Capitulo 5

1593 Words
Milena le había hecho entender a Vivían que el oficio de acompañante era una profesión que generaba buenos dividendos cuando se hacía bien, principalmente cuando se cumplían los deseos de tu cliente a cabalidad. Siempre debía estar hermosa y lista para cuando se le necesitara. Y ella obtendría el 20 % de las ganancias procedentes del futuro protector de Vivían, Milena accedió a respaldar su debut en el mundo de las Escorts. Vivían, había sido alojada en una de las mejores habitaciones, lo primero que hizo fue comunicarle a su madre que estaría trabajando en una nueva escuela de danza, fuera de la ciudad. Su madre se había quedado tranquila y la consoló, diciéndole que todo saldría bien. A partir de ese momento, Milena empezó a convertirla en la perfecta acompañante. Tras haber dejado atrás toda su moral y prejuicios. Vivían, estaba ansiosa por transformarse en algo hermoso y nuevo… Atrevido y fuerte. Nunca más volvería a pasar necesidades y su madre viviría sus últimos días tranquila. Su cuerpo le proporcionaría seguridad. Las chicas que se habían vuelto sus amigas le contaban sus experiencias. Megan, la más cercana, le dijo que a veces los clientes solo querían una compañera para una cena, alguien con quien hablar. Pero, también le enseño la principal regla de toda Escorts. “Nunca te enamores” Amar a un hombre significaba estar en su poder, y para una acompañante el poder lo era todo. Vivían, aprendió que una Escorts era algo más que una compañera de cama o incluso una hábil seductora. Debía ser un brillante modelo de ingenio y alegría, una experta en el placer, capaz de complacer en todos los sentidos a su cliente. Además, de sacar el máximo partido a su belleza, debía ser una agradable compañía, una anfitriona competente, una oyente comprensiva y una discreta confidente. Debía mantenerse al corriente de todos los temas de interés, ya fueran políticos, científicos, o sociales. En fin, debía ser una mujer completa. Por la que un hombre pagaría mucho dinero. También tenía que aprender como invertir su dinero, pues la belleza pasaría y con ello el interés de los clientes. Era todo lo que Vivían quería, llevar una vida independiente y no depender de nadie en el futuro. Megan se convirtió en su heroína. Ella entendía el poder. A mediados del mes de marzo, el mundo se llenó de posibilidades para Vivían, la ciudad de Washington se llenaba de dignatarios y personajes políticos. En una fiesta temática, ella vio cómo dos de sus compañeras eran tratadas como diosas por sus clientes. Megan le aconsejo exigiese el trato reverente que merecía. Le dijo que podía parecer arrogante, pero que era la única forma de despertar el interés desmedido por un cliente adinerado. Ellos quieren lo que no pueden tener, le dijo. Y si quería que la consideraran como un premio valioso, tenía que portarse como tal. Todo era un juego, y Vivían aprendió como jugarlo, asombrosamente rápido. Ese día se preparaba como todas las noches para recibir a los adinerados hombres que la llenaban de regalos y promesas de placer. Vivían, aún no había aceptado a ninguno de ellos, pero disfrutaba de sus atenciones. Había elegido un vestido color rojo que resaltaba su figura de reloj de arena y su piel nívea. Su cabello estaba recogido en una coleta desordenada. Haciendo que su rostro ovalado y sus ojos destacaran. Cuando estuvo satisfecha, finalmente bajo. Lucas miraba a su alrededor con una expresión indiferente. La mayoría de los hombres a su alrededor solo repetían el nombre de Vivían, por lo que supuso que era la acompañante de la que le había hablado Milena. De repente, los murmullos cesaron y todos giraron sus rostros hacia la escalera principal. Una mujer de cabello castaño y cuerpo hecho para el pecado, bajaba lentamente los escalones. ¡Dios mío, es un ángel! Fue lo primero que pensó, ella sonreía con coquetería a todos los hombres que la devoraban con la mirada. Él permaneció inmóvil y se quedó mirando fijamente. Asombrado de tal belleza, el corazón le palpitaba. Forzó una sonrisa tensa dirigida a su asistente, y apretó la copa de whisky con tanta fuerza que estuvo a punto de romperla, y no presto menor atención a su compañero mientras le preguntaba, sabrá dios que cosa. Un estremecimiento le recorrió la columna vertebral. Lanzo otra mirada furtiva a la mujer y contemplo su sonrisa perfecta. Era como una reina virgen de algún país ártico. Celestial y sensual a la vez, ella miró al frente en una actitud de cruel y serena belleza. Tenía un rostro inexpresivo, como si sus bellas facciones hubieran sido talladas por los mismos ángeles. Mejillas de delicado trazo, una nariz aristocrática y una barbilla firme y obstinada. La mirada de Lucas siguió la curva de su cuello hasta llegar a su cuerpo sensual. Se estremeció nuevamente y aparto la mirada, sintiendo que el pulso le latía descontrolado. La certeza de que esa mujer nunca había sido tocada por un hombre hizo que una oleada de ansiedad llegara hasta el pozo vacío de su alma. La deseo… Traidor, se cuestionó de inmediato. Su asistente le hizo una pregunta, pero Lucas había dejado de prestarle atención, pues su mirada se había clavado en el hombre que pretendía acercarse a ella más de la cuenta. La mujer no parecía estar de acuerdo y empezaron a discutir. El hombre gesticulaba salvajemente. Y la boca de la mujer se curvó en una sonrisa de burla, al ver esto, el hombre saco de su bolsillo un montón de billetes y se lo arrojo a la cara. Lucas tomó aire mientras la furia calentaba su sangre. La belleza se sobresaltó cuando los billetes la golpearon antes de caer a su alrededor. Lucas caminó hacia ellos rápidamente y abandono a su asistente sin dar una explicación, se abrió paso entre las personas para acudir en ayuda de la joven. Se culpó por haberse mantenido apartado y haberse limitado a observar mientras un hombre la ofendía de tal manera. Fuera una acompañante o no, no tenía derecho a humillarla. Lucas estaba a punto de llegar cuando los guardias de seguridad rodearon al hombre y se lo llevaron a empujones. Lucas seguía abriéndose paso a empujones, fue tanta su ansiedad que olvido la copa en su mano y termino por derramarla en la ropa de alguien. Maldijo entre dientes y le entrego la copa a un mesero. Siguió avanzando y de pronto se encontró cara a cara con el hombre en cuestión. De inmediato supo que estaba borracho. —¡Suélteme! — el hombre seguía forcejeando — ¡No pueden echarme! ¡Es culpa de esa perra engreída! Lucas apretó los dientes para contener la oleada de repugnancia en su interior. —Por tu bien cierra lo toca — se sentía tentado de llevar el mismo al hombre a fuera y darle una paliza. —¿Quién es usted? —el hombre de repente se rió burlonamente—. ¿La compró usted, verdad? ¿Es por eso que la defiendes? Lucas estaba a punto de levantar su puño. Pero se retractó y se dijo que no debía causar un alboroto que pusiera en entre dicho su carrera política. Los hombres de seguridad lo sacaron a rastras. Haciendo lo posible por reprimir su furia, él abrió y cerro sus puños a los costados. Giro sobre sus talones y se abrió paso delante de la gente. Los hombres se apartaban de su camino al ver que se acercaba con una cara sombría. Llego frente a la mujer causante de tal alboroto, justo cuando ella colocaba en una bandeja el último billete que le había lanzado el hombre. Lucas sintió una punzada de dolor al ver que le temblaban las manos. —Bótalos. Llévatelos de aquí. ¡Vamos! — dijo con voz nerviosa, indicando al sirviente con la mano que se los llevara de su presencia. Cuando Lucas se acercó, sin saber lo que iba a decir, Vivían frunció el ceño y lo miro indiferente. —¿Usted también quiere lanzarme dinero? — su mirada era vulnerable que contrastaba con su arrogancia. Él se quedó deslumbrado mientras le sostenía la mirada. El color de sus ojos le hizo pensar en un océano salvaje, pero no, los de ella eran más azules todavía. Oscurecidos por unas largas pestañas oscuras, sus ojos eran misteriosos… e inocentes. —¿Me ha oído? — dijo Vivían en tono impaciente. Desconcertado, Lucas tendió su mano. Ella se levantó molesta. —Márchese, ¿quiere? — insistió ella — Tampoco aceptaré a nadie esta noche. Lucas se sacudió el aturdimiento. —Entendió mal, solo vine a ver si se encontraba bien, señorita… Vivían, ¿verdad? —No es necesario que se preocupe. Se dio la vuelta y llamo a uno de sus admiradores que también pertenecía al círculo adinerado de la ciudad. —Dereck, ¿podrías traerme una bebida? El hombre de alguno veintitantos le dedico una sonrisa y ella en recompensa le acaricio la mejilla y murmuro con tono juguetón —Gracias, cariño. De manera que a Lucas le quedo claro que ella tenía el poder de hechizar a los hombres. El joven atractivo se marchó sonriente, decidido a cumplir su encargo. Lucas se volvió hacia ella perplejo, solo para descubrir que había perdido su oportunidad de hablar con ella. Dos hombres elegantes se pavonearon delante de él, ajenos a lo que acaba de ocurrir. Fue entonces que se decidió. Ella era la mujer que deseaba. Se dio la vuelta y fue directamente a la oficina de Milena.

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