— Nena, si hoy no cae déjalo que es tonto ese chico. — dijo su madre
— Y tú que sabes si voy a salir con un chico o no.
— No, si vestirte así es lo más normal del mundo para ti, esta niña se piensa que tiene unos padres tontos, pásalo bien y toma precauciones.
Aisha se puso roja del comentario y levantó la voz.
— ¡Papá!
Salió del piso con sus padres riéndose a carcajadas.
Alan había conducido hasta la puerta de la casa de Aisha, durante el trayecto pensó que aquella tarde tendría que dar un pasito hacía delante, como mínimo besarla y acariciarla para no parecer un pardillo tonto, se puso nervioso solo de pensarlo y de cómo buscaría la oportunidad si no lo veía claro. Espero pacientemente en el coche sabiendo que ella debía estar dándose los últimos retoques cuando se abrió el portal y apareció ella, se le abrieron los ojos como platos, lo que estaba viendo no se lo había imaginado ni en el sueño más erótico que había tenido con ella, aquellas piernas que se acababan donde empezaba una faldita que el calculo que le faltarían unos tres dedos para llegar a las bragas se le grabaron en el cerebro a fuego, todo el conjunto estaba de infarto, pensó que como podía tener tan buen gusto para vestirse. Despertó al darse cuenta que ella buscaba con la mirada algo, cayó que no conocía su coche, salió rápido de él dirigiéndose donde estaba ella, que al verlo le sonrió con aquella boca que tantas ganas tenía de besar, se paró delante mirándosela descaradamente de abajo arriba, le miró lo ojos…
—Aisha, estas, estas preciosa, ya te lo confirmo yo, no hace falta que pierdas energías intentando averiguar si me gusta o no lo que llevas puesto, el conjunto te cae como un guante, además es bonito, es, es, es, yo que sé perdóname estoy nervioso ostia.
Aisha bajó en el ascensor y salió a la calle, no vio nadie esperándola y se preocupó, miró para los lados para ver si lo veía venir y se abrió la puerta de un coche saliendo Alan, mientras se acercaba a ella le dio un repaso rápido, aquellos pantalones rotos le caían tan bien, y la camisa, que la aguantaba en su sitio unos hombros anchos, entonces se dio cuenta de su mirada, la tenía clavada en ella, estaba claro que le gustaba como se había vestido, llegó delante de ella y empezó a hablar, empezó muy bien pero acabó que no sabía ni lo que decía, estaba nervioso de verla, se convenció de que lo tenía enamorado y tonto, se rio mirándole a los ojos, le acarició la cara y le dio dos besos muy cerca de la boca notando sus manos como le volvían a rodear la cintura.
Cuando Alan sintió la mano de Aisha en su cara tuvo claro que aquella tarde darían el pasito que él esperaba dar, la agarró de la cintura mientras ella le daba dos besos muy cerquita de sus labios, le miró los ojos con una sonrisa y ella bajó la mano de su cara a un hombro acariciándolo, ella no tenía prisa en separarse y él pasó las manos de la cintura a su espalda. Aisha al verse rodeada por los brazos de Alan se acercó más a él, podía oler un suave perfume o colonia que se había puesto, le gustó, era un olor suave pero con fuerza, parecía el perfecto para aquel chico, si sus manos le acariciaban la espalda pensó que ella también tenía el derecho de palpar un poco, le colocó las dos en el pecho notando un musculo abultado, al bajarlas un poco la camisa se pegó a su cuerpo por debajo pudiendo ver el volumen real de aquellos pectorales, le apretó las dos tetas y sin pensarlo dos veces soltó…
— Pero si tienes más tetas que yo.
Alan se descojonaba de risa del comentario y ella le acompañó riendo los dos.
—¿Nos vamos?
— Si, si, mejor.
Ya con el coche en marcha Aisha le preguntó dónde iban a ir tan pronto, él le respondió que era una sorpresa. Se había preocupado de llamar a su amigo que estaba de fin de semana fuera de la ciudad con Teresa para preguntarle por algún bar o local que pudieran ir con Aisha a aquellas horas y fuera “discreto”, su amigo le dijo donde iban con Teresa al principio y a Alan le gustó lo que le explicó de él, a cambio tuvo que ponerlos al día de cómo era el segundo día que salía con ella y lo contento que estaba. Llegaron hablando durante el camino de cosas sin importancia, aparcó el coche y se pararon delante de la puerta, una fachada sin una ventana ni nada por donde ver cómo era dentro, solo una gruesa puerta de madera.
— ¿Conocías este sitio?
—Me lo ha recomendado el novio de tú amiga Teresa, ellos venían aquí.
— Entonces seguro que está bien, vamos.
Se acercaron a la puerta y él la abrió poniendo una mano en la espalda de Aisha para que entrara ella primero, la acompañó hasta que entró y él lo hizo detrás.
El local era oscuro, lo parecía más de lo que era por el cambio de luz al entrar, una vez se adaptaron los ojos pudieron ver una barra iluminada, un camarero que caminaba con una bandeja con bebidas para servirlas a una pareja y unos sofás repartidos por la sala que parecían muy cómodos.
— Esta claro que Teresa no tiene nada de tonta.
—¿Te gusta, nos quedamos?
— Nos quedamos.
Ella se dio cuenta que si había algún lugar para poner en práctica su estrategia de besarlo aquella tarde aquel era perfecto. Como había muy poca gente a esas horas pudieron escoger el rinconcito que más les gusto donde podían tener cierta intimidad. Se sentaron y esperaron que el camarero les viniera a atender, le preguntaron si podían empezar tomando unos cafés y así lo hicieron, los dos tenían claro que allí iban a pasar mucho tiempo y seguramente pedirían más de una consumición. Esperaron a que les trajeran los cafés mirando y comentando como era el bar o lo que fuera aquello, parecía limpio y decorado con plantas y maderas que daban más intimidad a la gente.
Les sirvieron, ellos se miraron en silencio, Alan le cogió una mano a Aisha, ella lo había visto venir y dejó que él se la cogiera, notaba como el dedo gordo le acariciaba por encima y la suya estaba desaparecida dentro de la mano de él, le gustó el contacto, las caricias que sentía…
Alan vio que ella le dejaba cogerle la mano y acariciársela, se lo pensó un momento y se lanzó con valentía algo nervioso…
—Aisha, yo, bueno que, me gustas mucho, quiero que sepas que no he podido dejar de pensar en ti desde que nos despedimos ayer.
Ella lo escuchaba con atención pensando: “Que mono, se me está declarando”, le apretó la mano, la soltó de la suya y la levantó despacio poniéndosela en la cara, él le miraba a los ojos fijamente, y ella le acariciaba la cara notando la piel fina, movió el culo acercándolo más a él y fue acercando despacio su cabeza a la suya. Alan después de declararse se había quedado esperando la respuesta de ella, esperaba que le dijera algo pero lo que pasó y es que le acarició la cara, vio como se acercó más a él y avanzaba la cabeza, pensó, me va a besar, se está acercando para besarme, no dudo y fue directo a besar aquellos labios que tantas ganas tenía. Se juntó el hambre con las ganas de comer, los dos lo estaban deseando y no pudieron disimularlo.
Se rozaron los labios, a él le pareció que besaba unos labios suaves, a ella que aquel primer beso Alan se lo había dado con mucha ternura, abrieron un poco la boca encajando los labios en medio de los de cada uno, él lo encontró blandito y apetecible, ella que el sabor de su boca le gustaba y se estaba excitando. Se separaron un momento, se miraron a los ojos y se tiraron a comerse la boca el uno al otro sin tregua, Alan pasó sus brazos por la espalda de ella y Aisha rodeó con los suyos el cuello de él, notó como con fuerza sus brazos la acercaban más a él, movió el culo un poco más y chocaron las caderas al haberse movido también Alan, se estrecharon más juntando sus cuerpo. Aisha apretó sus tetas al pecho de él, se le había declarado y ya no había que esconder ninguna carta, le quería demostrar que ella también estaba enamorada, que lo deseaba. Alan sintió como las tetas le apretaban y se deformaban en su pecho notando los pezones duros, un cosquilleo le recorrió la entrepierna moviendo sus manos por la espalda de Aisha, una la desplazó hasta la cadera bajándola un poco para acariciarle la pierna volviendo a subirla llegando a la cintura repitiendo varias veces el recorrido, la otra mano se la pasaba suavemente por la nuca y el pelo. A Aisha se le humedecían los labios de comerle la lengua a Alan, tenía los ojos cerrados disfrutando de aquellos calientes besos cuando notó que las manos que tenía en su espalda se movían, el contacto con su cadera, pierna y cintura la estaba poniendo a cien, se estaba mojando las braguitas sin remedio, y aquella otra mano de él que la cogía por la nuca y enredaba sus dedos en el pelo la estaban volviendo loca, sin dejar de besarlo pasó sus manos por los hombros, tocaba músculos que no sabía ni que existían, volvió a tocarle los pectorales, grandes, voluminosos. Una mano de él siguió subiendo por su cintura hasta rozarle un pecho por el lado, Aisha suspiró dentro de la boca de Alan y se lanzó a meter las manos por debajo de la camisa de su chico que tan bien besaba, las apoyó en la barriga y alucinó de las montañitas que les hacían los abdominales, tuvo que sacarlas y separar la boca de la de Alan porque vio que estaba perdiendo los papeles del calentón que le estaba entrando.
— Bufff.
A Alan le dio la risilla de ver como la había conseguido poner con sus besos y caricias, mientras ella se arreglaba el pelo y se recomponía.
—No me has contestado.
Aisha lo miró extrañada.
— ¿A qué te tengo que contestar guapo?
—A lo que te he dicho antes preciosa.
Ella pensó que después de la declaración no había podido responderle nada de la emoción, le besó con un húmedo beso, le miró a los ojos.
— ¿No te parece bastante respuesta esta?
—¿Pero querrás salir conmigo o no?