Contrato de Pasión

Follada y Contenta

— ¿Qué te pasa?, estás cambiando, ¿no te das cuenta?, nunca se te hubiera ocurrido decirme algo así.

Alan no quiso entrar en discusión y no le contestó. Pensó en lo que le había dicho su mujer, no era consciente de ningún cambio en él, tal vez estar con Giselle le afectaba en algo, no lo creía, que se le estaba despertando cierto interés en aspectos diferentes del sexo podría ser. Tenía claro que a Giselle no la tocaría, no había estado ni tonteando con ninguna mujer desde que conoció a Aisha, nunca le hizo falta, valoraba mucho lo que tenía en su casa, con Giselle no sería una excepción, se alegraba la vista con ella de la manera que vestía pero eso no le haría perder la cabeza y tener la necesidad de follársela, como mucho luego tendría más ganas de estar con Aisha.

Se volvió a poner guapa para ir a ver a Giselle, no quería bajar el nivel ni que ella pensara que le tenía miedo. Sin darse cuenta estaba haciéndole el juego igual que Alan. Giselle seguía poniéndose lo más provocativa que podía, ese día además llevaba una correa sujeta al collar. Alan le había pedido a Aisha que no le hablara a Giselle, que no le diera pie para contestarle, pero no se pudo aguantar.

— Y esa correa que te has dejado puesta es para que te saquen a mear guarra.

— No, es para que me la cojas tú y me obligues a comerte el coño.

— ¡Ja!, ya te gustaría cerda.

— Me muero de ganas.

Giselle apoyó una mano en el suelo y arrastró el culo acercándose a donde estaba sentada Aisha, vio que se le acercaba y se puso nerviosa, intentó que no se le notara.

— ¿Qué estás haciendo?

Giselle no le contestó y apoyo su cabeza en las rodillas de Aisha que miraba a Alan alucinada. El se encogía de hombros.

Estuvieron un rato en esa posición, Aisha no sabía si apartarle la cabeza o no. Giselle le dio un beso en una rodilla, se le abrieron los ojos de la sorpresa, volvió a mirar a Alan que le devolvió la mirada con una sonrisilla, entendió que él estaba esperando que se dejara hacer, pensaba que debía ser muy morboso para su marido ver como una tía le comía el chichi pero por otro lado no se podía creer que a él no le importara.

Cuando reaccionó Giselle le estaba besando un muslo, se tensó, le vino a la cabeza que sobre todo de joven una de sus fantasías había sido probar de acostarse con una chica, saber cómo lo debían de hacer, pero nunca se atrevió a llevarlo a la práctica. Giselle seguía subiendo su boca y lengua por los muslos de Aisha, si no le había dicho nada ni apartado la cabeza hasta ese momento Giselle sabía que tenía muchas posibilidades de acabar haciendo lo que tenía en mente. Le agarró suavemente las rodillas y se las apartó, Aisha estaba como abducida del momento y se dejó hacer agarrándose a una pierna de Alan que estaba con los ojos muy abiertos para no perderse detalle. Alan le acarició el pelo y la besó con pasión, ella lo interpretó que era para que se dejara, en ese momento Giselle le besaba por debajo de la falda encima de las bragas y le hizo dar un suspiro, se estaba calentando y le costaba de entenderlo, cuando se dio cuenta le estaba bajando las bragas y le había pegado el primer lametazo en medio del coño sacándole un gemido, movió su mano de la pierna de Alan y le agarró la polla, la tenía tiesa de la excitación comprobando que su marido estaba deseando de que lo hiciera, se dejó hacer.

Giselle estiró de ella para sacarle el culo hasta la punta del sillón con las piernas abiertas y poder mover su lengua por el coño de Aisha, Alan le besaba el cuello y ella le agarraba la polla pajeándolo por encima del pantalón con los ojos cerrados. Desde luego aquella hijaputa sabía mover la lengua, no podía parar de gemir, Alan le acariciaba las tetas y entre los dos la estaban poniendo ardiendo, su marido se desabrochó el pantalón y Aisha metió la mano por dentro cogiéndole la polla siguiendo con su paja, podía notar el liquido pre seminal de lo excitado que estaba, Giselle ya le estaba trabajando el clítoris con maestría, involuntariamente levantaba el culo del sillón del gusto, su marido seguía apretándole las tetas y besándole el cuello, la cara y los labios, su mano aceleraba la paja haciendo gemir a Alan. De pronto notó que el orgasmo se apoderaba de ella y soltó un grito de placer antes de empezar a correrse, Giselle le pasaba la lengua con más energía por el coño y Alan le gemía en el oído de gusto, aceleró la paja y su marido se corrió con ella, el chocho y la mano los tenía mojados de flujo y semen por la corrida.

Giselle se apartó, Aisha se relajó, abrió por primera vez los ojos desde que empezara todo y se levantó con prisas, se puso las bragas y salió corriendo del apartamento avergonzada, se había dejado llevar por aquella tía que odiaba, por su marido que estaba deseando que pasara, en ese momento se sentía mal, se sentía sucia. Corrió hasta el coche y se dio cuenta que las llaves las tenía Alan, salió caminando por la calle. Alan que había salido detrás de ella se metió en el coche parando a su lado que ya había recorrido como cincuenta metros, le abrió la puerta desde dentro y Aisha subió, lo miró cabreada.

— No puede ser, no debió pasar y lo sabes.

Alan intentaba calmarla.

— Ha pasado y ya está, tómatelo como una experiencia.

— ¿Una experiencia?, que huevos tienes, ¿qué te pasa tío?, estabas deseando que pasara, te tiene controlado, nos tiene controlados, hace con nosotros lo que le da la gana y tú feliz.

— No te voy a negar que ha sido excitante, puede que nos vaya bien para la relación alguna novedad.

— No Alan no, no nos va a ir bien, ya nos iba bien sin estás mierdas, esto no se va a repetir.

Alan la veía muy nerviosa y no le dijo nada más, llegaron en silencio a su casa y Aisha se metió en la ducha, necesitaba enjabonarse, sentirse limpia otra vez.

Giselle después de masturbarse con el consolador y correrse todavía con el sabor del coño de Aisha en su boca se sentía orgullosa, se duchaba riendo de lo que había pasado, no pensó que le costara tan poco comerle el coño a la mujer de su amo, sus planes iban por donde tenían que ir y estaba contenta.