Parte 5: Touch by Touch

1284 Words
—Señor, ¿está bien? —pregunta aún algo desorientada. —S-sí, estoy bien, estoy bien, si me disculpa. —se levanta rápidamente y camina hacia fuera de la tienda con prisa, dejando todo lo que se encontraba en la canasta tirada y desparramada en el piso. Tropieza con algunas personas en plena tarde, aquel manojo de emociones y ojos enrojecidos de tanto llorar. —Dios… —jadea al sentir dos manos fuertes tomar sus brazos. —Tío ¿sucedió algo? Estaba a punto de llegar… ¿Tío? —Harriet, pregunta, asustado al ver la mirada perdida de su padre. —Padre, mírame. —¿Hijo? —pregunta sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos. —Harriet. —¿Está aquí verdad? Harvey asiente en respuesta empezando a llorar, a lo que Harriet le abraza con fuerza y le cuida de que las personas que pasan golpeen sus hombros. Los verdaderos problemas apenas empiezan a llegar, con Samael en la ciudad, los olores se acumularan y los Plerus no tardaran en llegar. Dos, tres Plerus, con tan solo uno, es significado de una gran amenaza, incluso los Uros se previenen de encontrarlos en su camino, los conocen y por ello son el clan, casi extinto, más peligroso del mundo. Si llegasen a comer de la carne de un poseedor del Almus Vitu, es mejor no imaginar, siquiera, qué podría pasar. —Harriet. —Avellana llega agitada y ligeramente desorganizada. Alarmada observa toda la casa en su interior buscando a su hermano y padre. —Hasta acá hueles a sexo. —dice José, mirándola de arriba a abajo. —Al menos llega decentemente, en esta casa, en medio de la tragedia. —suspira débilmente mientras se sienta en el sofá con dificultad. —No hables tanto anciano, parece un muerto en vida. —De hecho, lo soy, no le veo el insulto. —En fin, ¿dónde está mi padre? —En su habitación con tu hermano. —De acuerdo… Por cierto, tú y yo hablaremos después de que atienda a mi padre. —Lo sé. —suspira cansino y baja su mirada suavemente. No tardó en llegar a la alcoba y encontró la puerta entreabierta. Un olor suave a vainilla salía de este, tan fuerte que causaba náuseas. Tapó su nariz ligeramente, si bien el olor no era pútrido, era demasiado fuerte y dulce. Lo primero que vio fue a su hermano tapando su nariz igualmente mientras arropaba a su padre que se encontraba sudoroso y temblando, las lágrimas caían una tras otra con suavidad entre pequeños jadeos. —Habla, despacio. —advirtió su hermano. —sus sentidos están hechos un desastre… Es demasiado sensible al tacto, por eso ni lo he tocado. —susurrante se acerca al estante y toma un vaso con agua donde vierte un pequeño frasco de color verde. —Me dijo que lo dejara servido, cuando pasara la crisis se lo tomará, no te preocupes. —De acuerdo, vamos, estoy ahogándome aquí. —Ni me lo digas. Al terminar de organizar algunas cosas salen rápidamente y cierran la puerta de la habitación. Bajan con prontitud, pues al estar en la sala solo se percibía un poco el olor a vainilla sin perturbarlos. —¿Qué carajos pasó? —Samael. —¿Qué? —José, alarmado, se levanta rápidamente y con todas sus fuerzas camina hacia ellos. —Ese bastardo, ¿cuándo llegó? —Y yo qué sé. Ese hijo de puta fue rápido. Salimos un rato al mercado, nos separamos para buscar lo que queríamos y solo les cuento que al ver que no volvía a nuestro lugar de encuentro fui tras él, pero ya venía corriendo agitado entre la multitud por la tarde. —frota su frente y suspira. —Quiero ver a ese bastardo, necesito razones para entender por qué dejó a padre y porque nos dejó a nosotros. —Estamos igual. La verdad no éramos muy cercanos a él por lo reservado que era con nosotros, eso no incluye a Harvey. —Avellana suspira y observa a José. —Igual ya lo sabías. —Sí, lo sé muy bien. Solo vi sonreír a Samael una vez y no fue por mis malos chistes. —Fue por mi padre… ¿Qué tan enamorado estaba de él? —Corrección, lo está, por eso vino a buscarlo, pero claramente no se preparó para el rechazo del siglo. —Güevón, el muy marica, pensó que mi tío le iba a decir “Mi amor cuanto te extrañe”, qué gonorrea. —Ya lo creo…—José estira su cuerpo y se sienta con pesadez en el sofá. —De momento vigilemos a tu tío y las afueras de la casa, conozco a Samael y entrará como si nada aquí… Harvey lo ama a pesar de que desapareció por milenios, claramente el campo que protege esta casa para evitar que vampiros ajenos entren… es inútil para Samael. —Mi padre inconscientemente le permite entrar. —Harriet suspira cansino. —Exacto… Además, acabamos de confirmar algo. —¿Qué? —pregunta Avellana frunciendo el ceño. José niega con la cabeza y los mira con desaprobación. —No creo que la leche sea más clara que esto. Samael sigue enamorado perdidamente de su padre, bastardos, ¿en qué puto mundo viven? —Joder, sí. —Harriet abre sus ojos brillantes y se levanta apresurado. —Mierda debo ir a vigilar a Daniel, debo confirmar lo que Martha me ha dicho. —Oye, calma, una cosa a la vez. —Lo siento… si Samael sigue enamorado de mi padre, volverá a tratar de acercarse y dejaremos que lo haga. —Hey, hey, ¿tienes boñiga de vaca por cerebro? —Avellana irritada, se levanta y desaprueba totalmente lo dicho. —No, escucha, para poder hablar con Samael, debemos dejar que vea a Harvey, de lo contrario no podremos verlo y sacarle palabra. —La verdad tu hermano tiene razón, no tenemos otra opción. —Mierda… —suspira irritada. —Tomaré eso como un sí. José, ¿qué deberíamos hacer para empezar? —Cómo así, yo no tengo que ver aquí, con permiso. —Si tienes que ver, conoces un poco más a Samael, dinos qué podemos hacer donde mi padre no se dé cuenta y Samael pueda llegar a nosotros. —suplicante, Harriet observa a José que suspira rendido. —Ay, Dios mío, no debí haber abierto la boca… bueno, primero que todo si me pasa algo ustedes serán responsables de mi muerte… segundo debemos convencer a tu tío de que salga con nosotros. —Pero no podemos decirle esto. —Muy tarde, ha estado escuchándolo todo. —señala el balcón del segundo piso y Harvey los observa a ambos. —Papá, nosotros… —Lo sé… —Padre entenderé si no quieres hacerlo… —No, está bien. —¿Qué?... —Incluso si pretenden engañarlo con mi olor impregnado en alguna prenda. —mira a Avellana que sorprendida abre los ojos. —Sí, sabía que propondrías algo así… como decía, incluso si lo intenta, no va a funcionar, sé por qué se los digo… —Su voz se apaga ligeramente y vuelve su vista a ellos. —Intenté engañarlo varias veces en el pasado… solo para escapar de él aun cuando era humano… antes de que … En fin… El punto es que intente alejarlo, pero su sentido del olfato siempre ha sido anormal y podría percibir mi aroma hasta encontrarme… ahora que es un vampiro de nuestro clan… no dudo de que pudiera estar percibiendo mi aroma en este momento… —traga con suavidad y ve a Harriet. —Me desperté hace un rato porque vi a Daniel llorando en mis sueños…
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