tú crees, que tal vez, algún día, no sé, si te va bien, a lo mejor, pues eso… — Alan por favor dilo ya que me estás poniendo nerviosa. — Si aceptarías cenar conmigo. Respiró hondo. — Ya está, ya lo he dicho. Aisha lo miraba no sabiendo si reírse o ponerse a llorar, después de tantos años parecía que volvían a ser unos críos. Lo vio tan nervioso, más gordito, con la misma cara de inocencia de siempre que le dio pena. — Mira, voy a quedar contigo para cenar de aquí un mes. —¿Un mes? — dijo Alan extrañado — Sí, un mes, quiero ver al Alan que conocía, si en un mes vuelves a estar como estabas cenaré contigo. No me gusta verte tan desmejorado. — Vale, acepto el reto. Aisha se metió en el coche y se fue. Alan volvió a respirar profundamente y se animó, tenía un objetivo en la vida, después de tanto tiempo tenía algo por lo que luchar. El lunes llamó a la consulta de un dietista para adelgazarse, volvió al gimnasio y a correr para ponerse en forma, tenía un mes para cambiar su cuerpo, la ilusión que tenía aquellos días no la había tenido en mucho tiempo, hasta Lidia le dijo que lo veía mucho mejor. El se levantaba pronto para correr por la ciudad, al medio día antes de comer iba al gimnasio a muscular, por la noche intentaba relajarse porque estaba molido, le dolía hasta el cielo de la boca de las agujetas que tenía, pero no podía parar, tenía que estar bien para cenar con Aisha, poder hablar con ella le hacía sentirse bien, el poder estar a su lado aquella noche de la cena en la casa de Leo y Marga le había servido de bálsamo, que no le hiciera mala cara le animó mucho, no pensaba en esos momentos poder volver con ella pero si mejoraba su relación ya estaba contento. Aisha mientras volvía a su casa aquella noche del viernes pensó si no se había precipitado diciéndole que cenaría con él, no le quería dar ninguna falsa esperanza, que se vieran de vez en cuando podía estar bien, así hablaban de las cosas de los hijos y se ponían al día, pero de volver con él no quería ni pensarlo. Volver a estar a su lado le había afectado, tal vez lo mejor sería no verlo más, no tenía nada claro y su cabeza era un lio.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD