Parte 5: I Love You So Bad

1128 Words
—Está bien, no fue tu culpa, tranquilo. —Sin saber qué decir o hacer acaricia su espalda dejando deslizar algunas lágrimas por sus mejillas. —Tranquilo, no fue tu culpa. —Los sollozos del contrario aumentaron levemente conmovido por las palabras de aquel joven que alguna vez, salvo su vida de la oscuridad, de los terribles deseos por morir y por la profunda culpa por su muerte en aquella vida. Por Dios, le estaba perdonando, aquel ángel lo estaba aliviando el alma y la gratitud se multiplicaría de ahora en más. —¡Ay, pero ¡qué conmovedor! Un Plerus y carne bendita juntos, abrazados. —sonriente, aquel joven de cabello rojizo burla las acciones de ambos, que, rápidamente se levantan e instintivamente, el joven Plerus se levanta y pone tras él al joven de ojos azules. Daniel, sorprendido, observa al hombre frente a él, ¿es un Plerus? ¿Pero por qué es tan distinto a lo que su madrina le dijo y lo que el libro le retrataba? Este hombre no es una bestia y probablemente nunca lo ha sido “¿Cómo es posible?”, se cuestiona en medio de la zozobra. —Voy a hacer de cuenta que tú un Plerus y asqueroso híbrido no está protegiendo a ese bastardo. —con profundo odio y a la vez deseo por consumir al joven, observa sus ojos asustados. —¡Maldito traidor! —¡Hace siglos dejé de pertenecer al clan! Ahora soy un vampiro solitario como siempre lo he sido, incluso en mis orígenes, soy el único híbrido, bastardo. Tú eres el verdadero traidor, Draita. —No te hagas tan valiente fenómeno, no creo ni una palabra de lo que han dicho sobre ti, ¿poderoso? No veo rastro de tales dotes, solo eres un maldito mocoso desafortunado. Lleno de furia corre hacia el hombre. Daniel grita aterrorizado y corre hacia atrás para esconderse en un rincón, esperando lo peor. Sí bien al anterior lo tomó desprevenido, en este caso será imposible que pueda deshacerse de él o eso creía. La cabeza del Draita salió expedida de su cuerpo tan pronto corrió hacia ellos en segundos. Para su sorpresa dos Draitas llegaron en el preciso momento de la confrontación sanguinolenta y ligeramente asustados se alejaron, se vieron uno al otro y se lanzaron hacia el Plerus maldito que con ojos cubiertos en azul escrupuloso los observaba. Entre gruñidos, rasguños y alaridos animales, el Plerus, destrozó a ambos Draitas que sin tener oportunidad alguna de escapar murieron cruelmente entre sus garras. Daniel, incapaz de ver aquella escena cerró sus ojos y tapó sus oídos asustado, entre lágrimas. El olor a sangre, un olor a azufre inundaba sus fosas nasales haciéndole sentir náuseas e intensificando el miedo que recorría su cuerpo. Deseaba que todo se acabara pronto, deseaba que Harriet le viera a la cara en aquel momento y le dijese que todo estaría bien, que lo protegería y que huiría nunca más. Deseaba estar en casa con sus padrinos y comer pan de maíz, deseaba estar fuera de este infierno, de esta muerte que se derramaba frente a él y que no estaba dispuesto a ver. —Señor, no abra los ojos. —Sácame de aquí por favor, por favor. —Entre susurros sollozantes, abraza rápidamente a él buen hombre, aquel que debía de temer pero le era imposible sentir aquel miedo. —Lo haré ahora, no abra los ojos en ningún momento. Ágilmente salieron de aquel sótano a la biblioteca principal, la cual se encontraba solitaria y a las afueras se escucharon gritos de personas huyendo pues en aquel hermoso jardín se encontraban 6 Draitas recientes que decidieron unirse al Plerus asesino, Baltazar. El hombre de cabello azul marino, sale rápidamente al jardín principal con el joven asustado en manos y observa frente a él, a seis Draitas observarlos de manera amenazante. —Santiago, Santiago… —riendo de manera frenética, una mujer, integrante del clan Draita y ahora traidora, observa aquella escena con desprecio y burla. —Das vergüenza a tu especie. —Tengo conciencia si es que a eso le llamas vergüenza. Quien debería sentir vergüenza eres tú, Mariana, solo eres una asquerosa traidora en busca de guerra y no de paz. —baja al joven con cuidado y este abre sus ojos encontrándose con seis extrañas personas con aspecto claramente similares, tonalidad de cabello, ojos etc. “Pertenecen a un solo clan…”, piensa ligeramente asustado y se esconde tras el hombre ojos dulces, ahora conocido como Santiago finalmente. —¡Arrepiéntanse ahora, no quiero hacerles daño, esto no es lo que juraron ante el Ministerios de los Uros! Todos ríen a carcajadas y sacando sus garras, la líder, Mariana, señala al joven tras él. —Danos al niño y los dejaremos en paz. —Jamás, ¿por qué hacen esto ahora? —Baltazar nos ha prometido un trozo del niño, eso significa que tendremos Almus Vitu y seré mucho más poderosos. Durante siglos nos han burlado y humillado por nuestra debilidad como clan. —¡lentamente se acerca, quedando a mitad de camino. —¡Ahora… ya no podrán burlarnos ni humillarnos y seremos respetados como clan! —¡Un grito de victoria sale de sus feroces bocas, preparados para la batalla! —¡Alexander, ahora! —El peli azul grita con fuerza y huye con el niño al interior de la biblioteca, mientras un Draita de cabello anaranjado destroza a un Draita a su lado y lanza a otro dispuesto a atacarlo a un lado, impactando su cuerpo en la pared. —¡Maldito seas, Alexander! Enfurecida trata de atacar, pero este la lanza sin previo aviso lejos de él con un golpe mortal. En el momento, aprovecha y entra a la biblioteca junto a Santiago. —Santiago, debes huir con el niño ahora, llegarán muchos más al lugar, estimo 8 u 9, el clan Ashdra ha traicionado al Ministerio de Uros. La sentencia estaba hecha, el clan Ashdra no dará tregua alguna por el poder, incluso si retan al clan más poderoso, están dispuestos a luchar por el poder y un puesto más alto en la jerarquía. —Santiago. —José llega agitado tras ellos, había entrado por la parte trasera de la biblioteca. —Santiago, ¿están a salvo? Sorprendidos, se voltean y ven a José, junto Harriet, el mismísimo Hiena Blanca estaba frente a ellos, no podían con tal impresión, pues nunca habían visto uno de cerca. Harriet sorprendido y sintiendo el aire irse de sus pulmones observa a Daniel que sin saber que decir aprieta las ropas del de cabellos azules. Profundos celos se instalan en cada célula de su cuerpo al ver al joven aferrarse a aquel Plerus, a ese joven híbrido.
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