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1639 Words
Lydia sentía cosquillas en su cuello, un fuerte olor a comida y dificultad por abrir sus ojos. Era como si estos no quisieran volver a la realidad que los esperaba. Sentía unas suaves caricias en su cuello y la idea de estar nuevamente desnuda en la cama de cierto alfa, le asustaba tanto que abrió los ojos de manera inmediata y se sentó de golpe. — ¡Carajo! —Adrián grito. Se palpo el cuerpo, verificando que tuviera su ropa puesta y suspiró aliviada cuando confirmo que así era. Observo al castaño, quien se había apartado y su rostro se endureció. ¿Qué hacia el beta de cuarta a su lado? — ¿Y tú que? —preguntó— ¿No sabías que esto es abuso s****l? — ¿Abuso s****l? —la expresión de miedo aun no se iba de su rostro— ¡Abuso s****l! —esta vez grito— P-ero solo estaba tratando de ayudarte —hablo de manera nerviosa. Un momento. ¿Por qué no le había lanzado un comentario de odio? Y ademas ¿Por qué la estaba ayudando? — ¿Ayudandome? —se apuntó— Creí que me odiabas —concluyó— Si es alguna clase de broma, te aseguró que te voy a golpear —apuntó al castaño— Soy pequeña, pero mis puños son poderosos. — Que carajo... —susurro con las mejillas sonrojadas— ¿Por qué te ves tan malditamente tierna diciendo eso? —preguntó tapando la boca con su mano. — ¿Tierna? Sea lo que has consumido, debes darme un poco —Lydia soltó una escandalosa carcajada— Ayudarme —continúo riéndose— Por poco y me lo creo —suspiro mientras se ponía de pie— Debo irme. — Lo digo enserió —Adrián siguió por detrás a la rubia— Mira, se que empezamos con el pie derecho, solo creí que eras un aprovechada y querías la fortuna de Anthony —el castaño sacudió su cabeza— ¿Qué estoy diciendo de nuevo? —se regaño a si mismo. — ¿Fortuna? — ¡Si! —gritó— Lo siento ¿sí? —corrigió— Lamento haber hecho comentarios horribles hacia ti, es decir... Eres solo una niña —Adrián se quedo en silenció cuando el pequeño cuerpo de Lydia se detuvo. — Quieres decir que ¿Todo esto es por mi edad? —la rubia se giro hacia el beta— No preguntaste mi nombre y me juzgaste apenas me viste. ¿Sabes lo que sucedió ese día? —preguntó mirando de manera molesta al castaño— Casi me secuestran, ya no tengo a la única persona que me ha apoyado en mi vida y sobre todo, no tengo un hogar. ¿Crees que es justo juzgar a alguien solo por ser un omega? —la expresión de Lydia era de tristeza total— Hasta donde sabía, yo era un alfa —musito— Yo no era una omega... Y no pedí serlo a mis 20 años... Debo salir de aquí. Dejando en total silencio al beta de cuarta se encamino a la salida del apartamento, no necesitaba esa falsa amabilidad. Su vista se encontraba en el suelo, el pasillo se le estaba haciendo más largo de lo usual y lo odiaba, porque sus lágrimas empezaban a bajar por sus mejillas y odiaba llorar y que las personas la vieran, odiaba mostrarse débil. Lydia iba tan absorta en sus pensamientos, que no se percato de haber chocado con alguien, por inercia hizo una leve reverencia y continúo su camino. — ¿A donde vas? Se hacía también esa pregunta ¿A donde iría? Tendría que rezar para encontrar alguna habitación que fuera económica y buscar trabajo en lo que fuera, no podía dormir en las calles. — Lydia —llamaron— ¿A donde vas? La omega continúo sin responder, su brazo fue sujetado y con fuerza, su cuerpo se giró, quedando frente a Anthony. — A-Anthony... — ¿Qué sucede? —preguntó con expresión preocupada— Estás llorando —menciono llevando su mano a las mejillas de la rubia— Dime que sucede ¿Qué necesitas? — D-Debo irme... —bajo la mirada. — ¿A donde? ¿Por qué? —preguntó llevando su otra mano a la mejilla de Lydia— Dime que te hace falta y lo consigo ¿Es la decoración? Si deseas podemos remodelar todo el apartamento, si necesitas ropa, vamos hoy mismo a conseguir lo que deseas, pero, no te vayas —pidió. — T-Tú de verdad no quieres estar cerca de una omega recesiva como yo, no finjas —menciono quitando las grandes manos del pelinegro de sus mejillas— Te estoy haciendo un favor, agradéceme luego —le dio una ultima mirada al pelinegro y empezó a alejarse. — ¡Espera! —volvió a tomar el brazo de la omega. — ¿Qué quieres? —preguntó molesta. — Pídeme lo que quieras, pero no te vayas —menciono desesperado. — ¿Por qué insistes tanto en que me quede? —preguntó reprimiendo sus lágrimas. — Porque me aterra encontrarte en alguna otra situación peligrosa —respondió mirando fijamente a Lydia— No quiero ni pensar en donde dormirás, en qué condiciones estarás ¿Te alimentarás bien? Estás tan delgada que no pesas nada... Solo quedate y prometo darte tu espacio, no te molestaré, es más ni me verás —sugirió— Por favor... ¿Como iba a negarse a esa petición? Siempre fue alguien orgullosa, pero esa mirada aterrada que tenía el alfa en sus ojos, solo la hacían querer cumplir su petición. Quizá lloraba porque debía irse, porque no vería más a Anthony, quizá en el fondo si deseaba quedarse. — C-Cuando tenga dinero suficiente, prometo irme —sentenció. Entonces los ojos del pelinegro se iluminaron y atrajo a su cuerpo a la rubia, un abrazo que se sintió demasiado cálido para ser real. — Perfecto —Anthony se separó del cuerpo de la rubia— ¿No te duele? —preguntó examinándola. — ¿Qué cosa? —preguntó limpiando sus mejillas. — El cuello —respondió— La alfa de ayer te tomo por el cuello, aún estás algo enrojecida. Le pedí a Adri que te aplicará una crema que me recomendó el medico de mi familia. — Ese beta esta enamorado de ti o algo así —preguntó abultando sus labios— Pensaba que me quería aprovechar de ti ¿Eres millonario? — Adri y yo somos como hermanos —respondió de manera divertida— Es cierto que es algo territorial, pero no es un mal chico, te lo aseguró. — No respondiste la otra pregunta... — No soy millonario —sonrió— Mis padres lo son ¿Quieres que cocine algo para ti? Soy bueno con las manos —Anthony llevo su mano a la mejilla de la menor, limpiando sus húmedas mejillas. — N-No gracias —respondió sonrojada. No contaba con que su estomago rugiera, haciéndola sentir más avergonzada de lo que estaba. — Andando, prepararé algo delicioso para ti —dijo tomando su mano. — Recuerda lo que dijiste —Lydia soltó la mano del pelinegro— Me darás mi espacio y no quiero que piensen que me estoy aprovechando... Y-Ya nos hemos acostado antes y d-dijiste que no te atraían los omegas, que yo no tengo nada en especial —casi susurraba— Promete que no volverá a suceder “eso” entre los dos —levanto la voz y miro a Anthony. — Estoy de acuerdo —respondió con tranquilidad— Prometo no intentar nada. Con esa promesa se dirigieron al apartamento del alfa nuevamente. ¿Como iba a enfrentar al beta después de haberle dicho sus verdades? No tenía ni idea, pues dijo lo que sentía en ese momento y era cierto que odiaba la falsa amabilidad, alguien no cambia su manera de pensar sobre algo de la noche a la mañana y tan solo ayer, Adrián la odiaba. Cuando Anthony abrió la puerta, el castaño se acerco corriendo hacia el alfa. Sus ojos estaban enrojecidos y en cuanto noto la presencia de Lydia, bajo la mirada. — A-Anthony. — ¿Qué sucede, Adri? —preguntó preocupado— ¿Te sientes mal? — No, no —negó de inmediato— I-Iba a decirte que Lydia se había ido, pero veo que ya regreso. — Si, la convencí de quedarse, no te preocupes —hablo revolviendo el cabello de Adrián— ¿Puedes creer que Adri se siente culpable por hablarte tan feo ayer? —preguntó mirando a Lydia. — No... — Incluso consiguió diferentes tipos de cremas para tu herida en el cuello —dijo mientras caminaba hacia la cocina— Espero gastes todas esas cremas, sino tocará almacenarlas —comento con diversión. Sorprendida observo al beta y ahora era ella quien se sentía culpable. Le había dicho cosas horribles al castaño. — De verdad lo siento —hablo— Lo que dije ayer, como te juzgue sin conocerte, no tengo derecho de hacer eso —suspiro— De verdad solo quería ayudarte. — G-Gracias —Lydia trato de sonreír— Hace un momento me deje llevar por mis emociones, lo lamento si dije algo indebido. — Dijiste la verdad —respondió de inmediato— Nadie debe de juzgar a los omegas por ningún motivo. ¿Quieres que empecemos de nuevo? —preguntó tímido. — Me encantaría —la rubia sonrió. — ¿Qué tanto secretean? —Anthony pregunto desde la cocina. — Que sea nuestro secreto ¿sí? —Adrián estiro su mano. — ¡Si! — ¿Adri? —volvió a preguntar el alfa. — ¡Nada! —gritó con una sonrisa dibujada en su rostro. Así como su vida como omega iniciaba, nuevas amistades llegaban a su vida. Nada malo podría suceder ¿verdad?
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