Parte 7: Touch by Touch

1084 Words
—Maldito bastardo. —Con ojos inyectados en blancura, enfurecido, dejó salir aquellas garras negras y afiladas para destrozar el rostro del hombre frente a él, a paso peligroso. —No, espera, Harriet. Entre la luz ciega y débil, salió aquel hombre con un rostro donde se plasma la fortaleza, pero si nos fijamos bien, la enfermedad y la muerte se pueden notar, solo si prestan atención a esos detalles, de lo contrario pasarían desapercibidos. Sin prisa y sin dejar de ver sus ojos blanquecinos, Samael, sacó su brazo de la chaqueta de cuero fina y bien conservada, para mostrar su brazo marcado por líneas rojas. Algunas de estas, cambiaban de posición, como aquella sombra que se mueve sobre nuestro cuerpo, aquellas líneas sin uniformidad, se movían cuáles sombras a su antojo, causando temor incluso al peli blanco frente a él. —Imposible… esto es imposible. —dice suavemente mientras su voz se apaga y sus ojos vuelven a la normalidad. —¿Por esto te fuiste?, ¿por esto abandonaste a mi padre?, ¿esto de verdad es…? —Sí, lo es Harriet. —mira su brazo y cierra sus ojos suspirando, rendido ante aquella enfermedad extraña, con procedencia desconocida por los clanes vampíricos y de la cual solo data una muerte desde el inicio de la creación de las especies vampíricas hasta la actualidad. Aquella condición a la que, incluso Drácula, temía “Prefiero morir de hambre que de esa monstruosidad”, fue profesado por el mismísimo amo, hace milenios antes de morir. —No sé cómo… pero ahora solo sé que estoy muriendo por Yerniscarbunco Nigreos. —Sacude la cabeza al sentir una leve punzada. —Sé que padre te odia ahora, pero si le decimos podrá ayudarte. —No, no le dirás nada. —Líneas blancas aparecen alrededor de sus ojos, ahora rojos y opacos. —Atrévete a decirle una palabra y te mato. Ya lidié contigo en el pasado. —¿Qué? —dice sintiendo escalofríos en su cuello. —Yo nunca me he enfrentado a ti… —¿Seguro? —ríe con suavidad. —No despertaste hecho un desastre en el bosque porque si, consciente de lo que habías hecho y desorientado. —No… —Sí, yo me enfrenté a ti, estabas dispuesto a pasar a los demás pueblos para masacrar a su gente, yo tuve que pelear a muerte contigo. —se acerca lentamente hasta estar a pocos pasos cerca de él. —Y ahora nadie más que tú lo sabe… No puedes decirle a tu padre esto, solo me odiará mucho más por no haberme acercado estando en el mismo lugar que ustedes en ese entonces y tampoco le vas a decir sobre esto. —señala su brazo y lo mira desafiante. —Dios… —Ni lo menciones porque no va a ayudarte. —No lo entiendo, ¿por qué te fuiste?, eso no es motivo y menos teniendo a un vampiro experto en medicina, no vengas a echarme cuentos y dime la verdad. —alza la voz, enojado, mirándolo a los ojos. —Dime. —Antes de que asesinaran a Bakar… —cierra sus ojos recordando aquel momento. —… Me advirtió respecto a un Plerus que ahora ha muerto a manos de un Draita, ese Plerus estuvo obsesionado con tu tío durante milenios… —¿Qué? —Anonada alza sus manos ligeramente sin entender la situación. —Sí, un Plerus, Amadros, estaba obsesionado con tu padre, decía estar enamorado, pero claramente no es así… nunca se lo he dicho a tu padre y hasta el día de hoy sigue sin saberlo… El punto es que tuve que irme porque Amadros intentó matarme, tantas veces que no tengo la más mínima idea de cómo pude sobrevivir hasta hace unos meses que supe que le dieron muerte. —Sus ojos se llenan de lágrimas. —No puede ser cierto. Pudimos haber hecho algo por ti, incluso si moríamos Samael. El haber huido y haberlo dejado destrozado ¿Te pareció mejor idea? —Harriet escúchame… En ese entonces tu padre y yo planeamos tantas cosas que solo debía resistir y no demostrar nada que le hiciera sospechar sobre mí… Amadros dijo una y otra vez que si no me alejaba de tu padre haría que se sentara y mirara cómo me despedazaba todo su clan, estuvo vigilándome durante siglos, buscándome y solo huía de cada lugar una y otra vez mientras… mientras sentía a tu padre llorar, suplicando que volvería… por Dios, Harriet, no sabes la tortura que ha sido para mí todos estos años, no sabes cuantas veces tuve deseos de volver, de tenerlo en mis brazos, pero Amadros era tan poderoso y yo estaba tan débil por nuestra separación que si él me encontraba sabía que traería consigo a tu padre a la fuerza para obligarlo a verme morir sin comprender nada, perderían entonces a tu padre para siempre y él hubiera vagado en su inconsciente por la eternidad, como si no existiera, como si Harvey desapareciera para siempre y Amadros aprovecharía esto para llevarlo y tenerlo donde él quería. —dice con furia las últimas palabras. —Cuando supe que murió, me arrepentí de todos los siglos en que dejé a tu padre, me arrepentí de no haber luchado incluso hasta la muerte con ese bastardo… pero el temor a perder a tu padre, carajo, no puedo soportar la tan sola idea de perderlo Harriet. Sé lo peligroso que soy, sé que mi Almus Vitu es incluso más poderoso que el de Daniel. —observa al joven que compresivo y al mismo tiempo abrumado lo mira. —Bastardo, ¡¿por qué no me buscaste a mí y a mi hermana? —¡Porque si me acercaba, tu tío estaría ahí!… y si me acercaba en lo más mínimo, Amadros lo sabría y cumpliría su cometido… así que sí, preferí estar tan lejos de tu padre y saber que vivía, que sonreía a pesar de llorar por las noches por mi culpa… Ahora he querido volver a tu padre, pero… si se entera de que estoy muriendo, me odiará y la culpa le hará querer matarme a golpes, lo conozco Harriet. —suspira agotado. —No sé cómo decirle todo esto sin que su corazón duela más… ¿Aún cree que no tengo Almus Vitu? —Sí, cree que no lo tienes, pero… ¿cómo es que la preservas siento un vampiro? —pregunta atónito y sorprendido al darse cuenta de tal detalle.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD