Parte 3: Angeleyes

1928 Words
—No sabíamos que un Hiena blanca pudiera recuperarse al ver al objeto, la persona o el lugar. Tu viste a la persona, a Daniel y por eso no volviste a entrar en crisis o aún peor que te trastornases y matases a las personas de esta ciudad. —una pequeña pausa y deduce lo que probablemente pasó hace tiempo atrás. —¿Recuerdas a Carolina? —Sí, ella masacró al pueblo entero de Thesauro… porque asesinaron a su esposo… o sea que. —Sí, ella no vio a su persona, a su esposo y por eso los mató a todos. Pensamos que había sido a causa de su avaricia o deseos oscuros, pero en realidad fue por eso ahora que lo pienso después de 600 años… Por el dolor murió, no fue un sacrificio para no hacer más daño como todos pensaron, no, ella se suicidó porque no podía con el dolor y la locura… —suspira. —Probablemente, los otros clanes sigan pensando que fue así, pero… está claro ahora que no lo fue… No lo veo como un acto egoísta si entendiéramos todo lo que pasó y vio ese día… —Ahora todo tiene sentido… —suspira y frunce el ceño furioso y dolorido. —Malditos sean Los Plerus. —Samael siempre decía que los monstruos marinos, comen lo que esté en el agua, pero… esos bastardos siempre veían al esposo de Carolina pescar en esa zona y aun así salieron… — detienen el auto y cierra sus ojos con fuerza al recordar la perturbadora imagen del cuerpo destrozado de Alejandro. —Hermano debes acercarte poco a poco, así no llamarás la atención de algún vampiro desocupado y más vale que no sea un maldito Plerus, esos bastardos siempre han sido unos malditos enviados. Nos han odiado desde siempre solo porque gozar de posibilidades como comer alimentos humanos. Recuerda que no impediré que los veas, sé que se sentiría muy doloroso, lo sé, lo sabes por mi Ángel, pero…— suspira y vuelve a la marcha al escuchar los pitidos de los autos detrás de ella. — Tu caso es distinto, lo sabes. —Sí, lo sé, no soy un niño para no saber que debo cuidarme de ciertos animales. —No lo eres… pero estás enamorado, hermano. — El silencio se hace, nada incómodo, pero sí sorpresivo, no hay fallas en su lógica. El auto se detiene en el estacionamiento de la zona residencial. Caminan a casa y observa a su tío que se asoma al balcón y abre los ojos sorprendidos al ver a Harriet. Al entrar a casa es bombardeado por una serie de preguntas enredadas sin oportunidad de responder. —Siéntate. —Lo empuja con poca sutileza y lo sienta de golpe en el sofá. —¿Sientes náuseas, vértigo, te sientes mal? —Tío estoy bien… —¿Alguna voz? Por si la tienes tendremos que encerrarte en la azotea por unos días hasta que se vaya. Aún no completas tu transición y probablemente aparecerá cuando estés bajo situaciones negativas. —Tío, escucha, yo estoy… —Trata de no meterte en peleas y demás, puede resultar un detonante para que ese bastardo salga y…— Harriet toma sus manos temblorosas dejando caer dos instrumentos médicos al piso y quebrándose los mismos al instante. Su mirada algo perdida lo observa y asiente suavemente. Se sienta en el sofá y respira poco a poco con tranquilidad. —Padre, estoy bien, mírame. —sonríe al tener la vista de Harvey sobre él. Algunas lágrimas corren peligro de salir por lo que lo abraza y consuela. —Sé lo difícil que ha sido para ti criarnos papa, pero puedes estar seguro de que ahora estoy bien. Respira y descansa papá, estoy bien, estoy bien. —Lo siento, lo siento, no sabía qué estaba pasándote, no lo sé aún, lo siento, siento ponerte en riesgo, lo siento, estaba desesperado, lo siento. —Un llanto junto a sollozos que reflejan cansancio salen sin detenerse entre sus ojos llorosos y cansados. —Está bien, tranquilo, tranquilo. —Avellana lo consuela junto a su hermano y abraza de sobre manera. —Mi novio dice que esto funciona. —Sí, seguro, también le vas a creer si te dice que comer pastelitos de fresa cura el corazón, le crees porque es tu novio. ¿Tu novio es un pony o una persona? —responde su hermano mirándola con el ceño fruncido y asqueado. —No hables mucho, el tuyo es el peor, idiota. Además, ¿a ti qué te importa? —sonríe sarcástica. —Bueno, ya dejen de discutir por bobadas. —ríe entre pequeñas lágrimas y frota su rostro. Se levanta mientras empuja las cabezas de sus hijos. —No quiero discusiones. Quiero dormir hoy y por los tres días siguientes, vayan a comer y luego a dormir. Tú... —Señala a Harriet. —Tomate el verthego antes de acostarte, no quiero escuchar peros, mocoso. —se retira finalmente mientras escucha las quejas de su hijo. —Esa cosa sabe a mierda… Dios. —Ni lo menciones que no te va a ayudar. —Se estira y luego se para ver qué hay de comer en la cocina. —¿Quieres comer algo? —¿Hace cuantos días no cómo? —Siete. —Pues prepara todo un festín y cervezas, vamos a tomar. —Genial, hace tiempo que no tomó vino de arroz. —sonríe al recordar lo que pasó hace tres meses. —una vez mi novio… —Aja, se emborrachó y luego te lo cogiste ¿algo más? —Bastardo. —lo mira fulminante. Se dirige a la cocina con pereza y empieza a sacar todos los alimentos e instrumentos de cocina que necesita. —¿Qué quieres comer? —Sándwich, algunos dulces… no lo sé. —divaga entre pensamientos y emociones encontradas. —Hay algo que no entiendo. —¿Qué? —¿Por qué Los Plerus mataron a su esposo? —Yo entre mis deducciones… creo que Carolina sabía algo sobre uno de ellos. Algo sobre el antídoto… —¿Hablas de…? —Sí. ¿Por qué crees que Bakar, Samael y padre estaban desesperados buscándolo? Era la única forma de saber a ciencia cierta si el antídoto existía y ahora que Bakar murió, Samael desapareció tan pronto acabó el exterminio de las Hienas y nuestro padre se aisló por completo de esos asuntos, se olvidó el tema o eso creíamos. —Entiendo, ¿acaso encontraron a alguien? —No, pero… escuché un rumor por parte del clan de Ashdra. Un Draita dijo que vio a un Plerus de cabello gris, hace dos meses en la ciudad. El silencio se hizo casi perpetuo y el temor de que Daniel fuera atacado por uno de ellos, era más que evidente, si es que no lo estaban observando desde antes. Ustedes se preguntarán ¿a qué viene tanta preocupación con Daniel si no es un vampiro común o perteneciente a un clan en específico? Todo radica en la reencarnación de alguien ya muerto, lo que significa que el vínculo emocional y la fusión de las almas que creó con un vampiro y viceversa, ya sea del Clan de Los Plerus, Hienas blancas o Ashdra, fue lo suficientemente fuerte como para que la reencarnación fuera posible, cosa que solo le ha pasado al primer vampiro original, Harvey. Desde entonces no se han registrado ninguna otra reencarnación o fusión tan fuerte entre almas. —¿Entonces qué persona reencarnó? —Samael. Repentinamente, Harvey apareció y caminó lentamente hasta sentarse en una de las butacas altas del mesón de la cocina. Harriet y Avellana, abrieron los ojos como platos, sorprendidos de tal revelación ¿Harvey y Samael? ¿qué había entre ellos exactamente? —¿Tío, tú y Samael? —No quiero hablar de ese bastardo. —suspira y cierra sus ojos ahora ligeramente descansados. —No pude evitar escucharlos hablar del tema, fue una muy buena deducción de su parte. Sé que es peligroso que estés todo el tiempo cerca de Daniel por ahora, mientras te recuperas, pero…—toma una pausa y los observa a ambos. — Debes estar cerca de él, ambos deben, es la segunda reencarnación en milenios. Un Plerus, incluso si no es el único de ellos que queda con vida, querrá comerlo vivo. —¿Qué? —Harriet golpea la mesa alarmado por la noticia. —La carne de un humano reencarnado contiene lo que se llama Almus Vitu. —Al verlos confundidos suspira. — El Almus Vitu, es una especie de energía descomunal que solo surge en humanos reencarnados que hayan fusionado sus almas con un vampiro de cualquier clase. Por eso Alejandro murió… —Pero Alejandro era esposo de Carolina y ella nunca había formado vínculo con ningún humano que ya hubiera reencarnado. —Alterado se acerca a su tío que da un pequeño brinco en su asiento. —El supuesto secreto de un Plerus, en realidad si fue un secreto real. —¿Qué? —La respiración de Avellana se cerró por un momento y sus mejillas normalmente pálidas y algo rosáceas perdieron el poco color que tenía. —¿Un Plerus se enamoró de un humano y reencarnó? ¡¿Pero cómo es posible?! Sus mayores sujetos de caza son los humanos y su odio es profundo ¡¿cómo es que un Plerus, un maldito Plerus se enamora de un humano?! —Sin comprender los cambios de la historia que acaban de hacerle en segundos el dolor de cabeza empieza a surgir a causa del estrés. —¿Estás diciendo que nos han metido toda la vida a todos los Exsanguis? —Sí. —Avergonzado baja su mirada y su pecho se encoge por la traición que tuvo que cometer a todos sus hermanos y hermanas. —Fue necesario, si los demás hubieran sabido de esto, hubiera masacrado a nuestra gente por tener contacto con Los Plerus de manera secreta. De esta manera podríamos prever ataques… A último momento no pudimos hacerlo y asesinaron a Bakar de manera desprevenida porque la persona de un Plerus fue asesinada por su propia gente. ¿Ahora imaginan el dolor, la angustia que estaba soportando ese hombre entre su gente? —pregunta sintiendo heridas en su cuerpo y recordando aquel llanto entre el silencio a la distancia. —Intentó suicidarse, incluso me pidió que lo asesinara para estar con su persona. —Una lágrima se deslizó por su mejilla recordando aquella época tan dolorosa. —¿Entonces Daniel es el tercero? —Sí. Solo él y… —Samael... —No, ese bastardo ya no está entre el Almus Vitu porque yo lo convertí entre la desesperación, estaba muriendo y lo hice como un maldito estúpido para que solo se fuera y me dejara solo por milenios después de la guerra. Se fue sin mediar palabra… —Padre, ni siquiera sabes qué le pasó realmente después de la guerra… —¿Ahora lo defiendes? —enfurecido se levanta y sonríe furioso. —Ese bastardo se fue y nunca dio señales de vida, solo obtuvo lo que quiso y se largó, nos dejó solos a todos nosotros como un maldito arrogante sin corazón. Este vínculo… este amor tan doloroso que siento es de lo que más me arrepiento de haber hecho con ese maldito traidor y mentiroso. —Con ojos llenos de lágrimas y dolor, camina rápidamente a sus aposentos, azotando la puerta con fuerza. —Por Dios, hermano, ¿Qué demonios está pasando? —Hemos vivido entre mentiras, eso es lo que pasa.
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