Parte 4: Angeleyes

1930 Words
—¿Me pregunto quién es el Plerus y cómo un Hiena blanca lo ayuda a esconder ese secreto? Porque, aunque suene raro, parece algo simple y que solo fue con la intención de protegerlo y evitar que estos fueran más poderosos… Pero… Pero es extraño que un Plerus haga eso. —¿Y si no lo era del todo? —Las pupilas y el iris de sus ojos azules, verdes, casi sin saber de qué color son realmente, cambia a un color cristalino y la pupila se agranda por la sorpresa gracias a aquella epifanía. —¿Y si realmente es…? —Un híbrido. No lo había pensado ni en un millón de años, es imposible, los híbridos no existen, Harriet. —De manera contundente se dirige a su hermano, quien desde niño estuvo ilusionado con la existencia de los híbridos. —Si existieran, Los Plerus estarían cazándolos… Dios, no. —¡¿Ves?! Exactamente por eso no van a decir “Hola, miren, soy un maldito híbrido, vengan por mí.” Sabemos que a Los Plerus les encanta comer lo extraño entre los clanes, les gusta por el poder aparte de su sabor, claramente ese Plerus no lo era del todo y por eso se enamoró de un mortal hasta formar un vínculo tan fuerte como para que, quién sabe cuántos siglos después, resucitara y fuera asesinado otra vez. Aquello tenía todo el sentido del mundo, pero Avellana se resistía por una simple razón: El Ministerio de Uros, es comunidad conformada por 7 antiguos Uros, únicos en su especie vampírica que han existido desde la creación de los primeros originales, esto con el propósito de controlar la población y evitar cualquier tipo de combinación (Híbridos) dentro de la comunidad en general, para evitar catástrofes a raíz de híbridos considerados más poderosos que los propios Plerus. Eso es lo que hace aún más extraño el asunto, ese Plerus, bueno, ese híbrido pudo haber matado hasta el último Plerus de sangre puro si él hubiera querido, pero dada su parte humana, es evidente que nunca se hubiera atrevido, pues el sentimiento de dolor se sobrepone sobre sus deseos de venganza y he aquí la debilidad de los híbridos. —Entonces, ¿por qué el Ministerio de Uros no se dio cuenta? Explícame eso, porque es imposible que los Uros no se den cuenta, imposible. —Dios… los Uros. —sus ojos se abren aún más con la sorpresa indescriptible. Esto significaba solo una cosa. —Uno o todos los Uros, saben sobre la existencia de ese Plerus, no sé si está muerto o vivo, pero lo ocultaron ¿con qué propósito? No lo sé. —Esto me volverá loca… —Un brillo lleno de nostalgia y al mismo tiempo de esperanza, eso que ella tanto odia aparece en sus ojos. —Eso… eso quiere decir que podemos… —Procrear… ya lo creo hermanita… —Inevitablemente, se enternece y se alarma al ver el rostro de su hermana. —Maldita mocosa, empieza a utilizar protección con tu querido Ángel, no es conveniente un híbrido más en estos momentos. Tú, la criatura y tu casi prometido serán presa fácil en esta ciudad, así que hagan el amor todo lo que se les venga en gana, pero con protección. —Entiendo, ya cállate, no tienes que repetirlo tantas veces. —avergonzada se sienta y le pasa el plato con un sándwich a su hermano. —Por ahora… debemos hablar con padre. Sé lo herido que está, pero debe contarnos qué está pasando. —Por supuesto, por ahora… démosle un poco de espacio, ha estado bajo mucho estrés y el recordar al bastardo de Samael, no le hace bien. Sé que ninguno tiene idea de donde está, pero esas últimas palabras que le dijo, nunca se lo voy a perdonar, Avellana. —suspira cansino y ciertamente algo entristecido, pero no exactamente por esta situación. —Cuando ibas a la biblioteca en mi ausencia… ¿Él dejó alguna carta? —Lo siento, pero no… creo que realmente está molesto contigo… ¿Qué le dijiste? —Me confesé de una manera extraña y eso… —¿Pero qué putas? ¿Cómo se te ocurre hacerlo de repente? Es un mocoso y creerá que estás jugando con él, y ni hablar de sus hormonas, lo harán sentir peor por pensar que en tan pocos días le gustas. —¿Crees qué le gusto? —sonríe brillante. —Esta gonorrea ni me escucha. Es en serio Harriet, no hagas eso, realmente es difícil para él, aunque para ti sea algo de todos los días. —Lo siento… Yo solo… —Está bien, entiendo la profunda felicidad y emoción que sientes, pero ve despacio, Harriet, Daniel, ese niño no sabe quién eres y tampoco sabe que es la reencarnación de alguien más debido a un vínculo irrompible, así que conquístalo como la primera vez que lo viste hace tantos siglos. Aquellas palabras resonaron en sus oídos mientras ella se alejaba, dispuesta a hablar con su padre en la habitación. Harriet lo sabía, pero la compulsión le ganaba de sobremanera y olvidaba que aquel niño que si bien es el hombre que siempre ha amado, no tiene memoria alguna de su vida pasada y es un proceso lento de recuperar, además no sabe si realmente resistiría tanta información y terminaría por querer huir lejos de él. Se levantó de la silla con determinación y corrió rápidamente a su habitación para escribir una carta más, una carta que él mismo llevaría y observaría si este la recibiese con agrado o desagrado. —Querubín dame una oportunidad más… —súplica entre susurros, para luego respirar hondamente. Medellín, miércoles, 28-05-2022 Nueve de la mañana. Para un querubín terriblemente sonrojado: Una forma de cortejar extraña. Por favor… responde mis cartas… me duele. Este es un canto de una de mis obras favoritas, espero que te guste tanto como a mi… Canto V. -All'ingresso del secondo cerchio Dante incontra Minosse. All'interno ci sono i condannati per lussuria, tra i quali il poeta riconosce Francisca di Rimini. Passiamo dal primo cerchio al secondo, più piccolo e pieno di orribili grida di dolore. Lì risiede il formidabile Minosse, giudice dei dannati. ––¡Oh, voi che venite al tremendo ospizio! ––disse Minosse, quando vide l'immagine di me, fermando l'atto di grande ufficio. Entrerete, e chi non si fida: non lasciate che l'ampiezza vi inganni dalla vostra bocca. ––¿Perché gridi così? ––disse la mia guida. -Non sta a voi ostacolare il loro destino: l'hanno voluto ovunque, l'hanno voluto, hanno lasciato parole e resistenze folli. Poi cominciai a sentire dei gemiti lamentosi e giunsi in un luogo di oscurità dove le voci lamentose assomigliavano al fragore di un mare in tempesta. Gli spiriti furono travolti dal turbine, battendo gli uni contro gli altri e contro le mura in rovina che li circondavano. Erano i peccatori che sottomettevano la ragione all'appetito della carne. ––Maestro, ¿che anime sono queste così tormentate dal vento? ––Questa era un'imperatrice di molti popoli. ––Il Poeta mi rispose. ––E ha incorporato i vizi nelle leggi. Il suo nome era Semiramide. Quello era infedele e innamorato. Dopo di lei c'è l'impudente Cleopatra. Ho visto Elena, causa di tanta amarezza; e Achille con il piede sanguinante, e Paride, e Tristano... e mille altre ombre. Quando il Poeta me li mostrò tutti, gli dissi del mio desiderio di conversare con due spiriti che volavano insieme, ed egli rispose che stava aspettando che il vento li avvicinasse. ––¡Oh, anime tormentate, venite a parlare con noi se vi è permesso! Sono usciti dal turbine e si sono avvicinati a noi. ––Siate buoni, abbiate pietà di noi. ––Una delle due anime parlò. ––Pregheremo per te, Re della sfera. Siamo pronti ad ascoltarvi e a rispondervi. Vengo dal paese dove scorre il Po. L'amore ha preso piede nel mio petto e in quello di colei che vedete accanto a me. E l'amore ci ha trascinato alla stessa morte. Il nostro assassino finirà nel cerchio di Caino. Chinai il capo in segno di dolore e il Poeta mi chiese. ––¿A cosa stai pensando? ––¡Ahimè!, ––esclamai. ––quali dolci pensieri e desideri li hanno trascinati in una situazione così terribile! Il dolore di quelle due anime sfortunate mi fece una tale impressione che svenni e caddi a terra. Traducción. Canto V. ––En la entrada del segundo círculo Dante encuentra a Minos. En el interior se encuentran los condenados por la lujuria, y entre ellos reconoce el Poeta a Francisca de Rímini. Pasamos del primer círculo al segundo, más reducido y lleno de horribles gritos de dolor. Reside allí el formidable Minos, juez de los condenados. ––¡Oh, tu, que vienes al tremendo hospicio! ––dijo Minos, al ver la imagen mía, parado el acto de grande oficio. Mirando vas a entrar y quien no fía: no la amplitud te engañe de la boca. ––¿Por qué así gritas? ––díjole mi guía. ––Impedir su destino no te toca: allá donde se puede lo han querido; palabra deja y resistencia loca Entonces empecé a oír quejidos lastimeros y llegué a un lugar de tinieblas donde las voces quejumbrosas semejaban los bramidos de un mar tempestuoso. Los espíritus eran arrastrados por el torbellino, golpeándose entre sí y contra las ruinosas murallas de los circundan. Eran los pecadores que sometieron la razón al apetito de la carne. ––Maestro, ¿qué almas son esas tan atormentadas por el viento? ––Esta fue una emperatriz de muchos pueblos. ––Me contestó el Poeta. –– E incorporó los vicios a las leyes. Se llamó Semíramis. Esa otra fue infiel y enamorada. Tras ella se encuentra la impúdica Cleopatra. Vi a Helena, causa de tantas amarguras; y a Aquiles con su pie sangrante, y a París, y a Tristán... y a mil sombras más. Cuando el Poeta me la hubo mostrado todas, le expuse mi deseo de conversar con dos espíritus que volaban unidos, y me contestó que aguardaba a que el viento nos los aproximase. ––¡Oh, almas atormentadas, venid a hablarnos si se os permite! Ellas salieron del torbellino y se acercaron. ––Ser bueno, que te compadeces de nosotros. ––Habló una de las dos almas. ––Pediremos por ti Rey del orbe. Estamos dispuestos a escucharte y a contestarte. Soy del país donde desemboca el Po. El amor prendió tanto en mi pecho como en el del que ves junto a mí. Y el amor nos arrastró a la misma muerte. Nuestro asesino acabará en el círculo de Caín. Incliné la cabeza, acongojado, y el Poeta me preguntó. ––¿En qué piensas? ––¡Ay! ––Exclamé. ––¡Qué dulces pensamientos y deseos le han arrastrado a tan terrible situación! Tal impresión me causó dolor de aquellas dos infortunadas almas, que desfallecí y caí al suelo. Lamento que esto te haya causado tanto malestar, no es mi intención, realmente me gustas, ¡pero no me malinterpretes, no juego contigo, nunca lo harías! Realmente este sentimiento es genuino y soy tan egoísta que no tomé en cuenta el cómo impactaría esto en ti Lo sé, ¿tan pocos días? Pues sí y ahora no puedo decir la razón exacta, pero un día te lo haré saber. De H…
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