No lo esperaba de ti

1778 Words
Pasaron varios días y Aisha no veía nada claro el asunto de su marido con Giselle, aquello no acabaría bien. Aquella noche volvió a hablar con él. — Alan no crees que la broma de Giselle ya dura demasiado, háblale claramente y que se espabile, si tiene problemas mentales es su problema, esto nos va a afectar y no quiero que pase cariño. — Si no es ella quien se aburra no me dejara tranquilo, me seguirá agobiando en el trabajo y quiero poder dedicarme a mis casos con tranquilidad, de esta manera puedo trabajar tranquilo a cambio de estar un rato delante de ella cada tarde. — Pero no te das cuenta que eso no es normal tío, que le den por culo. Al final acabarás cayendo. — No, no pienses eso por favor. — ¿Y qué quieres que piense coño?, mi marido se está viendo cada tarde con una tía guapísima, joven y que se lo quiere follar, ¿te crees que soy gilipollas?, si sigues más tarde o más temprano acabarás cayendo que es lo que espera ella tonto. Alan la abrazó, ella se giró de espaldas enfadada, le besó el cuello y fue bajando la lengua por la espalda. — ¿Qué haces? Alan no le dijo nada siguiendo su recorrido con la lengua pasándola entre las nalgas entreteniéndose en el agujero del culo, Aisha dio un pequeño gemido tapándose la cara con la almohada, abrió las piernas y subió un poco el culo para que su marido pudiera acabar de bajar la lengua y lamerle el coño, los gemidos se convirtieron en gritos ahogados contra la almohada. Cuando la tenía a punto de correrse le dio la vuelta, se metió en medio de sus piernas y le metió la polla en el coño dejándose caer encima de ella. — Solo te follo a ti, al amor de mi vida, entiendes. Aisha solo podía pasarle la mano por la nuca para besarlo y sentir como la empotraba contra la cama, que gusto que le proporcionaba, le subía el orgasmo poco a poco con su marido moviéndose entre sus piernas con sus manos apretándole la espalda y el culo, se corrieron los dos a la vez mirándose a los ojos. Una tarde volvió a ir con su marido al apartamento de Giselle, si no podía hacer que Alan dejara de ir ella también quería estar presente, tenía que evitar que cayera en sus redes, sabía que Giselle no era de las mujeres que abandonasen sus ideas, si se había metido en la cabeza follarse a su marido lo iba a conseguir. Allí estaban los dos otra vez sentados en los sillones con Giselle sentada en el suelo con la cabeza baja. — Tú quieres que mi marido te folle y no vas a parar hasta conseguirlo, ¿verdad? Giselle y Alan la miraron a la vez sorprendidos por la pregunta. — Contéstame pedazo de puta. — No solo que me folle, que me domine, que me haga lo que quiera sin que yo pueda evitarlo, quiero abandonarme a él, confiar en él, sé que el placer que me va a dar es tan grande que vale la pena cualquier sacrificio. Aisha se levantó y le plantó un guantazo en medio de la cara. — Que puta eres, voy a venir cada día con él, lo verás pero no lo probarás hija de puta. ¿Por qué coño no te buscas a otra persona joder? — Seguro que tú sabes la respuesta, es el mejor. Aisha volvió a levantar la mano para darle otra ostia y Alan se la agarró parándola. — Ya está bien Aisha por favor, tú no eres así. Aisha miró a su marido a los ojos. — ¿Yo no soy así?, que tengo que hacer, dejar que esta puta haga contigo lo que quiera, antes la mato. — Ya está bien por favor. La agarró de la mano y se fueron. Aquella noche discutieron del asunto, Aisha le dijo que no iba a ir ningún día solo, que ella lo acompañaría y si hacía falta le iba a quitar la tontería a Giselle a ostias, Alan viendo que estaba muy alterada no quiso contradecirla. Al día siguiente la pasó a buscar por su casa antes de ir a ver a Giselle, Aisha salió con un vestido muy corto, con un escote que se le podía ver el canalillo y marcaba sus tetas de forma espectacular, estaba sexi como pocas veces la había visto, entró en el coche y miró a Alan fijamente. — Te has puesto muy guapa hoy. — ¿Te gusta cómo voy? — Estás preciosa. Aisha miró para delante con una sonrisilla, quería demostrarle a su marido que lo que tenía en su casa no estaba por debajo de nadie tuviera la edad que tuviera. Llegaron al apartamento de Giselle, esta vez iba con una combinación negra de sujetador y tanga que quitaban el hipo y la bata transparente por encima, se había puesto un collar de cuero como el de los perros alrededor del cuello y a su lado cuando se sentó tenía una fusta para caballos forrada de cuero. Aisha y Alan se sentaron, él sacó el móvil haciendo ver que se distraía con él, en realidad lo que no quería era que Aisha le viera mirando a Giselle como iba vestida. Giselle levantó la mirada sonriendo. — Hoy vas muy guapa y sexi. — Es para que veas bien a quien se folla mi marido. Le agarró a Alan de la pierna haciendo que este se girara mirándola. — ¿Ehh? — Que tú me follas a mí y a nadie más. — No me extraña, eres una mujer muy atráctiva. Aisha la miró levantando una ceja. — ¿Qué pasa que a ti te gusta la carne y el pescado? — Si quisieras te comía el coño ahora mismo. Aisha se levantó como si la hubieran pinchado en el culo colocando la mano para abofetearla. Giselle levantó la cabeza provocándola. — Aisha por favor. — Déjala, si se siente mejor pegándome que lo haga. — Cállate puta. Alan le estiró de una mano y la hizo sentar de nuevo. — Aunque me pegues seguiré teniendo ganas de comerte el coño. A ti también te gusta que te dominen ¿a qué sí?, te gusta sentir su fuerza cuando te folla, te gusta notar que te agarra fuerte y te sientes intimidada por ese cuerpo que debe tener debajo de la ropa, lo ves como un animal salvaje dejando ir sus instintos y te corres perdiendo la cabeza. Aisha pensaba en silencio sorprendida de como coño podía saber aquella tía cosas tan intimas. — Cállate o te voy a ostiar hasta reventarte cabrona. — Así, de momento comerte el coño nada ¿no? Aisha miró a Alan que estaba tan sorprendido de la conversación como ella. — No puedo con esta tía, de verdad que la mato. — Vale ya Aisha, no le hables, pasa de ella, estamos un rato más y nos vamos. Aisha cada día que salía de aquel apartamento salía más cabreada, se daba cuenta que Giselle era quien marcaba los tiempos, los estaba llevando por donde ella quería, y eso no le gustaba nada. — Alan acaba con esto, por favor te lo pido, busca una solución porque no vamos a acabar bien. — Lo estoy pensando cariño, busco la manera de hacerlo pero que sea definitiva. Llegaron a su casa y Alan entró detrás de Aisha por la puerta del garaje, la miraba por la espalda como se le movía la faldita del vestido, se acercó rápido a ella y la agarró por la cintura levantándola del suelo, Aisha gritó del susto, la llevó en volandas hasta la mesa del comedor y la estiró encima levantándole el vestido, le metió la mano entre las piernas tocándole el coño por encima de las bragas, se inclinó y la besó con lengua. — Cariño cuando te vistes así me pones a cien. — Amor que tengo que ir a buscar a los niños. — Primero acabemos algo que tenemos pendiente. Le apartó las bragas y le acarició en medio del coño don dos dedos, Aisha notó el contacto y miró para el techo cerrando los ojos gimiendo, cuando él la tocaba así perdía la cabeza, la hija de puta de Giselle lo sabía, parecía conocer las sensaciones que tenía ella cuando estaba con su marido, y lo peor es que ella estaba loca por tenerlas también, no podía permitirlo. Alan le había quitado las bragas y le estaba lamiendo el chichi como a ella le gustaba, como él sabía que la hacía gritar de gusto, estaba a punto de correrse que él le abrió las piernas, se sacó la polla tiesa y la penetró de un golpe moviendo la mesa, le sujetó las piernas con sus fuertes manos bien abiertas y la penetraba sin tregua. Aisha estaba totalmente entregada con el coño chorreando de la excitación, Alan soplaba y gemía follando a un buen ritmo sabiendo que les iba a llevar a correrse a los dos, dio unos cuantos fuertes golpes de caderas y empezó a gruñir corriéndose, Aisha notó el primer lechazo en su interior y se dejó ir con un fuerte orgasmo, sí, la cabrona de Giselle tenía razón, le gustaba sentirse sujeta por su marido, sentir su fuerza y sus corridas dentro de ella, pero Alan era solo de ella y haría cualquier cosa para que así siguiera siendo. Se dieron una ducha rápida y fueron los dos a buscar a sus hijos. Por la noche Aisha le hablaba a su marido de las cosas del día y notó que estaba más cayado que de costumbre, algo le rondaba la cabeza. — ¿Te pasa algo?, estás muy callado. Alan la miró fijamente como no atreviéndose a decírselo. — Vamos cariño, que nos conocemos mucho, dime que te pasa. — Que le estoy dando vueltas a lo que te ha dicho Giselle. — Ya está esa otra vez en medio de nuestras vidas, ¿y qué es lo que ha dicho? Alan dudo un momento. — Que te lo comería. — ¿Y..?, ah no, ya sé lo que estás pensando, de eso nada tío. Se levantó del sofá nerviosa. — ¿De verdad no te importaría que esa tía metiera su boca en mi…?, no me jodas Alan, esto sí que no me lo esperaba. Se fue mosqueada a su habitación, Alan le dio un poco de tiempo para que se calmase y subió, se preparó y se metió en la cama con ella abrazándola por detrás.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD