Ella se molestó y él se dio cuenta.
— Perdona, ¿tú te piensas que beso y me dejo acariciar por el primero que pasa, que concepto tienes de …?
No la dejó seguir besándola otra vez sujetándola por la nuca, ella se entregó al nuevo beso y cuando se separaron los labios la miró con una sonrisilla.
—Entonces eso es un sí.
Aisha volvió a besarlo riendo. Alan levantó la mano avisando al camarero y le pidió dos copas de cava.
— No me gusta mucho el cava.
—A mí tampoco pero tenemos que sellarlo y celebrarlo con algo.
Los dos rieron mirándose a los ojos, él le pasó un brazo por los hombros y ella dejó caer la cabeza besándole el cuello.
Brindaron chocando las copas y bebieron un sorbito. Pasaron la tarde besándose, acariciándose, haciéndose arrumacos, estaban enamorados y se dejaban ir sin esconderse nada el uno al otro.
En el último encuentro entre sus labios las manos de los dos se recorrían los cuerpos con soltura, lo único con lo que todavía no se habían atrevido era a meterse mano en el sexo, Alan mientras se devoraban la boca le puso una mano encima de la rodilla, Aisha lo notó y no le dio importancia, la mano fue subiendo muy lentamente y se paró apretándole el interior del muslo, ella dio un pequeño jadeo apoyando la suya en la parte alta del muslo de él, Aisha sabía que no era el sitio adecuado pero deseaba que la tocara. Alan tenía un calentón tremendo de toda la tarde sobándose, subió un poco más su mano por el medio de los muslos metiéndola debajo de la faldita, Aisha movió la suya acercándola más al paquete, si tú te acercas yo me acerco pensó, inconscientemente de las ganas que tenía separó un poco las piernas, las bocas seguían comiéndose, antes de que las separara la mano de Alan ya le había entrado hasta el final agarrándole el coño, gimió por la sorpresa y la excitación levantando su mano agarrándole el paquete notando la polla tiesa y hacía un lado que apretó para poder sentirla mejor, los dos gimieron de excitación y se separaron de golpe, sabían que allí no podían llegar a más. Aisha miró la hora.
— ¿Vamos a tomar un poco el aire y cenamos?
Alan se levantó ofreciéndole la mano que ella agarró con agrado, pagó la cuenta y salieron a la calle respirando hondo los dos, se subieron al coche y mientras conducía para ir a cenar Alan empezó a reír a carcajadas. Aisha se lo miraba con una sonrisa.
— ¿De qué ríes?
—Del calentón que hemos pillado, madre mía como me has puesto, necesitaría una ducha fría ahora mismo.
Ella se moría de risa pensando en la imagen de él debajo del agua con la polla tiesa. Le acarició la cara, Alan giró un momento la vista para mirarla apartándola de la carretera.
— Me gustaría que fuera especial, déjame pensar en algo vale.
A Alan se le fue de la cabeza el llevarla algún sitio con el coche después de cenar para acabar lo que no pudo hacer por la tarde. Aisha se dio cuenta de que él pensaba, seguramente le había destrozado algún plan para follar aquella misma noche.
— Ten un poco de paciencia y te prometo que te lo recompensaré.
El la volvió a mirar con una sonrisa.
—Lo haremos cuando tú quieras donde quieras.
Ella sonrió mirando la carretera, su respuesta tranquila, dándole la impresión que haría por ella cualquier sacrificio le gustó, le gustó tanto que lo deseaba más, deseaba sentir su mano de nuevo en su coño, acariciándoselo, frotándolo, masturbándola, y ella poder agarrarle la polla bien agarrada, sin ropa por el medio, a pelo, el grosor y el tamaño que había podido palpar también le había gustado, se imaginaba a los dos desnudos estirados en una cama haciéndose una paja el uno al otro, movió la cabeza para los lados para sacarse aquellos pensamientos de dentro, se estaba mojando las braguitas otra vez.
—¿Estás bien, te pasa algo?
Respondió rápido un poco nerviosa recapacitando de donde la había llevado su imaginación.
— Estoy bien, estoy bien, pensaba en lo que ha pasado esta tarde, (una pequeña mentirijilla no hace daño pensó), sabes que nunca hubiera imaginado que en tan poco tiempo pudiera estar tan enamorada de alguien, (ahora se estaba sincerando con él), ayer al medio día estaba comiendo con mi madre hablando de cosas cotidianas, estaba sola y sin compromiso, era totalmente libre, y hoy a estas horas tengo novio, es increíble.
Alan reía.
—Mujer si tienes novio es porque tú quieres tenerlo y libre lo serás siempre conmigo, no tengo ninguna intención de cortarte las alas en nada, tú decides lo que más te conviene.
Aisha lo escuchaba y se le caía la baba, le encantaba como él le hablaba, le daba seguridad.
Estaban cenando en un bonito restaurante, Aisha ya se había organizado un plan.
— Mañana te llamo a las ocho de la mañana para confirmarte el plan que tengo en la cabeza.
—Vale, ¿el plan es secreto?
— De momento sí porque tengo que confirmar un pequeño detalle.
—Pues tendremos que ir a dormir pronto esta noche.
— Antes me tendrás que dar unos cuantos besos más de esos tan buenos que das.
—Claro, los que tú quieras cariño, para ti son gratis.
Aisha levantó la vista mirándole a los ojos.
— ¿Quieres decir que también tienes besos para otras?
Alan le devolvió la mirada serio.
—Si los pagan bien sí.
Y empezó a reír que se partía el pecho. Aisha lo miraba dándose cuenta que le estaba tomando el pelo.
— Míralo, si me ha salido un graciosillo el niño.
El le cogió una mano.
—¿Te he dicho que estoy muy enamorado de ti?
— No lo sé, puede que me dijeras algo pero no me acuerdo muy bien.
Quería devolverle la pelota con otra broma.
—Pues lo estoy, y es más creo que estoy delante de la mujer de mi vida, de la madre de mis hijos.
A ella aquellas palabras le atravesaron el corazón, era lo mismo que pensaba ella pero nunca se hubiera atrevido a decírselo de aquella manera tan abierta. Dejo los cubiertos encima del plato.
— ¿De, de, de verdad?
Se dio cuenta que le acababan de salir las palabras con la vocecita de boba que odiaba, y que él tenía la facilidad de hacer que hablara así.
— Coño que parezco tonta hablando así.
Alan reía mirándola.
—Si cariño, de verdad, ahora mismo estoy convencido.
Aisha no quiso volver a hablar para no parecer más tonta pero estaba encantada, estaba enamorada y estaba loca perdida por aquel hombre. Y Alan era consciente que lo que le había dicho aquella chica no se lo había dicho nunca a nadie, y estaba convencido de ello, lo que sentía por ella era tan grande que le sobrepasaba, a él no se le aflojaba la voz, pero estaba tan tonto por ella que haría cualquier cosa por tenerla contenta.
La dejó en la puerta de su casa pasadas las doce con la intención de verse el domingo temprano.