Parte 6: Anything To Say, You Are Mine

1070 Words
—Agares, escúchenme primero. —toma una pausa y respira hondo. —Eres mucho más peligroso de lo que piensas… sé que tengo el Nigreos y soy un original mucho más fuerte que ustedes… Pero supongo que eres el primero de tu especie que veo con tal fuerza. Ni siquiera Agares tiene la fuerza que tienes tú. Por eso solo has podido enfrentarte conmigo y terminar inocente. —Los observa a todo y suspira. —Independientemente de si ese híbrido aparentemente inocente esté muerto, estarás ocupando el tercer puesto en la jerarquía, sería el tercer vampiro más poderoso del mundo y no, no cualquiera se le puede meter ahí, es mi caso, no tiene valía. Ni en tu padre o hermana. —señala a ambos con parsimonia. —Sir Yen Nigreos, el híbrido y tú rompe lo normal cuando hablamos de evolución. —¿Tú cómo…? —Sí, Avellana, ya sabía sobre la primera bestia, no sé si está viva después de la infección, pero investigué y supe que Drácula no es la primera bestia. Luego hablaremos de ello, hija. Al punto, para que lo entiendas. —se acerca a él y lo observa detenidamente. Harvey, sorprendido, le mira, pues nunca había visto a Samael de esta manera, eso de alguna manera, le hacía ver sexy para él. —Eres una especie de híbrido de origen natural. Es decir, no hubo intervención humana, respecto a tu nacimiento, etc. Eres un hiena blanca único dentro de esta pequeña comunidad de momento, digo pequeña de momento porque…—observa a su hija y alza a una ceja. —No se sabe cuándo la niña de “Dos todos mirándose de frente” terminará en cinta por esa bolita de algodón que tiene por novio, esposo o prometido, ya ni sé. Más vale que te cuides mocosa, de momento no conviene exponer a otros. —Avellana asiente entendiendo con claridad algo pensativa y preocupada. —Lo entiendo. —la peli blanca se levanta y vuelve a sus sentidos. —Escuchen, José y yo tenemos algunas cosas que decir. Ha estado tan silencioso que ni lo han notado. —señala a una esquina donde el joven, ahora con un poco de color en sus mejillas, les saluda como si nada. —Sí, estuve desde el principio. —asiente como si nada. —No los juzgo, cada uno con sus fetiches cocineros… digo, mañaneros. —sonríe burlón a lo que Avellana niega entre una sonrisa. —Ahora sí, venga, les debo contar lo bueno. Todas las dudas estaban siendo aclaradas en ese momento. Si bien el Yerniscarbunco Nigreos no es una infección o ente vírico que pueda poner en peligro la vida de Samael, sí representa la energía del vínculo que un vampiro, independientemente de su especie, tenga con la persona que ha elegido y que esta, a la par le recibe. Respecto al híbrido no faltaron las caras tensas y ciertamente enfurecidas, pero al explicar que aquel chico, ahora con nombre y apellido, Santiago de Aguilar, sin bien solo lleva el apellido de su padre, un Plerus ya fallecido, quedaron en su rostro la viva imagen del rostro de su madre, una humana que según lo que el mismo Santiago le ha informado a José, murió tres años después de su nacimiento por una grave enfermedad. La difícil vida de este muchacho y el sufrimiento que pasó durante su transformación a los 24 años, antes de integrarse a los Plerus definitivamente por un bien mayor, fueron profundamente dolorosas. Poco tiempo después se enamoró de un humano, Alejandro se llamaba en ese entonces, ahora, desconocen su paradero actual, pero no cabe duda de que debe estar vivo. —Desea poder hablar con ustedes. Solo si ustedes lo permiten. —suspira sintiendo presión en el ambiente. —¿Está seguro de que no representa ningún peligro? —Te lo juro, Harriet, si miento puedes matarme cuando quieras. —Me apunto. —Avellana, deja la bobada. —Harvey pensante observa a Samael que asiente en aprobación. —Está bien, lo veremos, pero con la condición de que tiene que venir aquí, de lo contrario está más que claro que no podremos confiar en él. —Está bien, mañana mismo estará aquí si así lo quieren. —Estas de broma. —Es en serio Avellana, ese chico está desesperado por deshacerse del último Plerus, ni yo sé el nombre de ese hijo de puta. Ese niño jamás ha matado a nadie. —¿Qué? —pregunta, impresionado. —¿Un Plerus que jamás ha matado a nadie? ¡¿a nadie?! —Sí, ¡a nadie! Por Dios, sé que es difícil de creer, es un Plerus, lo entiendo, pero ahora no se dejen llevar solo por el nombre, su especie y su origen, el chico es demasiado dócil y es mejor que se mantenga así. —cierra sus ojos, pensativo y niega con la cabeza. —Harriet, ahora que sabes que el híbrido está vivo, eso te posiciona en el tercer puesto sin duda alguna, pero ese chico es más poderoso de lo que piensas, si fuera un hijo de puta como Amadros, todos ustedes incluyéndome estaríamos muertos, y no solo eso, si das la batalla o los dos terminan muertos o uno de los dos muere por obra y gracias de Dios en la batalla. —toma una pausa. —Lo que trato de decir es que pelear con ese híbrido es como pelear contigo mismo. —Esto es una locura. —se levanta saturado de tanta información y frota su rostro. —¿Entonces mañana lo veremos definitivamente? —Mañana, así que espero que todos estén aquí puntuales a primera hora de la mañana. —Samael observa a Harriet con ojos sospechosos. —Sé perfectamente que irás a verlo por la noche, han pasado días desde que no lo ves, así ni se te ocurra quedarte. —¿Por qué lo haría? No puedo hacer eso. —Aún…—responde susurrante Avellana, a lo que José ríe inconscientemente. —Cállate. —Basta. Es la verdad. —Samael observa a Harriet con sorna. —Si fuera por ti te lo comerías hoy, no creas que no te conozco, mocoso. —Como sea. —avergonzado se sienta e intenta no prestar atención a sus palabras. —Bien, si tú lo dices. José confiamos en ti, espero que de verdad esto resulte beneficioso incluso para ese pobre muchacho.
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