Sonrisa Maliciosa

1701 Words
Se abrazaron, se sintieron los cuerpos desnudos cayéndoles el agua por encima, Aisha lo agarraba con fuerza, como queriendo que no se separara de ella nunca, que no fuera a ninguna parte, él la apretaba entres sus brazos, sabía que así ella se sentía protegida, no estaba de acuerdo con lo que le había hecho a Giselle pero en parte la entendía y la quería, la quería mucho, como nunca podría querer a nadie más. Con Giselle seguían trabajando en sus casos de manera profesional sin ningún comentario fuera de lo que era el trabajo, el caso de los ingleses estaba muy bien encaminado y se ganaría, Alan notaba que no se movía con la soltura que lo hacía normalmente por los latigazos de Aisha del día anterior. Cuando le abrió la puerta de su apartamento seguía haciendo mala cara, se había intentado vestir sexi y se le veían las marcas rojas por todo el cuerpo, Alan la acompañó despacio y no dejó que se sentara en el suelo, hizo que se estirara en el sofá para que descansara sus heridas y él se sentó en el sillón a su lado. Giselle había estado exagerando sus movimientos toda la mañana para darle pena a Alan, cuando entró en su casa y le dejó estirarse en el sofá tuvo claro que había cumplido su objetivo, él la estaba cuidando y eso era otro paso para conseguir lo que buscaba. Ese día Alan le dio conversación, intentó disculpar a Aisha y le dijo que un día de aquellos vendría a pedirle perdón. La conversación se fue alargando, le preguntó cómo había llegado a ese punto de sumisión, cómo se metió en ese mundo y Giselle le respondió a todo, le explicó quien era Sebástien y como había influenciado en su vida, le dio datos de lo que se puede llegar a sentir, como el placer y el dolor se juntan teniendo una experiencia como nunca antes. Alan la escuchaba descubriendo un mundo nuevo para él, no se había parado a pensar que se pudiera llegar a vivir así y que hubiera gente que lo hiciera. Un par de días más tarde se presentaban Aisha y Alan en el apartamento de Giselle. Aisha iba con intención de disculparse aunque no estaba arrepentida de lo que hizo, estaba convencida que aquella puta que quería quitarle a su marido se lo merecía. Alan intentaba que su mujer quedara bien delante de Giselle y darle una imagen de unión del matrimonio, lo que no sabía de él mismo es que estaba cambiando, todo aquello le estaba afectando pero él no se daba cuenta. Giselle sabía que vendrían los dos y había preparado como parte de su estrategia una “pequeña” sorpresa. Entraron y se sentaron en los sitios habituales, estaban los tres en silencio, Alan miró a Aisha haciéndole un gesto para que hablara. — Giselle, yo sé que lo que hice no estuvo bien, pero tú también tienes que reconocer que me provocaste, de todas maneras te pido disculpas. — Eres mi ama y puedes hacer lo que quieras conmigo. Aisha miró a su marido, no se podía creer que aquella tía estuviera tan mal de la cabeza, Alan le sonreía, él estaba empezando a entender de que iba aquello. — Como sabía que vendrías te he preparado una sorpresa, un regalo para que lo disfrutes. — ¿A mí? — Sí, a ti. Les pidió permiso para poder levantarse del suelo y entró en su habitación, Aisha y Alan se miraban sin tener ni idea a que se estaba refiriendo Giselle con lo del regalo. Salió acompañada de un n***o enorme, musculado, bien fibrado, se parecía a Alan en la gran musculatura pero con la piel oscura y brillante parecía que estuviera más fuerte, estaba desnudo con un collar de cuero en el cuello y tenía una polla enorme, le colgaba flácida y le llegaba a medio muslo, Aisha abrió los ojos como platos, Alan se incorporó un poco para mirarlo con más atención. — Aquí lo tienes, este es tú regalo, puedes hacer con él lo que quieras. Aisha se quedó sin palabras, ¿le estaban ofreciendo a un tío con una pollón para que se lo follara?, ¿era eso?, miraba a Alan totalmente contrariada. Alan acercó su boca al oído de su mujer. — Si quieres hacerlo por mí no hay ningún problema. Aisha se levantó de golpe asustada. — ¿Me estás diciendo que no te importaría verme follar con ese tío, que te importa una mierda que otro se folle a tú mujer, y delante de ti? — Sería excitante y una experiencia diferente. En cuanto se lo dijo Alan se dio cuenta que la había cagado, le salieron las palabras sin pensarlas mucho, por deseo, sabía que se habría puesto cachondo viendo a Aisha follar delante de él, y se dio cuenta que algo le estaba cambiando por dentro, antes jamás lo hubiera permitido. — Iros todos a la mierda, estáis como una puta cabra. Salió del apartamento caminando rápido, Alan detrás de ella, bajaron en el ascensor en silencio, todo el camino en coche sin decirse nada, entraron en su casa y en medio del salón Aisha se giró mirando a su marido a los ojos. — Esto ha llegado demasiado lejos, tú puedes hacer lo que quieras. Te pido que duermas en la habitación de invitados, si no quieres lo haré yo, mañana recoge algunas cosas y vete por favor, no puedo seguir haciendo vida contigo en esta casa. Alan se entristeció de oír aquellas palabras, le temblaba la voz. — Por favor Aisha, no saquemos las cosas de quicio, hablemos. — Ya hemos hablado de esto, te lo estoy diciendo desde hace mucho tiempo, que la dejes, que pases de ella, pero me doy cuenta que tú no puedes hacerlo, necesitas verla y cada vez te tiene la cabeza más liada, por favor vete y aclárate. Cogió las llaves de su coche para ir a buscar a sus hijos, Alan se quedó solo en su casa, pensó que tal vez Aisha tuviera razón y necesitara reflexionar sobre todo lo que había pasado en los últimos tiempos, recogió unas cuantas cosas y se fue a un hotel, si se tenía que ir de su casa mejor hacerlo cuanto antes, convivir en la misma casa con su mujer sin poder tocarla y con malas caras no podía ser bueno para nadie. Para Aisha no fue nada fácil tomar aquella decisión, esperaba que Alan reaccionase, que pasara una noche fuera de casa y se diera cuenta de la tontería que estaba haciendo con Giselle, que a ella la echara tanto de menos que volviera siendo el marido de siempre. Aisha llegó y encontró todas las luces apagadas, sus hijos se fueron a cambiar y hacer los deberes de la escuela, ella entró a su habitación y vio que faltaban cosas de Alan, estaba claro que había hecho una bolsa y se había ido, se sentó en la cama y lloró amargamente, era una pesadilla tremenda, ¿cómo llegaron a esa situación?, cómo una persona como Alan, responsable con su familia, que los quería tanto a todos se pudo meter en la mierda que se estaba metiendo, le dolía el pecho y las lágrimas resbalaban por su cara. Giselle cuando el matrimonio se fue de su casa con prisas le entró la risa, todo iba como ella quería, con suerte había conseguido que discutieran y eso la beneficiaria. Miró a su amigo de color comenzando por la cara bajando la vista despacio repasándole los músculos, se quedó con la vista fija en la polla, se la agarró con la mano y la empezó a pajear, se acercó a él y se besaron. — Tú y yo vamos a pasar un buen rato antes de que te vayas. Lo llevó hasta su cama, lo estiró y ella se puso al lado sentada sobre sus talones, le hizo abrir las piernas y le agarró los huevos con fuerza amasándolos, bajó la cabeza y se metió aquel c*****o de su polla grande en la boca siguiendo con la paja, lo estaba empalmando, se le endurecía y crecía, se metió un huevo en la boca apretándolo, él dio un gemido medio de placer medio de dolor, se escupió en la mano para que resbalara por todo el tronco de la polla suavemente pero con energía, se quitó las bragas metiéndoselas en la boca al tío, se subió encima como el que se sube a un caballo sujetándole el pene tieso apuntándolo a la entrada de su coño, fue dejando caer el culo metiéndose la punta de aquella polla dentro, resopló de notarla entrar tan ajustada, empujó para abajo con su culo y se metió la mitad dando un grito de gusto, volvió a apretar y la introdujo hasta que le hizo tope en la v****a, no le cabía más y le faltaban dos dedos de polla por meterse, le miró a los ojos y le soltó una ostia en toda la cara, el amigo gimió, se fue moviendo arriba y abajo follándose un pollón que pocas veces se veía, le agarró los pezones con los dedos retorciéndolos, el tío pegó un grito de dolor y ella aceleró sus movimientos de caderas y cintura gritando también pero de gusto, cuanto más rápida se movía dándose placer más le apretaba los pezones, los dos gritaban, él por la combinación de dolor y placer y ella por aquella enorme polla negra dentro de su coño que se lo estaba dilatando como nunca antes lo había hecho, se corrió con la boca abierta mirando al techo con los ojos en blanco, cuando acabó le pegó otra ostia al tío, se salió de encima y le agarró la polla estrujándosela y pajeándola con una fuerza que él pensaba que se la iba a arrancar, se corrió gritando ahogadamente por las bragas de Giselle en su boca, pegó unos lechazos enormes manchado todo lo que había a su alrededor, Giselle le sacó las bragas de la boca tirándolas al suelo. — Dúchate y vete. Se estiró en la cama descansando pensando en Alan y Aisha con una sonrisilla maliciosa.
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