Lydia podía sentir el dolor en su espalda baja y también podía sentir que se encontraba en un lugar diferente, pues recordaba la sensación de encontrarse en una habitación de un hospital.
Además de que podía escuchar la risa de Adrián y el ruido del televisor.
— ¿Puedes bajar la voz? —preguntó suspirando.
— Oh ¡Pequeña! —el castaño se lanzó de inmediato al cuerpo de la menor— Por fin despiertas.
— No he dormido tanto —respondió abriendo sus ojos.
— Paso un día entero —le hizo saber el castaño— Prácticamente dos días estando lejos de Anthony y de nosotros —el mayor peino los cabellos rebeldes de Lydia— ¿Como te sientes? ¡Es cierto! —se puso de pie— Debo ir por el doctor —hablo caminando hacia la salida.
— ¿Donde esta mi cachorro? —preguntó antes de que el beta abandonara la habitación
