Las mejillas de Lydia se sonrojaron de inmediato. Anthony la estaba esperando y aunque no era el escenario que había imaginado, su corazón había empezado a palpitar como loco, su alfa se encontraba cerca suyo y su loba interior se sentía ansiosa. Cuando estacionaron el auto su mirada se dirigió al auto de atrás, pues su cachorro se encontraba con Adrián, ya que no podía hacer demasiada fuerza. La puerta se abrió y los ojos de Lydia se encontraron con la mirada fija y oscura de su alfa. — Cariño... —susurro. La rubia bajo la mirada y tomó la mano que el pelinegro le extendía. Cuando puso un pie en el suelo, el exquisito aroma de Anthony la invadió, que por poco cae al suelo por la impresión, el mayor la sujeto de la cintura y no pudo evitar hacer una mueca de dolor. — E-Eso duele un p
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