HIENAS BLANCAS: LARGA VIDA A LOS ORIGINALES

Parte 3: Touch by Touch

—Sí, estúpida, apenas me entero. —empuja su rostro y sonríe al verla reír.

—Estoy segura de que en alguna vida pasada fui un hombre y tú una mujer.

—Yo creo que eras un perro en celo. —dice descaradamente al ver la cara de ofensa fingida de su novia. —Qué cara tan fea, deja eso. —Ríe al verla.

—Ay, amor, te amo tanto. —lo abraza con suavidad y fuerza al mismo tiempo, aspirando su delicioso aroma a dulce de limón. —No sé qué haría sin ti en estos momentos… Realmente no sé qué haré para que mi hermano y padre vuelvan a hablarse. —Suspira.

—… Me dijiste que descubrieron lo del Plerus y lo de tu padre… veo que le ha dolido más el hecho de que tu padre les haya ocultado tantas cosas malas que pasó en silencio, eso lo hace sentir culpable y responsable, quizás tiene…

—Vergüenza. —cierra sus ojos y respira hondo. —Por supuesto que tiene vergüenza, es Harriet, por Dios, cómo no me di cuenta… se sentía exactamente igual incluso después de que Daniel apareció.

—¿Ves? Solo debes reflexionar un poco, pero siempre tienes el hábito de llenarte la cabeza de todos los pensamientos negativos y dejas de lado otras posibilidades. Te tengo dicho que debes manejar tu estrés con calma, no huyendo de los problemas. —acaricia sus mejillas con suavizante y abre sus ojos en un brinco. —El desayuno se va a enfriar, comamos. Además, debemos ir al mercado porque no hay comida suficiente y te quedarás por muchos días, ¿verdad? —pregunta apresurado mientras intenta levantarse. —Avellana… No, y-ya lo hicimos anoche.

—Tranquilo, solo voy a castigarte… Cómo es eso de “Perra en celo y estúpida” ¿Mhmm? —pregunta amenazante mientras su agarre se hace más fuerte en su cintura.

—Lo siento, no me di cuenta de que dije groserías. Por favor, lo siento, no fue apropósito. —Con voz temblorosa observa a su amada y súplica.

—Ay, Ángel, esa expresión no te ayuda en lo absoluto. —sus ojos se oscurecen por completo, un color n***o, profundo y turbado, lleno de lo que se llama peligro y deseo carnal. Su Ángel gimotea, asustado y al mismo tiempo emocionado, detonado los deseos más oscuros de Avellana, quien sonríe maliciosa y aprieta más su agarre. —Voltéate cariño, voy a dejar unas lindas marcas en este lindo trasero.

—No… Avellana… —suplica con voz temblorosa y jadeante.

—No soy Avellana ahora, soy tu papi. —toma bruscamente su rostro y besa sus labios con fiereza y delicia. Suspira y observa el rostro de su Ángel, sonrojado y sudoroso. —Esta vez te daré con uno más grande cariño. —sonríe al sentir su cuerpo temblar. —Este polvo de fresa te va a encantar. —Lo carga en su hombro y lo lleva rápidamente a la habitación. Ya sabemos quién folla más a quién.

Por otro lado, Harvey se levanta desganado y apenas logra tomar cuatro cucharadas de sopa de verdura. Su hijo ya no le miraba a los ojos y al igual que él, el orgullo le impedía acercarse apropiadamente y hablar. “Debería salir a comprar materiales para pintar… Necesito salir hoy”, piensa desganado mientras acaricia su cabello blanco y largo frente al espejo.

—Auch…—Lanza un quejido al sentir sus dedos corazones arder por unos segundos. —¿Pero ¿qué…? —se cuestiona al ver aquellos aros formarse, uno en cada dedo corazón. —No…—dice sin aliento cayendo de lado al piso, mientras observa anonadado sus manos. —Maldito, bastardo. —dice con voz temblorosa y enfurecida entre lágrimas. Respira hondo e intenta inútilmente, entre la desesperación, borrar aquellas cicatrices con saliva. —Esto es estúpido. —suspira angustiado y mira a su alrededor. —Calma, calma, piensa, piensa… —cierra sus ojos y a los pocos segundos se abren brillantes y esperanzados. Se acerca rápidamente a la acumulación de menjurjes y encuentra y pequeño frasco, minúsculo, de color amarillo y con sus dedos índices aplica en las cicatrices. —Servirá por unos días. —respira hondo y se sienta en el piso.

—¡Padre, ¿estás bien?! —Harriet se acerca rápidamente al verlo tirado en el piso.

—Estoy… estoy bien, solo… yo… —Baja aún más su cabeza al sentir sus manos en su brazo derecho.

—Entiendo. —Harriet, se levanta con voz quejumbrosa. —Lo siento.

—No, espera, ayúdame. —dice entre lágrimas y sollozos suaves. —Ayúdame, hijo, esto me duele demasiado, por favor.

—Padre. —Lo abraza fuertemente y acaricia su cabeza. —Papá, ¿qué pasa?

—Él está cerca, va a encontrarme y no quiero verlo, no puedo. —cierra sus ojos adoloridos y solloza, sudoroso. Observa a su hijo y niega con la cabeza sin saber qué decir.

—Está bien, papá, estás en todo tu derecho, yo te apoyo, papá siempre lo he hecho, así que por favor ya no nos apartes, déjanos ayudarte. —dice suplicante mientras vuelve a abrazarlo. —Cuando te sientas listo, solo quiero que sepas que te escucharemos, lo haremos. —sonríe cálidamente a lo que Harvey asiente sintiéndose avergonzado.

—Soy un vampiro muy viejo para estar en estas condiciones…—dice y ríe ligeramente junto a Harriet. —Perdóname hijo, estaba tan asustado de que se fueran de mi lado que pensé que debía guardar todas esas cosas… temía exponerlos al peligro. —dice muy a su pesar, cansado.

—Está bien, ya, ya, tranquilízate, te perdono padre, ya no te tortures con eso, me lastima verte así, papá.

—Está bien. —respira con suavidad mientras, palmea las manos de su hijo con cariño. —Saldré hoy al mercado…

—Padre, no…

—Debo salir, necesito salir, estar aquí me tiene mal y solo han pasado tan pocas horas… Es demasiado.

—Está bien, quieres que te acompañe, así aprovecharé para ver si ha dejado alguna carta.

—¿Daniel?

—Sí… Martha me ha dicho que lo ve algo demacrado, dice que no ha dormido bien, me preocupa que sean las pesadillas. —suspira y lo observa algo nervioso.

—Está bien, me alegra que puedas contarme esto. —sonríe con suavidad, agradecido.

—Entonces ¿estamos bien?

—Sí, hijo, estamos bien, pero te prometo que te contaré todo a ti y a tu hermana, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—¿Podrías prepararme algo con harina y dulce? —Harriet ríe ligeramente y le ayuda a levantarse.

—Claro, lo haré, el estrés tenía tu estómago cerrado. Haré unos panqueques con fruta y café con leche, ¿te parece bien?