HIENAS BLANCAS: LARGA VIDA A LOS ORIGINALES

Parte 1: I Love You So Bad

¿Qué tan necesario es ocultarlo con tantas fuerzas, si saben que es innecesario e incluso imposible?

Es simple responder esa respuesta, pero el motivo pesa más que solo dar claridad a la incógnita. El miedo, aquel que condiciona hasta al animal más evolucionado de la tierra, aquel sistema de defensa necesario, pero que al mismo tiempo impide a muchos a avanzar y salir de aquella cueva, que solo ellos lograran salir algún día si así la voluntad les permite; Ese miedo es lo que limitaba casi de manera absurda a Harriet o al menos eso piensan terceros involucrados, pero quien ve la verdad de su dolor, entenderá por entero, que aquel motivo estaba completamente justificado de acuerdo a su condición; Muerte, sangre y gritos, es lo que, con dolor y al mismo tiempo entendimiento, fuera incluso del remordimiento que no logra sentir, es lo que pasaba por su mente cada vez que recordaba a aquel pueblo que había destruido por la pérdida del niño de ojos azules, por la pérdida de Elijah, ahora en este vida conocido como Daniel José Méndez Sandoval.

Los delirios y dolores crónicos durante la primera década después de la perdida eran tan fuertes, que los deseos por matar para aliviar su dolor eran irresistibles. en ocasiones encadenarlo bajo una cueva en las noches ayudaba a controlarlo, alejarlo de los humanos era lo mejor en aquel entonces y es algo que, con pesar, Harvey recordaba.

La naturaleza de un vampiro es atacar cuando se siente amenazado cual animal, pero al tener conciencia y sentido de humanidad ante la pérdida de un ser amado, aquella naturaleza colapsa hasta convertir al vampiro más amable y pacífico, en el monstruo más temido entre los clanes. Por ello, para algunos vampiros crear un vínculo es temeroso y sin hasta ahora no es algo que les impida hacerlo, las consecuencias son peores de lo que alguna vez imaginaran.

—¿Daniel?

—Señora.

El joven distraído se gira para encontrar a su madrina preocupada. Daniel no rechisto ni se excusó, solo entendió que no podía ocultar por mucho tiempo aquella sensación de melancolía, abandono y dolor que se reflejaban en su rostro.

—Lo siento, solo no me siento bien últimamente.

—Está bien hijo… ¿Hay algo que quieras contarme?

—No lo sé… siento que me hace falta decir tantas cosas alguien, pero… lo extraño es que esa persona me evita y eso es aún más doloroso. —niega pensativo. —Es como si… como si ya nos hubiéramos visto antes y faltaron tantas cosas por decir y simplemente ¿no hubo tiempo? —lágrimas se acumularon de manera inevitable en sus ojos, lágrimas inocentes y aquella sensación de anhelo se instaló en su pecho, deseando ver a ese alguien. —No sé qué está pasando conmigo estos últimos meses, pero te prometo que no estoy loco, que esto no es una broma, por favor créeme. —El llanto creció y la presión que oprimía su pecho fue liberada a través de aquellos sollozos contenido por el pecho de su madrina, que con dolor y tristeza le abrazaba para calmar su angustia.

—Shhh… Está bien, tranquilo mi niño, tranquilo. —suspira, sintiendo culpa, culpa por aquel secreto familiar que ha estado guardando durante años para evitar la desgracia en la familia. —Lamento tanto que estés pasando por esto tan pronto. Por Dios, no sabía que estaba aquí ¿tan pronto? —seca sus lágrimas y ligeramente alarmada observa fuera de la ventana con un joven en brazos que la observaba confundido y enrojecido por las lágrimas.

—¿De qué hablas?

—Volveré de inmediato, dame unos minutos, debo contarte la verdad.

Con prisa, Serafina baja las escaleras y abre el sótano de la casa, llegando finalmente a una caja fuerte escondida detrás de una pared de concreto que jamás Daniel, el chico más curioso de aquel barrio, descubriría.

—Daniel, baja las cortinas.

—S-sí, ¿pero… qué pasa?

—Hijo… —respira calmando los nervios que empezaron a aflorar. —Lo que te contaré a continuación es algo que, nadie, podría creer con facilidad y probablemente quien lo escuche creerá que somos una familia de locos… una familia que durante generaciones decidió esconder sus verdaderos apellidos y orígenes por el bien de nuestra gente y que desafortunadamente, costó muchas vidas en el pasado antes de que ellos… esos monstruos de cabello azul nos olvidarán para siempre. —con pesar recuerda cada dato que fue contado por sus abuelos cuando tan solos tenía 15 años, junto a sus 4 hermanos mayores.

Sin dar más demoras, con rapidez y diligencia abre la caja de madera rancia y ligeramente embobada, mostrando aquel libro de cuero puro y con una espada tallada en la mitad de este. Con un brillo atractivo que, a pesar de la vejez, relucía.

—Nuestra familia empieza aquí. —Señala una imagen con al menos 30 miembros, dibujados a la perfección. —Data del siglo XII. En ese entonces nuestra familia vivida en Florencia, Italia. Éramos más que bienvenidos por los ciudadanos y los agradecimientos de la población hacia nuestro altruismo era infinito.

» Entonces llegó la peste negra a mediados del siglo XIII. Solo dos miembros de la familia murieron y el resto, que eran médicos ayudaron a los que pudieron en aquel momento tan oscuro. Pasada la tragedia la familia refugio a millones de personas, éramos pues, la familia más rica de aquella época y las propiedades eran inmensas. Nuevamente, el pueblo fue agradecido y poco a poco reconstruimos juntos.

» Tiempo después, pasado al menos dos siglos, decidimos vivir aquí… el plural porque así es como nuestra familia siempre recordó a nuestros antepasados… como decía, empezamos a vivir aquí, lo que ahora Colombia y lo que… desafortunadamente, históricamente, algunas cosas fueron ocultadas e incluso pueblos enteros por el Ministerio de los Uros… luego te explicaré quienes son… El punto es que tiempo después nació un joven, a mediados del año 1560 o 1562, no tenemos la fecha exacta, nunca quisieron dar la fecha exacta…

Con tristeza observa aquel rostro sorprendido y con ojos llenos de lágrimas. Todo aquello debía ser una mentira, todo el dolor que recorría su cuerpo, extrañamente estaba desapareciendo poco a poco, pero eso solo dejó Salir la ansiedad y la angustia.