—James me dijo que hoy se van.
Asentí y lo volví a abrazar.
—Eres mi mejor amiga.
Me susurro al oído, solo sonreí al mover la cabeza.
—Extrañare nuestras platicas petirrojo. —respondí al tocar su cabello y revolverlo, en cambio él se rio, apretó más sus brazos con suavidad y delicadeza hacía a mí, al separarnos el seguía tomando mi mano, mire hacía donde estaba Alexander, estaba muy serio, no quería soltarlo, pero Ian soltó mi mano, lo mire y me sonrió con su cara de pícaro que me encantaba, todos nos quedamos platicando sobre un espectáculo que darían ellos en un barrio de Inglaterra.
—En verdad no sé qué espera el señor Mortí con todo, que sucede, que demos una función. —dijo Elizabeth.
—No lo sé, pero diviértanse.
Rieron todos.
—Es hora de ir a dormir chicos, mañana tenemos que irnos.
Asintieron todos, sin darnos cuenta había ya caído la noche, al anochecer más, nos fuimos hacía la entrada del Imaginario y solo desaparecimos en la obscuridad.
—Verdad que te gusta Ian.
Escucho decirme y solo volteo a verlo y preguntar:
—¿Disculpa?
Con una cara de que tiene que ver eso con lo que sucede ahora, ya habíamos pasado el bosque gruid y ahora solo teníamos que pasar el panteón flipes, para llegar al castillo n***o, en estos días ya habíamos pasado muchos bosques y panteones, cada que podíamos nos poníamos a entrenar los tres, solo lo que tenía James era que aún no despertaban sus instintos, pero peleaba muy bien y ya subía árboles. Donde caminábamos era el típico panteón con muchísimas tumbas, millones de árboles y ramas secas, íbamos caminando entre los árboles, casi ya estábamos terminando de pasar flipes cuando en una pequeña conversación dijo Alexander.
—Si te gusta.
—Claro que no, solo es mi amigo porque tendría que gustarme. —conteste.
—Veo cómo te mira y lo miras de la misma forma, ve la realidad Coraline.
—La realidad es que no me gusta.
—Si eso te lo crees tú.
—Disculpa bueno.
Es como decidí y me pare enfrente de él.
—Si me gustara a ti no te importaría, verdad.
Con una mirada desafiante él se quedó, note que iba a tartamudear.
—Ustedes parecen novios.
Volteamos a ver a James con cara de enojo.
—No te metas. —dijimos a coro Alexander y yo.
—Por favor eso no viene al caso, si ves que tenemos que estar en alerta el jovencito empieza con sus celitos, no me creas que no me doy cuenta jovencito.
Sus ojos rojos se volvieron negros, en ese momento escuche unos pasos.
—Chicos alguien nos sigue. —dije enseguida.
Es como los tres nos pusimos en guardia.
DOS DESCONOCIDOS
Se encontraban entre los arboles a una altura favorable, cazando a sus objetivos, uno de ellos dijo:
—Tu solo encárgate de los dos chicos yo me quedare con la chica.
Le es extraño que la elija su compañero, a lo que le dice:
—Pero ella no se ve frágil, mejor déjamela a mí, encárgate tú de los dos chicos. —termino diciendo el chico desconocido al otro.
En ese mismo instante reí, solo era un chico, pero al instante apareció el otro, uno empezó a pelear conmigo mientras el otro con Alexander y James, me alejo el desconocido más lejos de ellos, pero al instante subí a uno de los árboles, el me siguió.
—Coraline sigues siendo la fuerte de antes, pero ahora mejor.
Me quede en shock, paramos de pelear y me le quede viendo, la luna daba a su cara y la podía ver muy claramente, lo observe, eran un chico altísimo, su piel negra como chocolate amargo, ojos rojos, musculoso y cabello largo n***o a los hombros, estaba peinado de una cola de caballo, vestía de traje n***o, solo sin corbata.
—Ya se te vino algo a la mente mi niña.
“¡Michael!” grite en mi mente su nombre, aunque casi lo grito realmente quise abrazarlo, pero no era el momento y solo sonreí.
—Por favor Coraline, sigamos peleando si no mi compañero notara algo.
Acepte moviendo la cabeza y seguimos peleando.
—Cuánto tiempo. —le digo.
—Muchísimos, has mejorado tus técnicas Coraline.
—Mucho.
Es cuando decidí y es como le mostré uno nuevo, donde giro rápidamente y estoy en otro árbol.
—Fantástico —, me dice él. —Sé que irán al castillo n***o.
—Sí y ¿Qué es lo que sucede?
—Coraline, atrás del castillo hay un gran bosque, a la media noche quiero que estés en un árbol que está cerca de ahí, lo identificaras fácilmente, es un árbol retorcido, en la noche parece tener movimiento hay estaré esperándote, trae a Alexander y al nuevo chico.
Solo acepte al asentir nuevamente.
—¡Alto! —grito Michael, el otro chico desapareció igual que Michael, baje del árbol me acerque.
—¿Qué es lo que sucedió? —pregunto sin levantar sospechas.
—No lo sé Coraline, solo dijo algo el chico con quien estabas y el otro se fue. —dijo James al asentir con la cabeza Alexander.
—Bueno olvidémoslo, vámonos, estamos ya cerca. —les dije a los dos.
Seguimos caminando, llegamos a una gran reja negra con formas de rosas, al instante se abrió la reja y entramos los tres, era un castillo gigantesco de pies a cabeza, n***o oscuro, distinguí tres pisos lo que me había dicho sobre ese castillo el señor Watson, era que tenía una maldición, el castillo podía mostrarse de cualquier forma de tres pisos o dos gigantesca o chica agradable o terrorífica, y que al entrar al castillo aparecieran más pisos de los que se hubieran visto afuera y más gigantesco, entramos por una puerta gigantesca de madera, estábamos en un gran salón, a nuestro alrededor solo una chimenea y cuadros de personas extrañas y en frente escaleras que daban arriba.
—Bienvenidos síganme por favor.
Había aparecido una chica no muy alta, con vestido azul oscuro, cabello corto a los hombros, zapatos de tacón, piel blanca como marfil, la seguimos. Alexander y James al verla se quedaron muy serios, nos guio a otro salón más grande que el anterior, había una larga mesa de cristal con sillas negras, estaba sentado en la primera silla que daba enfrente de la entrada del salón un hombre con piel pálida, nos paramos al extremo de la mesa de cristal el hombre se paró y nos dijo:
—Bienvenidos.
Aceptamos asintiendo a su saludo, era un hombre alto, cabello largo recogido a media cola de caballo, ojos grandes rojizo obscuro, vestía de traje n***o azulado con una gran capa negra brillante.
—Síganme por favor.
Nos pidió y es como fuimos guiados por él, al dirigirnos afuera vi el bosque del que me había hablado Michael, había oscuridad aún más cada que nos adentrábamos, llegamos a una fuente redonda, extendió la mano, metió su dedo índice al agua de la fuente hizo unos pequeños círculos. En ese mismo momento comenzaban a trasformar aquella agua cristalina en un brillo que comenzaba a adaptarse a esa noche oscura, reflejando algo que de ella surgió una voz preguntando:
—¿Salmos?
Reconocí esa voz enseguida, se trataba del señor Watson.
—Sí.
Enseguida distinguimos en el agua a tres personas.
—Muy bien llegaron. —dijo el señor Pitz.
Al unísono respondimos:
—Si.
—Que ha pasado con el consejo. —dijo el señor Salmos.
Algo que no nos sorprendió que dijera eso.
—Estamos preparándonos contra los sanguinarios.
—¿Cómo lo consiguieron? —pregunta con sorpresa.
—Debo decir que no fue fácil, fue muy complicado. —decía el señor Yod.
—Pero hablamos con ellos. —dijo Watson.
—Pero igual negaban en pelear contra los sanguinarios, querían que Mortifero hiciera lo que quisiera, porque Mortifero ya los había visitado para la alianza, pero se negaron, pero cuando nosotros le nombramos a Jones, al igual que a Willy y es como empezaron a no más negativas, entonces estamos ya preparándonos al ser que otros consejos y mayores se están uniendo. —dijo el señor Pitz.
A lo que el señor Pitz nos dijo:
—Ustedes solo se quedarán hay por tres días y de ahí se irán a la mansión Logan.
Movimos la cabeza los tres al asentir.
–Coraline ¿Has tenido visiones? —me preguntaba el señor Watson.
Niego con la cabeza al responder:
—No, nada aun señor, todo ha estado tranquilo.
—Muy bien. —solo responde.
Después de a ver hablado nos despedimos de ellos y solo desaparecieron, el señor Salmos nos dice:
—Muy bien tienen que ir a descansar, Ángela los llevara a su habitación.
Sentí que me observo el señor Salmos y noté que observaba mi collar, con el que colgaba mi llave, no quise preguntar el por qué.
—Vengan por acá.
Los tres la seguimos, nos dejó en habitaciones separadas, primero a James, después a Alexander y al último a mí.
—Señorita Coraline mañana te subo tu desayuno, tu pijama esta encima de la cama.
Lo mismo que les dijo a James y Alexander, asentí antes de entrar a las habitaciones, subimos las escaleras, tenían un tapete largo azul obscuro las puertas de las habitaciones eran largas y grandes, la mayoría de las puertas eran negras azuladas, al entrar a mi habitación tenía una cama grande tendida con cobija azul oscuro, tenía dibujado un caballo y almohadas del mismo color, alrededor cuadros de hombres sentados en un trono o algo parecido, algunos parados con su bastón, una chimenea, muebles grandes y una ventana larga y grande que daba al bosque, tenía cortinas larga obscuras, las abrí y claramente se veía el bosque.
Tome mi pijama de la cama, era extraño porque era rosa, solo era un pantalón y una blusa de tirantes, me vestí en el baño que estaba en la habitación, era igual de reluciente que la habitación, el baño era grande, largo podrían caber más personas, me cambie rápidamente y me metí a la cama, me quede dormida.
WATSON Y SALMOS.
—Se acaban de ir a dormir, quiero preguntarte algo Watson.
—Si ¿Que sucede? Salmo.
—Observe a Coraline y tiene la llave luna, como la encontró.
—Esa llave aún no se si es la luna, pero porque lo crees tú.
—Observe la llave y tiene la figura de una luna, solo que no la he visto de cerca para ver si tiene al lobo, pero estoy seguro que es la llave ¿Cómo es que ella la tiene? —pregunto Salmos.
—Muy bien Coraline la encontró en el bosque Hunter, fuimos invitados a su castillo por año nuevo y como sabemos, ese bosque es tan grande que nunca se sabe lo que se puede hallar entre sus árboles, Coraline lo encontró, yo no le he dicho nada de esa llave porque aún estaba averiguando si lo era o no.
—Está bien.
Hablaros de algunas cosas más, hasta que se volvieron a despedir y solo desapareció el señor Watson de la línea.
Estar en el castillo nunca sabias exactamente la hora o más que nada calcular el día y noche, al ser que la hacían llamar aideano, una mezcla de ambas con un atardecer anaranjado con una mezcla amarilla que no siempre se mostraba así, porque según dice, depara peligro o algo más que eso. Yo ya me había despertado, estaba sentada en la ventana mirando afuera no había ninguna persona caminando afuera, todo era solitario, enseguida escuché que se abría puerta, enseguida me volví a meter a mi cama.
—Hola dormiste bien.
—Bien gracias, aunque no es un ataúd.
Me reí, asintió la chica, ahora solo traía un pantalón de mezclilla azul y una blusa roja me había traído, solo un vaso de leche y huevos con jamón, era extraño aun que todos los que vivían en el castillo solo se alimentaban de sangre, no como yo que, como comida normal, eso me hizo pensar al estar segura que les había dejado instrucciones el señor Watson, que solo me alimentaran con comida.
—Ya desayunaron James y Alexander. —le dije a la chica.