Capitulo 4

1896 Words
La bombilla de su habitación parpadeo cuando Vivían término de preparar las últimas rosas. Se levantó y estiro su adolorida espalda, después de salir del hospital paso por la floristería y compro cien rosas. Aún no tenía idea de que haría para conseguir el dinero que necesitaba, solo tenía treinta días para pensar en una solución. Mañana vendería las rosas como cada día y volvería casa cansada y con unos pocos dólares. Se mordió el labio pensativa y busco el periódico para revisar la sección de empleos. Ella no había culminado su carrera de periodismo, apenas había cursado el primer semestre, cuando su madre enfermo. Desde ahí, una dura batalla contra la enfermedad se libró entre ellas. Al principio su madre no quería que abandonara los estudios, pero, a medida que su cuerpo se fue debilitando, ella se vio en la obligación de abandonar la universidad y con ella, todos sus sueños e incluso el amor. En algún momento, tuvo una vida feliz. Era como cualquier chica de su edad, preocupada por sus estudios y enamorada del chico popular. Aún recordaba con nostalgia los momentos vividos junto a Tom. Su corazón se apretaba cuando recordaba su expresión triste e impotente, cuando ella se marchó. Había soñado con un futuro con él. Quizás ahora, sea feliz con alguien más. Y aunque le duela, deseaba que fuera feliz. Dejo de lado los pensamientos y reviso la columna de empleos. Todos eran empleos simples con los que nunca conseguiría reunir la cantidad necesaria para evitar que su madre fuera expulsada del hospital. Estaba leyendo sobre una chica de limpieza, cuando un anuncio en letras moradas llamo su atención. Se Solicitan Chicas Mayores De 18 años para Damas de Compañía Se Solicitan Chicas Mayores de 18 años De buena presencia para laborar como damas de compañía & Escorts Los requisitos son: *Sexo: femenino *Mayor de edad *Cuerpos ideales *Sin cicatrices *Sin marcas pronunciadas *(0) Protuberancia *Piel limpia (Pulcra) *Buen léxico *Operadas o naturales *Muy (RESPONSABLE) *Puntuales Es tu oportunidad de tener mejores ingresos. Vivían, leyó el anuncio y si era sincera con ella misma se sintió tentada. No era una mentira que este tipo de trabajo generaba buen dinero, dinero que ella necesitaba con urgencia. ¿Estaría dispuesta a dejar de lado sus valores y moral? Arranco el pedazo de la hoja donde se encontraba el anuncio y lo guardo en su monedero. Mañana pensaría, detenidamente, si no lograba encontrar un trabajo adecuado esta semana. Entonces, llamaría al número. Al tercer día Vivían estaba desesperada, se le acaba el tiempo y aún no tenía una solución a su problema. Recordó parte de lo que le habían gritado las otras vendedoras de rosas. —Si nosotras tuviéramos tu aspecto y tu aire de señorita refinada, iría a Ónix y me buscaría un sugar rico. ¡Y viviría como una reina! Al recordar aquello, Vivían frunció las cejas pensando en esa posibilidad. Había escuchado de la famosa casa de citas. La dueña, Milena William, era la mujer encargada de conseguir los mejores clientes. Se decía que las chicas más exclusivas conseguían ganar hasta 100.000 dólares en una semana. Viajaban por el país y aquellas que corrían con suerte, lograban enamorar a sus protectores y estos le daban una vida sin preocupaciones. La única condición era mantenerse entre las sombras. La mayoría eran hombres casados. Un protector. Sonaba liberador. Ella anhelaba alguien que la ayudara, que despejara sus temores. Alguien que fuese amable con ella y no le hiciera daño. Aquella idea fuera de sus principios ardió en su cerebro. ¿Por qué no? ¿No había sufrido lo suficiente? ¿No había hecho lo moralmente posible? Su madre merecía morir dignamente. Momentos más tarde, Vivían estaba recogiendo sus escasas pertenencias, con las manos ligeramente temblorosas por su impetuosa decisión. Sabía que no tenía otra opción, o por lo menos no había una que le generara ganancias como esta. Una hora más tarde estaba frente las puertas de Ónix, ella desentonaba en el lujoso vestíbulo de la propiedad. Había pensado durante todo el camino, que su primer cliente no tenía por qué ser atractivo. No tenía por qué ser joven, reflexionó. No tenía por qué colmarla de joyas y lujos. Únicamente tenía que ser amable y no hacerle la vida demasiado desagradable y debía ayudarla a darle una muerte digna a su madre. Si el destino le enviaba a esa persona, ella juró que compensaría a ese hombre generosamente. A Lucas le gustaba nadar todas las mañanas. Se zambullo en la cristalina piscina dejando que la frialdad del agua, liberara su mente. Se sumergió hasta el fondo y aguanto la respiración, tratando de sentir lo que Brenda había sentido en ese momento. Contuvo el aire hasta que sus pulmones dolieron y subió con rapidez hacia la superficie, jadeando por un poco de aire. Salió de la piscina y subió a su habitación. Tenía una idea fija en su mente. Según sus investigaciones, Logan era un disoluto. Su punto débil eran las mujeres y él se encargaría de encontrar a una que lograra tentarlo. Una vez que eso sucediera, esa mujer lograría sacarle la información que necesitaba. Su asistente le había hablado de la agencia Ónix. Ellos tenían a las mejores Escorts del país. Aunque la propia dueña del lugar lo había invitado a ir a su establecimiento, él no les daría a sus enemigos políticos pruebas para desacreditarlo. En cambio, pidió que le enviaran algunas fotos. Les echaría un vistazo y luego decidiría. Esa noche, Lucas tomo un trago de su whisky, se recostó en el sofá y luego dejo el vaso aun lado. Continuo mirando la pantalla de su iPad. Su dedo desplazándose mientras observaba atentamente las imágenes de mujeres jóvenes y hermosas. Él descartó una foto tras otra. Si bien admitió que las mujeres eran hermosas, y algunas increíblemente hermosas, todas las imágenes que vio no lograron convencerlo. Todas tenían un mismo denominador común. Codicia. Los ojos que lo miraban a través de la pantalla parecían gritar. Sé que soy hermosa. Sé que me quieres y por el precio justo puedes tenerme. Ninguna de ellas eran como Brenda. Su mirada inocente y su dulzura, no podían ser comparadas con la belleza interesada de estas mujeres. Y evidentemente el precio era de cincuenta mil al mes. Dinero que podía permitirse si decidiera hacer esto. Ónix era un sitio de acuerdos. Un sitio que emparejaba a los hombres que más estaban dispuestos a pagar por la compañía de una mujer y a estas mujeres no les importaba quienes eran los que pagaban por dicha compañía. Después de mirar todas las fotos, ninguna logro llamar su atención. No había una que fuera perfecta para sus propósitos. Le informo a su asistente y se preparó para ir al afamado lugar. …………………………………… El sitio que seria testigo de su venta al mejor postor no estaba mal. Era un sitio sumamente limpio, elegantemente decorado. Vivían, todavía no podía creer que estuviera allí. Desde que había entrado, sentía un nudo de temor y angustia en su estómago. Sin embargo, eso no quería decir que se retractaría. No había vuelta atrás para ella. Su madre necesitaba dinero y mucho. Ella haría lo que fuera necesario para conseguirlo. Vivían pronto, sería la amante de un hombre rico. No su esposa. No es que tuviera oportunidad de casarse con uno y mucho menos uno con la solvencia necesaria para pagar las deudas del hospital. En algún lugar, allí afuera la estaba esperando el protector ideal, pensaba distraídamente, mientras se preparaba. El perfecto amante que la ayudaría a superar sus temores. Alguien en quien pudiese confiar. Alguien a quien pudiese besar sin sentir asco. Alguien amable, noble y bueno. «Cuando lo encuentre, pensó, lo sabré» El lugar era un caleidoscopio de colores brillantes y carcajadas estridentes. Lucas recorrió el lugar con su mirada fría. No estaba acostumbrado a este tipo de sitios, y sin duda no se fusionaba con los demás. No tenía idea de que cuando Milena le había hablado de venir, se refería una sala llena de actos inmorales. Se dio la vuelta para marcharse, pero en cuanto alzo la vista, una sonrisa coqueta lo sorprendió. La mujer, de algunos cuarenta y tantos, se acercó con sus labios rojos y sus perfectos dientes blancos. Ataviada en un vestido ajustado color beige, casi se podría confundir con su piel, de lejos daba la impresión de que estaba desnuda. —Sr. Preston, bienvenido — la mujer se acercó más de lo debido y lo mareo con su perfume extremadamente fuerte — Ónix le da la bienvenida. Por favor, acompáñeme. La mujer pasó a su lado y camino delante contoneándose deliberadamente. Lucas la siguió en silencio. Si bien no le gustaba nada de esto, Brenda valía la pena el sacrificio. Llegaron a una gran puerta de madera, Milena la abrió y le hizo el gesto de que pasar. Una oficina decorada de manera ordinaria, hizo que los ojos de Lucas casi sangraran por el mal gusto. —¿Ninguna de mis chicas han llenado sus requisitos? — pregunto directamente. —En efecto, no son lo que estoy buscando. La mujer le dio una sonrisa coqueta y pregunto. —¿Qué tipo de mujer busca? En Ónix tenemos lo que necesita, solo es cuestión de decírnoslos. —Quiero a alguien que sea lo suficientemente hermosa como para tentar al más fuerte de los hombres. Que se convierta en su debilidad. Que lo vuelva adicto a ella. La mujer reflexionó sus palabras unos minutos. Después de pensar detenidamente, dijo con una sonrisa. —Entonces quiere a una virgen. —¿Una virgen? —Sí. Los hombres son territoriales y por lo que me dice, me atrevería a decir que la mujer que busca no es para su propio placer. ¿Un amigo quizás? De todas maneras eso no es mi problema. Mi deber es proporcionarle lo que busca. Y tengo la mujer indicada para usted. La curiosidad se apoderó de Lucas. Milena se percató de esto y sonrió levemente. —Es una joven extremadamente hermosa. Piel nívea, ojos azules, cabello castaño. Sin ninguna imperfección o tatuaje. La mitad de los clientes de este lugar han intentado conseguirla. Incluso se han hecho apuestas sobre quien obtendrá finalmente su compañía. Es mi mejor adquisición. Y además, es virgen. Lucas frunció las cejas y pregunto rápidamente. —No estaría siendo coaccionada, ¿verdad? Era algo frecuente que estas mujeres resultaran ser coaccionadas a trabajar en estos sitios. No quería ser partícipe de algo como eso. Incluso en este momento dudaba de si esto sería una buena idea. —Le aseguro que no. La mayoría de mis chicas vienen aquí por decisión propia, no es un secreto que son bien pagadas. Algunas deben ayudar a sus familias, hijos e incluso cubren sus carreras universitarias. Lucas asintió. —¿Le gustaría verla primero, Sr. Preston? Estaba a punto de negarse, pero una vez más la curiosidad se apoderó de él y decidió que no perdería nada. Se levantó rápidamente. —Sí. Me gustaría conocer a la chica que logra que se abran apuestas en su honor. La mujer sonrió satisfecha. Había logrado despertar el interés de Lucas. Ella sabía que se trataba de un cliente potencial, si lograba que se prendara de Vivían, obtendría una gran suma por ella, y Vivían también ganaría. Su protector soñado por fin había llegado.
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